1. EL ARTE DE EGIPTO
1.1. La arquitectura en
Egipto
Introducción
histórica-cultural:
La
civilización egipcia se desarrolló a lo largo del valle del río Nilo. Las
primeras culturas que habitaron la zona quedaron distribuidas en torno al Bajo
Egipto (a lo largo del río) y al Alto Egipto (alrededor del Delta), territorios
donde apareció la escritura jeroglífica. Ambos se unieron en una sola dinastía
en el año 3000 a. C. Entre las distintas etapas políticas destaca el Imperio
Antiguo (2654-2130 a. C.), el Imperio Medio (2040-1777 a. C.) y el Imperio
Nuevo (1554-664 a. C.).
La sociedad
egipcia estaba muy jerarquizada. En un primer lugar se situaba el faraón, líder
político considerado como un dios viviente, alrededor del cual estaban los
grupos privilegiados (nobles, sacerdotes y escribas). El resto de la sociedad
estaba sometida, y se componía de campesinos, artesanos y, por debajo de todos,
esclavos. La base de la economía egipcia era la agricultura, favorecida
por las crecidas del Nilo. Para el trabajo en el campo, contaban ya con la
fuerza animal y con el arado. Otras actividades de importancia eran la artesanía
y el comercio.
La cultura
egipcia impulsó la astronomía, el cálculo matemático y la medicina. Para el
egipcio, el hombre se dividía en tres componentes: cuerpo, alma y espíritu. Con
la muerte, estos elementos se separaban, quedando el alma errante y el
espíritu en el firmamento, donde es juzgado por Osiris. Si el juicio era
favorable, el espíritu y el alma se unían para introducirse en el cuerpo, que
resucitaba y emprendía un viaje hacia su destino eterno. Así, con la idea de
cuidar el cuerpo hasta la llegada del alma, surgió la momificación o embalsamiento,
y la construcción de un lugar perdurable donde guardar los bienes del difunto.
Características generales
de la arquitectura egipcia:
·
La
monumentalidad y el colosalismo de las construcciones.
·
La
edificación de monumentos a una escala divina, no humana.
·
Es
una arquitectura arquitrabada o adintelada, que da a sus edificios apariencia
de horizontalidad.
·
Destaca
la piedra como material más empleado.
·
La
función de la arquitectura es predominantemente religiosa.
·
Destacan
dos grandes grupos arquitectónicos: la arquitectura funeraria y los templos.
La
arquitectura funeraria se vio muy impulsada por el culto a los muertos. Los
enterramientos del faraón, de su familia y de algunos nobles se llevaban a cabo
en construcciones complejas. Así, a lo largo de la historia de Egipto, se
dieron diferentes tipologías de tumbas, entre las que destacan la mastaba, la
pirámide y el hipogeo.
En
cuanto a los templos, podemos decir que los más característicos fueron
construidos durante el Imperio Nuevo (dinastías XVII a XXV). Surgieron así los
dos principales modelos: el de los grandes templos y el de los “speos”.
Etapas, evolución y obras
más representativas:
Arquitectura funeraria: Durante el
Imperio Antiguo, el primer tipo de gran tumba fue la mastaba (pirámide
truncada), hecha en piedra y rellena de ripio. Sus espacios interiores huecos
se dividían en tres partes: una capilla funeraria, dedicada al difunto; una
pequeña cámara llamada “serdab”, donde se ubicaba una estatua a tamaño real del
muerto; y una cámara funeraria en la que se depositaban el sarcófago y el ajuar
del difunto. A partir de la III dinastía, surgió la superposición de mastabas,
que dio por resultado la formación de una pirámide escalonada,
destacando la pirámide escalonada del faraón Zoser,
construida por Imhotep.
En
la IV dinastía apareció la pirámide clásica, concebida por los
arquitectos como un símbolo de la ascensión hacia el firmamento. Las partes de
la pirámide son: el “serdab”, que se encuentra en el centro, cobijado por un triángulo
de descarga; la capilla funeraria, a la que nos conducen unos corredores; y la
cámara funeraria, a la que se llega por una rampa descendente y que se sitúa
bajo la construcción. Todas las galerías quedaban selladas y compactadas una
vez que la momia y su ajuar eran depositados. En la base de las grandes
pirámides se construían templos. Sobresalieron las pirámides de Keops, Kefrén (junto a la cual se sitúa la Gran Esfinge de Guiza) y Micerino.
Durante
el Imperio Medio comenzó a utilizarse otro tipo de tumba: el hipogeo,
una construcción excavada que ocultaba el enterramiento al exterior. Sus partes
eran: una capilla funeraria a la que se llegaba por un corredor; un “serdab”; y
una cámara sepulcral. En el Imperio Nuevo, el hipogeo continuó siendo el tipo
de tumba más característico, si bien, para mayor protección, se comienzan a
realizar en el Valle de los Reyes, a
orillas del Nilo.
Los templos: Destacan los templos
edificados en el Imperio Nuevo, que podían ser de dos tipos: los grandes
templos y los “speos”. Los grandes templos presentaban estas
características: estaban realizados con sillares de piedra; los muros tenían
forma de talud (están inclinados); las cubiertas eran arquitrabadas; y el
elemento esencial sustentante era la columna, que podía ser lotiforme (forma de
flor de loto), palmiforme (forma de palmera) y papiriforme (forma de papiro),
destacando también la columna hathórica, cuyo capitel reproducía la cabeza de
la diosa Hathor (divinidad de la fecundidad). Las principales partes del templo
eran seis: la avenida de las esfinges; la explanada de los obeliscos; los
pilonos, dos muros trapezoidales que enmarcaban la puerta; la sala hípetra,
conformada como un gran patio rodeado de columnas; la sala hipóstila, lugar de
rituales; y el santuario, pequeña cámara reservada al faraón. Entre estos
grandes templos destacan los de Karnak, Luxor,
Filae y Edfú.
Por
otro lado estaban los “speos” que, erigidos en recuerdo de faraones
difuntos y dedicados a su culto, tuvieron un exclusivo carácter funerario, sin
ser lugar de enterramiento. Estaban compuestos por: una fachada, esculpida en
la roca de los acantilados; un interior, en el que se profundizaba en sentido
horizontal; y tres salas decrecientes en altura, tamaño e iluminación.
Sobresalieron el “speo” de Ramsés II en Abu
Simbel y el “speo” de la reina Hatshepsut.
1.2. La escultura en
Egipto
Introducción
histórica-cultural:
La civilización
egipcia se desarrolló a lo largo del valle del río Nilo. Las primeras culturas
que habitaron la zona quedaron distribuidas en torno al Bajo Egipto (a lo largo
del río) y al Alto Egipto (alrededor del Delta), territorios donde apareció la
escritura jeroglífica. Ambos se unieron en una sola dinastía en el año 3000 a.
C. Entre las distintas etapas políticas destaca el Imperio Antiguo (2654-2130
a. C.), el Imperio Medio (2040-1777 a. C.) y el Imperio Nuevo (1554-664 a. C.).
La sociedad
egipcia estaba muy jerarquizada. En un primer lugar se situaba el faraón, líder
político considerado como un dios viviente, alrededor del cual estaban los
grupos privilegiados (nobles, sacerdotes y escribas). El resto de la sociedad
estaba sometida, y se componía de campesinos, artesanos y, por debajo de todos,
esclavos. La base de la economía egipcia era la agricultura, favorecida
por las crecidas del Nilo. Para el trabajo en el campo, contaban ya con la
fuerza animal y con el arado. Otras actividades de importancia eran la artesanía
y el comercio.
La cultura
egipcia impulsó la astronomía, el cálculo matemático y la medicina. Para el
egipcio, el hombre se dividía en tres componentes: cuerpo, alma y espíritu. Con
la muerte, estos elementos se separaban, quedando el alma errante y el
espíritu en el firmamento, donde es juzgado por Osiris. Si el juicio era
favorable, el espíritu y el alma se unían para introducirse en el cuerpo, que
resucitaba y emprendía un viaje hacia su destino eterno. Así, con la idea de
cuidar el cuerpo hasta la llegada del alma, surgió la momificación o embalsamiento,
y la construcción de un lugar perdurable donde guardar los bienes del difunto.
Características generales
de la escultura egipcia:
·
Las
esculturas buscan un canon ideal del cuerpo humano a través de la proporción.
·
Existían
dos formas de representar los cuerpos: figuras sentadas y figuras de pie
(llevaban los brazos pegados al cuerpo y la pierna izquierda avanzada).
·
Existía
una marcada frontalidad, ya que las obras se observaban de frente.
·
Se
produce una idealización de los rostros.
·
Las
esculturas tienen una función religiosa: son como el soporte material del Ka
(el alma-espíritu).
·
Se
relaciona la escultura de una persona con el poder, el rango o la función
social que esta desempeña.
·
La
jerarquización se muestra también a través del tamaño de la figura: a más
grande, más importante es la persona representada.
·
Se
utilizan materiales duraderos (como el granito o el basalto) y la policromía
(se pintan las esculturas).
Las
esculturas egipcias se realizaban para representar al faraón, simbolizando su
poder y, a la vez, remarcando la divinidad que este representaba. Así, sus
efigies merecían respeto, veneración y culto. La tipología de la escultura
egipcia evolucionó a lo largo de los tres grandes periodos de las historia de
Egipto.
Etapas y evolución:
·
En
el Imperio Antiguo destacaron las siguientes representaciones del
monarca:
Ø
Rey-trono. El faraón se tallaba en el mismo bloque que el
trono, simbolizando la unión inseparable entre el rey y su soberanía.
Ø
En
pareja con su esposa, o en tríada con divinidades.
·
En
el Imperio Medio, la iconografía del faraón se solemnizó, exaltándose su
poder.
·
En
el Imperio Nuevo, las representaciones del faraón cobran un carácter más
delicado y elegante. Las figuras se alargan y se flexibilizan. Así, surgen tres
nuevas iconografías:
Ø
La
estatua cubo. Se representa al monarca en postura acuclillada, con los
brazos rodeando las rodillas.
Ø
El
faraón como jefe supremo del ejército. El monarca lleva una vestimenta
de combate.
Ø
El
monarca oferente, arrodillado, rindiendo tributo a la divinidad.
En el Imperio Nuevo, merece especial mención la
escultura realizada en los talleres de Amarna durante el reinado de Amenofis
IV. Dicha escultura se caracterizaba por: la búsqueda de lo naturalista y
realista; la intención de captar la belleza o la fealdad; y la realización de
numerosos retratos de la familia imperial de Amenofis IV.
Obras más representativas:
Entre
las esculturas realizadas en el Imperio Antiguo destacan: la escultura
rey-trono de Zoser y la Tríada de Micerino.
Del
Imperio Medio cabe destacar: la estatua sedente de Mentuhotep II y la cabeza
del faraón Sesostris III.
Finalmente,
entre las obras escultóricas del Imperio Nuevo sobresalen: la estatua cubo
de Senenmut, la estatua de Amenofis III arrodillado, el Busto de
la reina Nefertiti y el Akenatón.
1.3. La pintura en Egipto
En
la pintura egipcia destaca la ley de la frontalidad, que lleva a representar lo
más característico del objeto o la figura. Así, podemos destacar las siguientes
características:
·
De
la figura humana se representaba el rostro de perfil, el ojo y el torso de
frente, y las extremidades otra vez de perfil.
·
La
temática de estas representaciones giraba en torno a la religión, a la vida palaciega
y a la vida cotidiana.
·
También
son de mencionar las incisiones en relieve con escritura egipcia, los llamados
jeroglíficos. Estos se pueden traducir gracias a la Piedra Rosetta (hallada en
1799).
2. EL ARTE DE LA GRECIA
ANTIGUA
2.1. La arquitectura en la
Grecia Antigua
Introducción
histórica-cultural:
La
civilización griega se desarrolló principalmente en la Península Balcánica y en
la costa de Asia Menor, extendiéndose posteriormente por el Mediterráneo. Fueron
dos las civilizaciones precursoras de la cultura griega: la cretense (3000-1450
a. C.) y la micénica (1450-1200 a. C). En el siglo VIII a. C. comenzó la época
arcaica griega, en la que aparecieron las polis o ciudades estado.
Posteriormente llegó la época clásica y posclásica (s. V-338 a. C.), donde
destacaron personajes como Solón, Pericles, Sófocles, Esquilo, Hipócrates,
Sócrates o Platón. Con la conquista macedónica por parte de Filipo II (338 a.
C.) y la expansión de Alejandro Magno, comenzó el periodo alejandrino o
helenístico, en el que destacaron Aristóteles y Arquímedes.
La política
en Grecia se caracterizó por: la aparición de la polis, en la que el ciudadano
tiene todos los derechos y el hombre es la medida de todas las cosas; y el
surgimiento de la democracia. La economía de las polis se basaba en la
agricultura, la ganadería y el comercio. Los ciudadanos eran hombres libres que
se autogobernaban, pero el poder terminó recayendo en las familias más
poderosas, surgiendo clanes aristocráticos. Culturalmente, en Grecia
surgieron dos cosas de gran interés: la filosofía, una forma de entender la
realidad basada en la razón y no exclusivamente en los mitos; y la religión
antropomórfica (fueron los primeros en tener divinidades con forma humanas).
Características generales
de la arquitectura griega:
·
La
arquitectura es la base del arte de este periodo.
·
La
mayor parte de la pintura y la escultura se realizan en construcciones
arquitectónicas.
·
La
arquitectura evoluciona pero sus características se definen desde muy pronto.
·
Son
construcciones adinteladas o arquitrabadas.
·
La
arquitectura es monumental, pero, al contrario de la egipcia, no es colosal.
·
Los
materiales son el adobe y la madera primeramente, y luego la piedra (destaca el
mármol).
·
Es
una arquitectura equilibrada, en la que se busca la armonía, la perfección y la
belleza.
Entre
los órdenes arquitectónicos griegos, que son los principios o normas que rigen
la relación entre el soporte (columna) y los elementos sustentados
(entablamento), destacan:
·
El
dórico. Las construcciones son robustas y geométricas. La columna tiene un
fuste con arista viva, carece de basa y el capitel está formado por collarino,
equino y ábaco cuadrado. El friso está formado por los triglifos (con tres
bandas) y las metopas (con relieves).
·
El
jónico. Proviene de Asia Menor. Las columnas son más ornamentales, delgadas y
esbeltas. Tiene basa, y el capitel está formado por volutas que enmarcan el
equino y por un ábaco más fino que el anterior. El entablamento presenta un arquitrabe
dividido en tres platabandas y un friso corrido y sin decoración. El fuste es
acanalado, ya que los ángulos no tienen aristas.
·
El
corintio. Es el más tardío. Se caracteriza por un capitel en dos cuerpos: uno
inferior con doble fila de hojas de acanto y otro superior con un ábaco curvo y
fino. Los caulículos son cuatro y están en las esquinas. El entablamento sigue
el orden jónico.
Etapas y evolución:
Época cretense y micénica: En la
arquitectura cretense destaca el palacio y la aparición del capitel en
las columnas. En la civilización micénica encontramos dos tipos de
arquitectura: la defensiva y la funeraria. Dentro de la defensiva
destacan las ciudades fortaleza y en la arquitectura funeraria destacaron las
tumbas, formadas por un corredor que llevaba a una estancia circular cubierta
con una falsa cúpula. Otra invención fue el megarón, vivienda habitual que
constituyó el origen del templo griego.
Grecia clásica: Destacan tres tipos de
construcciones: santuarios, templos y edificios civiles. El santuario
era un lugar sagrado con finalidad tanto religiosa como sociocultural (en el
santuario de Olimpia, en 776 a. C., se comenzaron a realizar competiciones de
diversos tipos), en la que se edificaban tres tipos de construcciones:
construcciones religiosas (templos), edificios para competiciones atléticas y
construcciones para espectáculos, destacando el teatro (se dividía en graderío
o Theatron, Orchestra, Proskenion y Skene). El templo griego podía formar
parte del santuario y alojaba la estatua de un dios. Podía tener hasta tres
partes: pronaos (vestíbulo consistente en una prolongación de los muros
rematados con pilastras o antas), cella (cámara central rectangular con tres
naves en la que se aloja la estatua del dios) y opistódomos (cámara situada en
la parte posterior del templo, sin acceso directo a la cella, que sólo existe
en los templos grandes y donde se guardaban los objetos de culto y tesoros). El
arquitecto centraba su esfuerzo en la parte exterior del templo, ya que los
cultos eran allí. Por último, destacan también los siguientes edificios
civiles: las “stoas” (extensas galerías cubiertas), el ágora (plaza), los
pritaneos o asambleas (edificios para uso político formados por una presidencia
y un graderío) y las casas (construcciones cuadrangulares con patio).
Grecia posclásica y helenística: El
estilo de la Grecia posclásica se impuso sobre todo en la segunda mitad del
siglo IV a. C., y tuvo su origen en la unión entre Oriente y Occidente
conseguida por Alejandro Magno. Destacan estas construcciones: los monumentos
al triunfador olímpico, los “tholos” y las construcciones
monumentales. Posteriormente, entre los siglos III y I a. C., se dio la
arquitectura helenística, en la que las construcciones son más complejas, tienen
más elementos decorativos y emplean el estilo corintio. Destacan los altares
hípetros (sin techo).
Obras y autores más
representativos:
De
la arquitectura cretense destacan los palacios de Cnosos, Faistos y
Hagia-Triada. En la época micénica destacan la Puerta de los Leones
y la Tumba de Atreo. En la Grecia clásica destacan los santuarios de
Atenea en Atenas, de Apolo en Delfos, y de Zeus en Olimpia. Dentro del
santuario de Atenea destacan estos templos: el Partenón (de Ictino y
Calícrates), el Templo de Erecteión (se sostiene sobre cuatro cariátides,
columnas en forma de mujer, construidas por Filocles) y el Templete de
Atenea Niké (de Mnesicles). Otros templos son el Templo de Apolo
en Corinto, el Templo de Poseidón en Paestum, el Templo de Zeus
Olímpico y el Templo de Segesta. Sobresale también el teatro de
Epidauro (de Polícleto el Joven). De la época posclásica destaca la linterna
de Lisícrates, los “tholos” de Delfos, Olimpia y Epidauro, y el mausoleo
de Halicarnaso. En el periodo helenístico sobresale el altar de Pérgamo
y el faro de Alejandría.
2.2. La escultura en la
Grecia Antigua
Introducción histórica-cultural:
La
civilización griega se desarrolló principalmente en la Península Balcánica y en
la costa de Asia Menor, extendiéndose posteriormente por el Mediterráneo.
Fueron dos las civilizaciones precursoras de la cultura griega: la cretense (3000-1450
a. C.) y la micénica (1450-1200 a. C). En el siglo VIII a. C. comenzó la época
arcaica griega, en la que aparecieron las polis o ciudades estado.
Posteriormente llegó la época clásica y posclásica (s. V-338 a. C.), donde
destacaron personajes como Solón, Pericles, Sófocles, Esquilo, Hipócrates,
Sócrates o Platón. Con la conquista macedónica por parte de Filipo II (338 a.
C.) y la expansión de Alejandro Magno, comenzó el periodo alejandrino o
helenístico, en el que destacaron Aristóteles y Arquímedes.
La política
en Grecia se caracterizó por: la aparición de la polis, en la que el ciudadano
tiene todos los derechos y el hombre es la medida de todas las cosas; y el
surgimiento de la democracia. La economía de las polis se basaba en la
agricultura, la ganadería y el comercio. Los ciudadanos eran hombres libres que
se autogobernaban, pero el poder terminó recayendo en las familias más
poderosas, surgiendo clanes aristocráticos. Culturalmente, en Grecia
surgieron dos cosas de gran interés: la filosofía, una forma de entender la
realidad basada en la razón y no exclusivamente en los mitos; y la religión
antropomórfica (fueron los primeros en tener divinidades con forma humana).
Características generales
de la escultura griega:
·
Absoluta
primacía del cuerpo humano, que es esculpido en toda su plenitud.
·
En
Grecia se produce un dominio del material, tanto del mármol como del bronce
(utilizaban moldes de cera perdida), y trabajaban diferentes técnicas, como el
bulto redondo o el relieve.
·
Estudiaban
las leyes de la proporción a través del canon, es decir, buscaban la armonía de
las proporciones de las diversas partes del cuerpo a partir de fórmulas
matemáticas. El módulo suele ser la cabeza y se pretende elaborar un prototipo
ideal de cuerpo humano.
·
La
belleza ideal viene plasmada en el llamado perfil clásico, según el cual los
arcos superciliares se unen para que ningún elemento sobresalga del rostro.
·
El
cuerpo masculino siempre va desnudo y el femenino vestido o semidesnudo.
·
La
expresión de los rostros nunca denota sentimientos extremos. Sin embargo, a
partir de la obra de Skopas y del periodo helénico, los escultores introducen
en la plástica el dolor, el pathos (sufrimiento) y la expresividad.
Etapas y evolución:
De la escultura
cretense podemos destacar pequeñas estatuillas de marfil, bronce o arcilla
que portan serpientes.
Periodo
arcaico (siglos VIII-VI a. C.): Durante esta época, aparecen esculturas
hieráticas, con una composición rígida y con los brazos pegados al cuerpo.
Destaca la utilización de la piedra, en la que se buscaba captar la anatomía
masculina, considerando al hombre como ideal de belleza. Las representaciones
femeninas se caracterizaban por: una anatomía esquematizada, ojos almendrados,
sonrisa arcaica y poco rigor en la plasmación de las vestiduras. Se realizaban
grupos escultóricos formados por figuras humanas y animales. Se representaba el
movimiento, adquiriendo así la escultura un mayor realismo. Destacan dos tipos
de estatuas: el kurós (estatua en la que se capta el cuerpo de un atleta
masculino de pie, con los brazos pegados al cuerpo, pierna avanzada y mirada al
frente en gesto inexpresivo) y la koré (estatua femenina vestida, con un brazo
pegado al cuerpo sujetándose el vestido y con el otro brazo extendido
ofreciendo algo a la divinidad).
Transición
al periodo clásico y periodo clásico (siglo V a. C.): durante la transición
al periodo clásico se producen estos cambios: el abandono de la sonrisa arcaica
por rostros serios y sin expresividad; la expresión plástica y el movimiento
son más naturalistas; y la forma de tratar la piel es más delicada. Durante el
periodo clásico, el ideal de belleza se centró en el canon, la anatomía
corporal y la representación de una cabeza redondeada con facciones idealizadas
y simétricas. Destacan dos etapas: el primer clasicismo o periodo severo
(destacan Mirón y Policleto), y el gran clasicismo (destaca Fidias).
Periodo
posclásico (siglo IV a. C.) y
helenístico (siglos III-I a. C.): En el periodo posclásico se da un gran
giro, ya que comienza a buscarse la belleza y la perfección a través de lo
diverso y de lo expresivo. El resultado fue una escultura personalista en la
que se expresan los sentimientos. Así, nació la plasmación del sentimiento
humano. Las causas de este cambio fueron dos: la aplicación de la teoría
socrática, que sostenía que había que captar al hombre con su “ethos” (carácter
moral) y con su “pathos” (pasiones); y la influencia de los retratos de
Alejandro Magno, en los que se le representaba de forma realista y no
simbólica. Por otro lado, la escultura helenística tiende a copiar los estilos
anteriores, por lo que el avance en este periodo no fue en la técnica sino en
la temática. Así, se introduce: la infancia (esculturas naturalistas de niños),
la violencia (se representan peleas, combates o competiciones), la fealdad, el
exotismo y el erotismo. Por último, decir que la muerte de Alejandro Magno
provocó una fragmentación del estilo griego: por un lado se siguieron los
principios clásicos y por otro se acentuó el dinamismo.
Obras y autores más
representativos:
Del periodo arcaico destacan: “Kleobis y Biton”,
la “Koré del peplo” y la “Dama de Auxerre”.
De
la transición al clasicismo son destacadas las esculturas del “Auriga de
Delfos”, el “Poseidón” y el “Efebo de Kritios”. En el periodo
clásico destacaron tres autores: Mirón (broncista cuyo objetivo era
plasmar el cuerpo del ser humano en movimiento y del que destaca el “Discóbolo”),
Policleto (excelente broncista y teórico de la escultura que escribió
una obra titulada “Canon” y entre cuyas esculturas destaca el “Doríforo”,
el “Diadúmeno” y la “Amazona”) y Fidias (también excelente
broncista y teórico de la escultura, cuyas obras reflejan el idealismo y la
perfección técnica y que destaca por la “técnica de los paños mojados”, con la
que consigue un especial tratamiento de los pliegues y una sensación de
transparencia), que sobresale por la decoración escultórica del Partenón
(utiliza frontones con esculturas de bulto redondo, altorrelieves en las
metopas con temas de héroes y bajorrelieves en el friso de las Panateneas), la
“Atenea Promachos” (defensora) y “Atenea Parthenos” (triunfante).
En
la etapa posclásica destacan otros tres autores: Skopas (creó una
escuela denominada “moral”, supo captar las figuras con una expresión de
melancolía y sufrimiento, y destaca por la “Cabeza de Meleagro”), Praxíteles
(buscó la expresividad de la gracia juvenil en las sonrisas levemente
idealizadas y en la ligera curvatura de los cuerpos, la curva praxiteliana, por
lo que sus obras eran sensuales y hedonistas, y entre ellas destacó “Hermes
con Dionisos niño”, la “Venus de Cnido” y el “Apolo Sauroctono”)
y Lisipo (aplicó el “Canon” de Policleto, maestro suyo, dándole
esbeltez, añadió a sus obras rasgos propios de Alejandro Magno, y destacó por “Apoxiomenos”
y “Hércules Farnesio”). De la etapa helenística destacan obras como: “Venus
de Milo”, “Victoria de Samotracia”, “Laocoonte y sus hijos”, altar
de Zeus en Pérgamo y “Toro Farnesio”.
2.3. La cerámica y la pintura
en la Grecia Antigua
Cerámica: En Grecia, la función de la
cerámica era doble: la práctica y la decorativa. En la época oscura las piezas
se pintaban con motivos geométricos. En la época arcaica se crearon la formas
fundamentales que se repiten en el periodo clásico, posclásico y helenístico:
el ánfora (guardar alimentos), el cántaro (beber vino en los banquetes), la
crátera (mezclar el vino y el agua), la hidra (destinada al agua) y el píxime
(para los perfumes). Para la decoración en la etapa arcaica, se utilizaban
motivos geométricos en franjas blancas sobre fondo negro, aunque surgió la
figuración animal y humana, siendo sus temas principales de carácter funerario.
La decoración más característica surgió en Atenas en el siglo VI a. C., con dos
corrientes: la escuela de las figuras negras (figuras negras sobre fondos
rojizos) y la escuela de las figuras rojas (figuras rojas sobre fondos negros).
La temática de las pinturas en la cerámica podía ser: sobre dioses y héroes,
sobre el deporte y la cultura, o sobre la vida cotidiana. En la época clásica
se dio una nueva corriente, que utilizaba colores sobre fondos blancos. En los
periodos posclásico y helenístico destacó la decoración con figuras rojas sobre
fondos blancos.
Pintura: De la pintura griega, que se
realizaba tanto mural como de caballete, nos han llegado tan solo documentos de
la época en los que se citan abundantes obras y autores. Por estos textos, se
conocen a cuatro grandes pintores del siglo V a. C.: Polignoto, Parmenios,
Apolodoro y Zeuxis; y dos de gran fama del siglo IV a. C.: Apeles y Filoxenos
de Eretria.
3. EL ARTE DE ROMA
3.1. La arquitectura en
Roma
Introducción
histórica-cultural:
Entre
los siglos VIII y VII a. C., la Península Itálica estaba habitada por diversos
pueblos: los etruscos, los griegos y los latinos. Estos últimos instauraron una
monarquía apoyada en el Senado. En 509 a. C., finalizó la monarquía, dando paso
a una República aristocrática, que duró
hasta el año 27 a. C. Esta tenía diversas instituciones (los comicios, los
magistrados y el Senado), y se enfrentó a los cartagineses (Guerras Púnicas) y
a los griegos. Sin embargo, las desigualdades llevaron a guerras civiles, con
lo que los generales Pompeyo, Craso y César formaron un triunvirato. En 48 a.
C., César se hizo con el poder proclamándose dictador perpetuo y, en 44 a. C.,
fue asesinado. Así, entre 43 y 38 a. C., Octavio, Marco Antonio y Lépido
formaron el segundo triunvirato. En 36 a. C., Octavio le quitó las territorios
a Lépido y, en 31 a. C., Marco Antonio y Cleopatra fueron derrotados en la
batalla de Accio. En 27 a. C., Octavio dio paso al Imperio, que se dividió en dos
etapas: la paz romana (27 a. C.-196) y la crisis (196-476).
La sociedad
romana estaba muy jerarquizada, dividiéndose los hombres en: patricios
(privilegiados, con tierras y plenos derechos políticos), plebeyos (personas
libres, sin derechos, que se dedicaban a la agricultura, la artesanía y el
comercio) y esclavos (eran propiedad de su dueño y, al ser liberados, se
convertían en libertos). El legado de Roma fue inmenso (el derecho
romano, la lengua latina, las obras públicas, la cultura o la transmisión de la
cultura griega). Entre los siglo III y I a. C., los romanos conquistaron la Península
Ibérica y romanizaron a los pueblos prerromanos.
Características generales
de la arquitectura romana:
·
Tiene
una íntima conexión con el arte etrusco y griego.
·
Debido
a la gran expansión del Imperio, influyó mucho en la arquitectura occidental.
·
El
sentido práctico del pueblo romano fue aplicado a la arquitectura.
·
Se
introdujeron novedosos métodos constructivos.
·
Era
una arquitectura de carácter monumental, perdiéndose la idea griega de
proporción.
·
Los
materiales utilizados son diversos: la madera (en cubiertas y casas), el
ladrillo (tenía dos variantes: “later crudus”, arcilla secada al sol, y “later
coctus”, cocido al horno), la piedra (principalmente en tres formas: “opus
incertum”, “opus reticulatum” y “opus cuadratum”, introduciéndose el mármol en
la época de Augusto) y el hormigón (“structura caementicia”, que era una mezcla
de cal, arena y roca volcánica).
·
Como
soporte se utilizó la columna, que fue de orden dórico, jónico, corintio,
toscano (fuste liso y collarino separado del equino), compuesto (mezcla de
jónico y corintio) y rústico (con fuertes pilastras). Destacó también la
superposición de órdenes en las grandes construcciones.
·
En
Roma destacaron varios tipos de cubiertas: arquitrabadas (vigas de madera,
cubriéndose el edificio con una techumbre a dos aguas), sistema abovedado (se
utilizaba el hormigón y el sistema alveolar para no hundir el techo, destacando
la bóveda de cañón, consistente en una prolongación del arco de medio punto) y
cúpulas de media naranja (se colocaba hormigón sobre una estructura de madera
llamada cimba y se rebajaba el peso interior con casetones).
Etapas y evolución:
En el mundo romano, la ciudad
era el centro neurálgico. El tipo de urbanismo empleado fue heredado de los
etruscos y consistía en una superficie rectangular atravesada por dos grandes
calles: el cardo (de norte a sur) y el decumano (de este a
oeste). En el cruce de estas calles estaba el foro (plaza pública). En Roma se
construyeron cuatro foros: el de César, Augusto, Nerva y Trajano. A
partir del siglo III, se rodeó la ciudad de murallas.
Entre los edificios religiosos, el templo romano siguió el modelo
etrusco, elevando el basamento de forma que sólo se pudiera acceder por la
parte frontal. Las columnas, por influencia griega, podían rodear el edificio,
estando exentas en el frente y adosadas al muro en los laterales. Entre los edificios políticos destacan: la curia
(inspirada en el pritaneo griego, con graderío y presidencia) y el pretorio
(lugar con planta cuadrada, patio central y torres en los ángulos, donde
habitaban y juzgaban los pretores). El edificio
comercial más destacado fue la basílica, que, utilizada para
transacciones mercantiles, se componía de salas divididas por columnas en
varias naves, y constaba de un ábside desde donde se presidían las sesiones.
Entre los edificios domésticos
destaca la casa o domus, compuesta por: “vestibulum”, “atrium” (donde
estaba el “impluvium” y el “compluvium”) y “peristilum” (donde estaban los
dormitorios o “cubiculum”, la sala de estar o “tablinum” y el comedor o
“triclinium”). El edificio social más
destacado son las termas, grandes conjuntos usados para baños, reuniones
y recreo. Existían departamentos para baños calientes (“caldarium”), templados
(“tepidarium”) y fríos (“frigidarium”). También existían vestíbulos
(“apodyterium”), palestras y gimnasios.
Entre las construcciones para espectáculos destacan: el teatro romano
(compuesto por cávea, “orchestra” semicircular y escena, era un lugar para
espectáculos intelectuales, construido sobre galerías abovedadas y con un
decorado arquitectónico en la escena), el anfiteatro (para espectáculos
populares, estaba compuesto por graderío, arena y estancias subterráneas) y el circo
(dedicado a las carreras de caballos y de carros, deporte patricio, se dividía
en arena, espina y establos). Los mausoleos fueron las principales construcciones funerarias, construidos
en las afueras con formas curiosas. Las edificaciones
conmemorativas se colocaban en el foro, y destacan: el arco de triunfo
(inspirado en las puertas de Babilonia y de las ciudades etruscas, exaltaba un
acto bélico y se componía de pilonos laterales, vano y ático) y la columna
conmemorativa (decorada con relieves y coronada con la estatua del
emperador). Entre las obras de ingeniería
romanas destacan: las vías o calzadas, los puentes, los acueductos, las
cisternas y el sistema de cloacas.
Obras más representativas:
Entre
los templos romanos destacan la Maison Carrée en Nimes y el templo de
la Fortuna Virilis. Además, sobresalen una serie de construcciones
religiosas excepcionales: el Ara Pacis (realizado en mármol y heredero
de los altares hípetros), el Panteón (comenzado por Agripa y terminado
por Adriano, tiene planta circular, 15 exedras, una cúpula con óculo y un
pórtico octástilo) y el templo de Vesta (heredero de los “tholos” y de
finalidad decorativa). Destacan las basílicas Julia, Ulpia y de Majencio.
Sobresalen ejemplos de casas en Pompeya, Mérida e Itálica. Destacan las termas
de Trajano, de Caracalla o de Diocleciano, en Roma. Sobresalen los teatros
de Pompeya, Orange, Arles y Mérida; el anfiteatro Flavio (Coliseo) de
Roma (se caracteriza por la superposición de órdenes); y el Circo Máximo,
en Roma. Entre las construcciones funerarias, destacan la pirámide de Caio
Cestio, la tumba de Eurysarces, la tumba de Cecilia Metela y
el mausoleo de Adriano. Sobresalen también los arcos de Tito (con
un solo vano), de Séptimo Severo y Constantino (con tres vanos), y de
Caracalla (con forma de templete). Entre las columnas, destacan las de Marco
Aurelio y Trajano. Por último, mencionar los acueductos de Pont du Gard
en Nimes y de Segovia.
Arquitectura romana en
Hispania:
Cuando
llegaron los romanos a la Península Ibérica, ya existían ciudades creadas
por los colonizadores griegos, fenicios y cartagineses, a las que Roma añadió los
edificios propios de sus urbes (como el foro), creando también ciudades nuevas,
como: Tarraco, Itálica y Emerita Augusta.
Tarraco
era la capital de la provincia Tarraconense y fue fundada por los Escipiones. Con
Tiberio, se construyó en ella el templo de
Augusto. Esta ciudad se levantaba a lo largo de un desnivel en el que se
dispusieron dos grandes terrazas (comunicadas a través de una gran escalinata):
una alta, constituida por una plaza porticada con un gran templo en el centro;
y una baja, con otra plaza y estatuas e inscripciones en honor a Augusto. El
conjunto se completaba con un circo para celebraciones civiles. Como obra de
ingeniería destacó el gran acueducto de las
Ferreras.
Itálica,
situada en la provincia Bética, fue cuna de los emperadores Trajano y Adriano,
quien la reformó en el siglo II, aplicando el urbanismo romano: con aceran
porticadas y amplias calzadas. Fue una ciudad residencial y suntuaria, de la que
se conservan su anfiteatro y sus termas.
Emerita
Augusta, capital de la provincia de Lusitania y undécima ciudad más
importante del imperio, fue un foco cultural y comercial. En ella destacaron
sus edificios para espectáculos, como el teatro, el anfiteatro y el circo. Por
su importancia, la ciudad contó con dos acueductos:
el de San Lázaro (s. I) y el de los Milagros (s. II), ambos con arcos de
piedra y ladrillo.
Las
provincias de Hispania contaban con una de las mejores redes de vías del
Imperio, destacando tres: la Vía Hercúlea o de
Augusto (recorría Levante hasta Cádiz), la Vía
de la Plata (de Cádiz a Sevilla) y la Vía
del Norte (enlazaba Cataluña y Galicia). Además, se construyeron diversos puentes
(como los de Alconétar, Salamanca, Alcántara y
Mérida), arcos de triunfo (de un solo vano, como el de Bará o el de Cabanes; de tres vanos,
como el de Medinaceli; o de templete, como
el de Cáparra), acueductos
(sobresaliendo el de Segovia) y mausoleos
(destacando el sepulcro de los Escipiones o
la tumba de Lucio Emilio Lupo).
3.2. La escultura en Roma
Introducción
histórica-cultural:
Entre
los siglos VIII y VII a. C., la Península Itálica estaba habitada por diversos
pueblos: los etruscos, los griegos y los latinos. Estos últimos instauraron una
monarquía apoyada en el Senado. En 509 a. C., finalizó la monarquía, dando paso
a una República aristocrática, que duró
hasta el año 27 a. C. Esta tenía diversas instituciones (los comicios, los
magistrados y el Senado), y se enfrentó a los cartagineses (Guerras Púnicas) y
a los griegos. Sin embargo, las desigualdades llevaron a guerras civiles, con
lo que los generales Pompeyo, Craso y César formaron un triunvirato. En 48 a.
C., César se hizo con el poder proclamándose dictador perpetuo y, en 44 a. C.,
fue asesinado. Así, entre 43 y 38 a. C., Octavio, Marco Antonio y Lépido
formaron el segundo triunvirato. En 36 a. C., Octavio le quitó las territorios
a Lépido y, en 31 a. C., Marco Antonio y Cleopatra fueron derrotados en la
batalla de Accio. En 27 a. C., Octavio dio paso al Imperio, que se dividió en
dos etapas: la paz romana (27 a. C.-196) y la crisis (196-476).
La sociedad
romana estaba muy jerarquizada, dividiéndose los hombres en: patricios
(privilegiados, con tierras y plenos derechos políticos), plebeyos (personas
libres, sin derechos, que se dedicaban a la agricultura, la artesanía y el
comercia) y esclavos (eran propiedad de su dueño y, al ser liberados, se
convertían en libertos). El legado de Roma fue inmenso (el derecho
romano, la lengua latina, las obras públicas, la cultura o la transmisión de la
cultura griega). Entre los siglo III y I a. C., los romanos conquistaron la Península
Ibérica y romanizaron a los pueblos prerromanos.
Características generales
de la escultura romana:
·
Las
principales manifestaciones de la escultura romana fueron el retrato y el
relieve histórico.
·
Destaca
el sentido práctico que existía en el arte romano.
·
La
escultura romana tenía dos finalidades:
Ø
La
propaganda y la exaltación de emperadores, generales, magistrados y otros
personajes mostrados al pueblo como ejemplos.
Ø
La
docencia, ya que se narraban hechos históricos.
·
La
estética de la escultura romana es heredada de Grecia, aunque también de la
escultura etrusca. De este modo, el realismo y la expresividad que existe en
las esculturas romanas, fueron heredadas de las épocas posclásica y helenística
griegas, y de la retratística funeraria etrusca de los siglos IV y III a. C.
Etapas y evolución:
El retrato (orígenes y desarrollo): La retratística romana se inició en los siglos II y I a. C., es de
herencia etrusca y es esencialmente funeraria, por lo que destacó la
realización de máscaras funerarias y de retratos de antepasados. Estas obras
eran propias de las clases patricias y veneradas en los hogares. A finales del
siglo I a. C., el retrato comenzó a hacerse a personajes vivos, siendo las
primeras muestras los retratos hechos a Julio César. Así, se plasma de forma
muy realista los rasgos faciales, el carácter y el estado de ánimo del
retratado. Según el periodo, destacan dos tipos de retratos: el retrato
republicano (está hecho de bronce y terracota, se representa a personajes
públicos, son retratos honoríficos y destacan los hechos a Pompeyo y César) y
el retrato imperial (está más helenizado y en la época de Augusto se concibió
como base del retrato el clasicismo griego, manteniéndose siempre los rasgos
realistas). Durante el Imperio, el retrato alcanzó un inmenso desarrollo,
estableciéndose tres tipologías: el retrato de cuerpo entero, el busto y el
retrato de cabeza.
El
retrato de cuerpo entero: El retrato de cuerpo entero consistía en la
realización de piezas de bulto redondo que reflejaban al personaje en su
totalidad, a tamaño natural. Fue propio de emperadores, generales y grandes
magistrados, llegando a constituir un monumento público. Existieron cuatro
modalidades: “thoracatae” (es propio de generales o del emperador, a los
que se les representaba con una coraza como alegoría militar); “togato” (es
propio de abogados, senadores, sacerdotes y del emperador, que aparecen
vestidos con toga, como un magistrado); “apoteósico” (es propio
únicamente de los emperadores, que son representados desnudos, en todo su
esplendor y a modo de rey dios); y “ecuestre” (es el menos utilizado,
era un monumento dedicado a un foro u otro espacio público y se representaba al
personaje a caballo rodeado de la simbología de un vencedor de campañas
militares). Los talleres especializados en el retrato, solían tener los cuerpos
realizados, añadiendo después la cabeza del retratado al recibir el encargo.
El
busto y el retrato de cabeza: El busto consiste en una
representación de la cabeza y de la parte superior del cuerpo. Es propio de los
interiores y destacaron tres tipologías: “thoracatae”, “togato” y “apoteósico”.
El retrato de cabeza, por su parte, era colocado sobre un pequeño
pedestal. Era el tipo de retrato más barato y toda casa de patricio contaba con
un elevado número de retratos de sus miembros más importantes. También destacan
numerosos retratos de cabeza de emperadores. En el llamado retrato psicológico,
se busca captar, además de los rasgos faciales, el estado anímico y el carácter
del modelo.
El
relieve histórico: Otra tipología escultórica es el relieve histórico, que
era concebido como un documento en piedra. Así, los hechos más importantes de
la historia de Roma se representaban con realismo a través del relieve. Su
finalidad era docente y también tenía una función propagandística. Son dos las
técnicas propias de los relieves romanos: el “horror vacui” (consistente
en llenar toda la superficie con figuras o motivos sin dejar un espacio vacío)
y el sistema cristalino (por el que se unían todas las escenas sin
ningún elementos de separación entre ellas).
Obras más representativas:
Entre los retratos de cuerpo entero realizados en la
escultura latina podemos destacar: “Augusto de Prima Porta” (es un
“thoracatae” que busca expresar dinamismo, y la autoridad y divinidad del
emperador, destacando los relieves que presenta la coraza), “Brutus
Barberini” (un “togato”), “Augusto como pontífice” (un “togato”), “Retrato
de Claudio” (un “apoteósico”) y “Retrato ecuestre de Marco Aurelio”
(representa la entrada del emperador en Roma, llevando el manto de general y el
brazo extendido en actitud de saludo). Entre los bustos podemos destacar: el “Busto
de Catón y Porcia”, el “Busto de Junius Brutus” (es un “togato” en
el que se busca captar el fuerte carácter, la severidad y la voluntad enérgica
de la persona), el “Busto de Adriano con coraza” y el “Busto de
Caracalla” (estos dos últimos destacan por la técnica del trépano, con la
que se resaltan las ondulaciones del pelo). De los retratos de cabeza diremos
que destacan el “Retrato de Calígula” y el “Retrato de Trajano”.
Por
último, entre los relieves históricos sobresalen tres obras: los relieves
del “Ara Pacis” (muestran alegorías relacionadas con la fundación de Roma,
y se combinan altorrelieves, bajorrelieves y mediorrelieves para marcar
profundidad), los relieves del arco de Tito (se destaca la victoria de
Roma sobre Jerusalén, y sobresalen los espacios sin esculpir para mostrar
movimiento) y los relieves de la columna de Trajano (los relieves se
desarrollan en espiral alrededor del fuste y narran cronológicamente las
campañas en la Dacia, a base de detalles realistas y de la utilización del
retrato).
4. EL ARTE PALEOCRISTIANO
4.1. La arquitectura
paleocristiana
Introducción
histórica-cultural:
En
el siglo I a. C., Palestina, cuna del cristianismo, era una monarquía vasalla
del Imperio romano que, tras la muerte del rey Herodes el Grande (4 a. C.), se
convirtió en una provincia romana. En este contexto, podemos situar el
nacimiento de Jesús de Nazaret en el año 5 a. C. y su muerte en 30 d. C. (el
error en la determinación del año cero fue cometido por Dionisos el Exiguo). La
de Cristo es una doctrina sencilla, basada en el amor al prójimo y en la vida
eterna, que fue expandida por sus doce apóstoles en el Imperio romano y a lo
largo del mundo.
La
religión propia de Roma era politeísta, pero también se aceptaban otros credos
dentro del Imperio. Así, en un principio, el cristianismo fue respetado. Más
tarde, debido a su rápida extensión e influencia social, fue perseguido hasta
que, en el Edicto de Milán de 313, Constantino proclamó la libertad de culto.
Posteriormente, en el Concilio de Nicea (325) se abolió el paganismo, y, con el
Edicto de Tesalónica (380), la religión cristiana fue declarada por Teodosio la
oficial del Imperio.
En
estos primeros cinco siglos del cristianismo surgió el arte paleocristiano, que
se inicia a comienzos del siglo I, durante el gobierno de Tiberio, y abarca
hasta finales del siglo V. La introducción de nuevos conceptos sociales y
morales permitió una renovación radical con respecto a lo anterior que fue la
base del arte medieval. Destacan dos claras etapas en este arte: periodo de la
Iglesia perseguida (se desarrolló entre los siglos I y III, cuando la
creatividad artística tuvo que ser camuflada y la persecución favoreció la
creación de temas simbólicos) y periodo de la Iglesia triunfante (se desarrolló
entre los siglos IV y V, cuando emergió una nueva Iglesia totalmente libre y
surgió la primera arquitectura cristiana, con edificios para los ritos y el
culto).
Características generales
de la arquitectura paleocristiana:
Como
anteriormente hemos apuntado, en el arte paleocristiano destacan dos periodos,
cada unos los cuales se corresponde a una tipología arquitectónica: en el arte
de la Iglesia perseguida destacó la construcción de catacumbas, y en el arte de
la Iglesia triunfante, destacó la construcción de basílicas. Las
características generales de la arquitectura del segundo periodo (surgida a
partir del siglo III) son:
·
Fue
a partir del Edicto de Milán cuando comenzaron a levantarse edificios
cristianos.
·
Estos
edificios eran sufragados por los fieles, el Estado o el mismo emperador.
·
Las
construcciones más importantes se erigieron en Roma y en Jerusalén.
·
Las
principales tipologías constructivas fueron:
o
Las
basílicas, para el culto y la reunión de los fieles.
o
Los
llamados “martyria”, para la veneración de las reliquias.
o
Los
baptisterios, para la celebración del sacramento del bautismo.
o
Los
mausoleos, para el enterramiento de personajes importantes.
Etapas y evolución:
Iglesia perseguida (catacumbas): Las únicas construcciones que se llevaron a cabo durante los tres
primeros siglos del cristianismo fueron las denominadas catacumbas. Estas eran
cementerios que tenían su razón de ser en la no aceptación de la cremación del
cuerpo (sistema romano) por parte de los cristianos. Para la realización de las
catacumbas se contaba con los “collegia funeraria” (negocio llevado por paganos
que aseguraba el enterramiento a partir de una cuota regular), que compraban
terrenos y excavaban galerías, donde se disponían los nichos. Así, la
existencia y el emplazamiento de las catacumbas eran conocidos por los romanos.
Las partes de las catacumbas eran: las “catabaticum” (rampas
estrechas y descendentes por las que se entraba), las galerías o “ambulacrum”,
los nichos o “locui” (dispuestos en las paredes de las galerías, y
destacando los “arco solium”, nichos de mayor tamaño rematados en forma de
arco), los “cubiculum” (pequeños espacios al final de las galerías) y
los lucernarios o respiraderos (que proporcionaban ventilación).
Iglesia
triunfante (basílicas): Las basílicas paleocristianas comenzaron a
construirse a partir del siglo III y fueron los edificios fundamentales,
necesarios para la congregación de fieles y para la celebración de la
Eucaristía. Seguramente estaban inspiradas en la estructura de la basílica
comercial romana, que podía alojar a un gran número de personas. Sus partes
eran: el patio o atrio (lugar por donde se entraba y que tenía una
fuente en el centro), el nártex (lugar donde permanecían los catecúmenos
durante los cultos), el cuerpo de la basílica (dividido en tres o cinco
naves por columnas y arquerías, siendo la nave central de mayor anchura y
altura), el crucero o transepto (un espacio estrecho y largo que se
cruzaba perpendicularmente, creando una separación entre las naves y la parte
sagrada o altar), la cabecera o ábside (era el lugar sacro, tenía forma
semicircular, estaba rodeado de un banco para los sacerdotes y presidido por un
sitial para el obispo que se llamaba cátedra), el ara o altar (se
situaba en el centro, encima de él existía un baldaquino y, en ocasiones, el
ábside disponía de una pequeña columnata con cortinas que cubrían el altar en
el momento de la consagración, recibiendo esto el nombre de iconostasis), la cripta
(se solía ubicar bajo la cabecera y albergaba alguna reliquia) y dos
sacristías (a ambos lados de la cabecera). Con respecto al simbolismo
de la basílica, podemos destacar: la planta en forma de cruz en alusión
a la de Cristo; la orientación del ábside hacia el este, señalando los
Santos Lugares y el lugar por donde sale el sol (en alusión a las palabras “Yo
soy la Luz del mundo”); y un único altar marcando la unidad de la
Iglesia. Otros edificios fueron: los “martiria” (dedicados a la
veneración de reliquias), los baptisterios (dedicados a la celebración
del bautismo) y los mausoleos (para enterramientos). Todos ellos son de
planta centralizada, en cuyo centro se coloca el elemento primordial (la
reliquia, la pileta bautismal o el sepulcro), cubriéndose la construcción con
una cúpula de media naranja.
Obras más representativas:
Con
respecto a las catacumbas, podemos destacar las de Santa Inés, San
Sebastián, San Calixto, Santa Domitila y Vía Amapo. En relación a las
basílicas, podemos destacar las existentes en Roma y Jerusalén. En Roma
destacan estas basílicas: San Juan de Letrán (por Constantino entre 313
y319), San Pedro (entre 326 y 333), San Pablo Extramuros (hacia
330), Santa María la Mayor (tras el concilio de Éfeso) y Santa Sabina
(entre 422 y 432). Así mismo, podemos destacar los mausoleos de Santa
Constanza y Gala Placidia, y el baptisterio de San Juan de Letrán.
Entre los edificios de Jerusalén, destacan: el Santo Sepulcro (fue
construido por Constantino entre 331 y 332, y constituye una sola construcción
formada por tres edificios: una basílica con la roca del Calvario, un gran
patio donde estaba expuesta la Vera Cruz y un “martyrium” con los restos del
sepulcro), la Basílica de la Ascensión (fue construida por Constantino
entre 331 y 332, y erigida sobre la piedra desde la que Cristo ascendió al
cielo) y la Basílica de la Natividad (fue construida por la emperatriz
Helena en 333 sobre los restos del pesebre donde nació Cristo, y en ella se
mezclan las tipologías basilical y de “martyrium”).
4.1. Las artes figurativas
paleocristianas
Introducción
histórica-cultural:
En
el siglo I a. C., Palestina, cuna del cristianismo, era una monarquía vasalla
del Imperio romano que, tras la muerte del rey Herodes el Grande (4 a. C.), se
convirtió en una provincia romana. En este contexto, podemos situar el
nacimiento de Jesús de Nazaret en el año 5 a. C. y su muerte en 30 d. C. (el
error en la determinación del año cero fue cometido por Dionisos el Exiguo). La
de Cristo es una doctrina sencilla, basada en el amor al prójimo y en la vida
eterna, que fue expandida por sus doce apóstoles en el Imperio romano y a lo
largo del mundo.
La
religión propia de Roma era politeísta, pero también se aceptaban otros credos
dentro del Imperio. Así, en un principio, el cristianismo fue respetado. Más
tarde, debido a su rápida extensión e influencia social, fue perseguido hasta
que, en el Edicto de Milán de 313, Constantino proclamó la libertad de culto.
Posteriormente, en el Concilio de Nicea (325) se abolió el paganismo, y, con el
Edicto de Tesalónica (380), la religión cristiana fue declarada por Teodosio la
oficial del Imperio.
En
estos primeros cinco siglos del cristianismo surgió el arte paleocristiano, que
se inicia a comienzos del siglo I, durante el gobierno de Tiberio, y abarca
hasta finales del siglo V. la introducción de nuevos conceptos sociales y
morales permitió una renovación radical con respecto a lo anterior que fue la
base del arte medieval. Destacan dos claras etapas en este arte: periodo de la
Iglesia perseguida (se desarrolló entre los siglos I y III, cuando la
creatividad artística tuvo que ser camuflada y la persecución favoreció la
creación de temas simbólicos) y periodo de la Iglesia triunfante (se desarrolló
entre los siglos IV y V, cuando emergió una nueva Iglesia totalmente libre y
surgió la primera arquitectura cristiana, con edificios para los ritos y el
culto).
Características generales
de las artes figurativas paleocristianas:
Como
anteriormente hemos apuntado, en el arte paleocristiano destacan dos periodos: el
arte de la Iglesia perseguida y el arte de la Iglesia triunfante. Las artes
figurativas del arte de la Iglesia perseguida se caracterizan por:
·
Fueron
conjuntos de pinturas, de series de incisiones y de breves gráficos, carentes
de valor técnico y estético, ya que buscaban principalmente el simbolismo.
·
Podían
decorar las casas de los cristianos.
Por
otra parte, las artes figurativas de la Iglesia triunfante se caracterizan por:
·
Las
técnicas y la estética eran puramente romanas.
·
No
buscaban sólo el simbolismo, sino también la calidad y la belleza.
·
Surgen
nuevos temas a partir de los dictados de grandes teólogos, como San Agustín,
San Juan Crisóstomos o San Jerónimo.
·
Destacaron
dos corrientes en las representaciones de Cristo: la escuela filosófica de
Alejandría (se representa a Cristo como un joven, imberbe e idealizado, en una
alegoría de su vitalidad y fuerza) y la escuela teológica de Siria (el llamado
“Cristo siriaco” era una representación de cómo hubiera sido el propio Cristo:
moreno, con el pelo largo y barbado).
Etapas, evolución y obras
más representativas:
Iglesia perseguida: Dentro de las artes
figurativas de la Iglesia perseguida, destacan dos tipos de temas: los
cristológicos y los del Antiguo Testamento. Con respecto a los temas
cristológicos diremos que recogían el testimonio de la crucifixión de
Cristo y sus milagros. Destaca la influencia de la tradición judía, que
prohibía la representación de imágenes. Así, los temas principales de este tipo
fueron: el crismón (eran anagramas, es decir, las iniciales del nombre
de Cristo en griego superpuestas, que podían estar flanqueadas por el alfa y el
omega), el cordero o “Agnus Dei” (simboliza a Cristo que se entrega como
víctima para salvar a la humanidad), el pez (el nombre en griego de este
animal son las iniciales de “Jesús Cristo Dios Hijo Salvador”), los panes
(alegoría del milagro bíblico de los panes y los peces, que simboliza el poder
divino del profeta y la Eucaristía), el Buen Pastor (es una alegoría de
Cristo como conductor del rebaño, que es la Iglesia) y el ancla (representa
la cruz de Cristo, simbolizando la crucifixión, que supuso la redención de los
hombres para los cristianos). Por otra parte, con respecto a los temas del
Antiguo Testamento, diremos que destacaron: Adán y Eva (alegoría del
pecado y de la expulsión del Paraíso), el sacrificio de Isaac
(representando la obediencia debida a Dios), Daniel en el foso de los leones
(símbolo de la efectividad de la oración o la súplica), David y Goliat
(símbolo de que la inteligencia puede vencer a la fuerza bruta), Noé y el
Diluvio Universal (mostrando a los fieles el castigo divino y la salvación
de los justos) y los orantes (son figuras con los brazos alzados en
ademán de súplica simbolizando la oración que los fieles deben hacer a Dios).
Iglesia triunfante: En las artes
figurativas de la Iglesia triunfante podemos destacar tres realizaciones:
mosaicos, esculturas y sarcófagos. Los mosaicos se componían con la
técnica romana del “opus tessellatum”. Destacaron diversos nuevos temas iconográficos:
la Exaltación de la Cruz (se representa la Vera Cruz), la Entrega de
la Ley (se representa la entrega de la doctrina a San Pedro y San Pablo,
expresando la universalidad de la fe), la Pastoral Celeste (constituye
una ampliación de la iconografía del Buen Pastor) y la Entrega de los
Mandamientos a Moisés (se representa a Dios Padre sedente entregando a
Moisés las Tablas de la Ley). Podemos destacar los mosaicos de la capilla de los Santos Primo y Feliciano, del ábside del
mausoleo de Gala Placidia y del ábside de Santa Constanza.
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