12. EL ARTE DEL “QUATTROCENTO” ITALIANO
12.1. La arquitectura del “Quattrocento”
italiano
Introducción histórica-cultural:
En el siglo XV terminó la
Edad Media y comenzó la Edad Moderna con la toma de Constantinopla en 1453. La sociedad
del nuevo periodo se caracterizó por el crecimiento demográfico, la
estructuración estamental, y el mantenimiento de la nobleza y el clero como
estamentos privilegiados, por debajo de los cuales estaba el campesinado y la
burguesía. Destacaron los descubrimientos geográficos que se realizaron
gracias a nuevos inventos, como la brújula, el astrolabio o la carabela. En
este momento se dio un premercantilismo, en el cual comenzaron a
instalarse las bases del futuro capitalismo, apareciendo los préstamos con
intereses y basándose las monarquías en teorías bullonistas, es decir, en la
acumulación de riquezas. En cuanto a la política en Europa, se
desarrollaron monarquías autoritarias en Inglaterra, Francia o la Península
Ibérica, y se mantuvo la fragmentación territorial en el Sacro Imperio e
Italia. Los Gobiernos independientes italianos se hicieron fuertes y en ellos
gobernaron familias burguesas (los Médicis en Florencia o los Sforza en Milán).
Las ciudades del norte se desarrollaron y los Estados Pontificios estuvieron
gobernados directamente por el papado.
Italia no había
llegado a desvincularse de la antigua civilización romana y a ella llegaron
sabios tras la toma de Constantinopla que dieron a conocer aspectos de la
antigua cultura griega. El nacimiento de las Academias propició un estudio del
ser humano, lo que llevó a un antropocentrismo que propició el humanismo del
siglo XVI, difundido a través de la imprenta (inventada en 1456 por Gutenberg).
En filosofía, preponderó el neoplatonismo, que permitía armonizar el mundo
clásico con el cristianismo. Entre los humanistas más destacados sobresalen
Dante, Petrarca o Boccaccio.
Características generales de la arquitectura
del “Quattrocento” italiano:
En el “Quattrocento” (siglo XV) se produjo una reimplantación de las ideas
estéticas clásicas, lo que dio lugar al Renacimiento, término acuñado
por Giorgio Vasari. Así, se introdujeron diversos cambios (recuperación
de los modelos clásicos, alejamiento de la temática religiosa y estudio
matemático de las proporciones), siendo imprescindible la acción de los tratadistas
del arte, como Leon Battista Alberti. El arte del “Quattrocento” partió de
la ciudad de Florencia gracias al impulso de la familia Médicis, que
actuó como mecenas, esto es, persona adinerada que sufragaba la creación
de un determinado artista y que fue determinante en la revalorización del papel
del creador artístico.
Se introdujo un nuevo
concepto de urbanismo por el cual la ciudad comenzó a ser diseñada a la
medida del hombre, contribuyendo a este cambio el tratado “De Architectura” de
Vitrubio (siglo I a. C.), en el que se indican las características que debe
tener una ciudad ideal. Respecto a la arquitectura, diremos que en ella
también se dieron una serie de cambios: se empleó el arco de medio punto
y otros elementos de la arquitectura clásica; se pretendió la adecuación al ser
humano, buscándose la horizontalidad; y se aspiraba en las construcciones a la
perfección matemática. Destacaron dos tipologías constructivas: la
iglesia y el palacio renacentista. Existieron dos tipos de iglesias:
unas con planta de cruz latina, que imitaban las basílicas paleocristianas; y
otras con planta centralizada, que reflejaban perfección y simetría. Además, en
estos edificios, la cúpula fue un elemento de gran importancia, pues
simbolizaba la bóveda celeste y en ella centraron sus esfuerzos los
arquitectos. Respecto al palacio renacentista, diremos que se
caracterizó por: estructurarse en torno a un patio central, normalmente de
planta cuadrada, con cuatro crujías alrededor; la apertura de la planta baja al
patio con arquerías a modo de peristilo; la presencia de grandes ventanas,
debido a la desaparición de los elementos defensivos; y el sentido horizontal
de las fachadas, reforzado por unas cornisas muy voladas.
Principales artistas y obras más
representativas:
En Florencia, destacaron dos
autores: Filippo Brunelleschi y Leon Battista Alberti.
Brunelleschi fue el
primer gran arquitecto del Renacimiento y comenzó trabajando como orfebre y
escultor. En sus obras utilizó los elementos clásicos, las proporciones
matemáticas y las perspectivas, destacando entre ellas: la cúpula de Santa María de las Flores (tras vencer el concurso para
su construcción, Brunelleschi inició la cúpula en 1420, componiéndose esta de
un tambor octogonal preexistente sobre el que se dispusieron 24 nervios
cruzados que componen el sistema llamado espina de pez, con el cual se
sostienen dos cúpulas, una interna casi semiesférica y otra exterior ovoidal,
destacando un remate final constituido por una linterna); el hospital de los Inocentes (en esta obra
destaca el pórtico, formado por arcadas que dividen espacios matemáticamente
cúbicos); las basílicas de San Lorenzo y de
Santo Spirito (en ambas cuentan con planta de cruz latina, tres naves
divididas por columnas clásicas, un entablamento partido que sostiene arcos de
medio punto y unos techos planos, destacando la uniformidad de la luz, la
bricomía y las capillas adosadas); la Sacristía
Vieja de San Lorenzo y la capilla Pazzi (ambas con planta centralizada
cubierta con cúpula, destacando en la fachada de la capilla de los Pazzi un
pórtico con columnas clásicas y un gran arco de medio punto cubierto con una
bóveda de casetones); y el Palacio Pitti
(obra que determinó el prototipo de palacio renacentista, sobresaliendo una
fachada que recrea la arquitectura romana con sillares rústicos en el cuerpo
inferior y sillares almohadillados en el superior). Entre los discípulos de
Brunelleschi destacó Michelozzo, que creó el prototipo de palacio
renacentista toscano y es autor del Palacio
Médici-Riccardi, situado en Florencia y cuya fachada recuerda al Palacio
Pitti, sobresaliendo los vanos de medio punto geminados y la cornisa muy
volada. Otra obra de este autor fue el Convento
de San Marcos.
Alberti, por su
parte, tuvo una gran cultura clásica y un especial interés por teorizar sobre
el arte. Escribió tratados de escultura, pintura y arquitectura, destacando “De
re aedificatoria”, en el que intentó simplificar el tratado de Vitrubio,
formulando también nuevas teorías como la de la perspectiva que plasma en sus
construcciones. Entre sus obras destacaron: el templo
Malatestiano (situado en Rímini, en él el autor transformó una iglesia en
panteón, construyendo la fachada a modo de arco de triunfo y destacando la
sobriedad decorativa); la iglesia de San Andrés
de Mantua (construcción con planta de cruz latina y una única nave cubierta
con una bóveda de cañón con casetones, destacando una cúpula con grandes vanos
en su base y una fachada a modo de arco de triunfo); la fachada de Santa María Novella (situada en Florencia, fue realizada
en dos cuerpos, en los que se utilizan elementos clásicos como el frontón, las
volutas o las columnas, unidos al cromatismo tradicional de la fachada); y el Palacio Rucellai (situado en Florencia,
destaca la superposición de órdenes de su fachada, lo cual oponía un ritmo
vertical a la horizontalidad de los entablamentos). Entre sus discípulos es de
mencionar a Bernardo Rossellino, que llevó a cabo la planificación
urbanística de Pienza, encargada por el papa Pío II.
Fuera de Florencia,
tenemos otros focos en Lombardía y en Venecia. En Lombardía, el rasgo más característico fue la abundante decoración
de los muros exteriores de los edificios, con columnas abalaustradas,
hornacinas y relieves. Destacó el hospital de
Milán, realizado por Antonio Filarete. Por otra parte, en Venecia el arte gótico mantuvo una
fuerte presencia, destacando la arquitectura civil de los palacios y una
arquitectura religiosa caracterizada por los remates curvos de las fachadas. Es
de mencionar el Palacio Vendramin-Caleghi
y la iglesia de Santa Maria dei Miracoli,
de Pietro Lombardo.
12.2. La escultura del “Quattrocento” italiano
Introducción histórica-cultural:
En el siglo XV terminó la Edad Media y comenzó la Edad Moderna con la toma
de Constantinopla en 1453. La sociedad del nuevo periodo se caracterizó
por el crecimiento demográfico, la estructuración estamental, y el
mantenimiento de la nobleza y el clero como estamentos privilegiados, por
debajo de los cuales estaba el campesinado y la burguesía. Destacaron los descubrimientos
geográficos que se realizaron gracias a nuevos inventos, como la brújula,
el astrolabio o la carabela. En este momento se dio un premercantilismo,
en el cual comenzaron a instalarse las bases del futuro capitalismo,
apareciendo los préstamos con intereses y basándose las monarquías en teorías
bullonistas, es decir, en la acumulación de riquezas. En cuanto a la política
en Europa, se desarrollaron monarquías autoritarias en Inglaterra, Francia o la
Península Ibérica, y se mantuvo la fragmentación territorial en el Sacro
Imperio e Italia. Los Gobiernos independientes italianos se hicieron fuertes y
en ellos gobernaron familias burguesas (los Médicis en Florencia o los Sforza
en Milán). Las ciudades del norte se desarrollaron y los Estados Pontificios
estuvieron gobernados directamente por el papado.
Italia no había
llegado a desvincularse de la antigua civilización romana y a ella llegaron
sabios tras la toma de Constantinopla que dieron a conocer aspectos de la
antigua cultura griega. El nacimiento de las Academias propició un estudio del
ser humano, lo que llevó a un antropocentrismo que propició el humanismo del
siglo XVI, difundido a través de la imprenta (inventada en 1456 por Gutenberg).
En filosofía, preponderó el neoplatonismo, que permitía armonizar el mundo
clásico con el cristianismo. Entre los humanistas más destacados sobresalen
Dante, Petrarca o Boccaccio.
Características generales de la escultura del
“Quattrocento” italiano:
En el “Quattrocento”
(siglo XV) se produjo una reimplantación de las ideas estéticas clásicas, lo
que dio lugar al Renacimiento, término acuñado por Giorgio Vasari. Así,
se introdujeron diversos cambios (recuperación de los modelos clásicos,
alejamiento de la temática religiosa y estudio matemático de las proporciones),
siendo imprescindible la acción de los tratadistas del arte, como Leon
Battista Alberti. El arte del “Quattrocento” partió de la ciudad de Florencia
gracias al impulso de la familia Médicis, que actuó como mecenas, esto
es, persona adinerada que sufragaba la creación de un determinado artista y que
fue determinante en la revalorización del papel del creador artístico.
Entre las características
de la escultura del “Quattrocento” destacan:
·
La recuperación de los modelos clásicos,
destacando las siguientes temáticas:
o La mitología clásica y otros
temas profanos.
o El desnudo. Se sitúa al ser
humano en la cumbre de la creación aplicándose el ideal neoplatónico de
armonizar clasicismo y cristianismo.
o Los retratos de busto.
o La estatua ecuestre
monumental, que sirve para la exaltación pública de gobernantes o militares.
·
Utilización del mármol y el bronce.
·
La aparición de un mayor naturalismo
característico de la escultura romana.
·
La pérdida por parte de la escultura de su
carácter docente.
· El hecho de que con la escultura se buscara plasmar la belleza,
especialmente la del ser humano a través del desnudo.
Principales artistas y obras más
representativas:
Fueron muchos los
escultores destacados del “Quattrocento” italiano. Primeramente, destacaremos a
Lorenzo Ghiberti, orfebre y
escultor cuya principal obra fueron las segundas
puertas del Baptisterio de Florencia. En ellas, utilizando como modelo las
puertas que Andrea Pisano había realizado en el siglo XIV, dispuso 28 paneles
lobulados, cada uno con una escena del Nuevo Testamento y con pocos personajes
de gran fuerza anatómica y expresiva. Más tarde, recibió el encargo de las terceras puertas del baptisterio, las puertas del
Paraíso, en las que dispuso 10 paneles cuadrados, empleó los modelos
romanos (utilizando la progresión del altorrelieve al bajorrelieve) y la
perspectiva, y dio a sus figuras mayor fuerza, naturalismo y expresividad.
Otro autor fue Donatello, el gran escultor del
“Quattrocento” florentino, que se formó con Ghiberti y estudió la escultura
antigua en Roma. Logró representar la figura humana en diferentes estados
(infancia, juventud y senectud) y utilizó mármol, bronce e incluso madera.
Entre sus primeras obras destacan el “San
Jorge” (cuya estilización y equilibrio aún recuerdan al gótico, pero en la
que la postura y la fuerza expresiva anuncian el cambio) y el “Profeta Habacuc” (obra en la que se
representa al personaje como a un filósofo romano y en la que destaca el
estudio del cuerpo y del rostro e, incluso, la plasmación de la fealdad). En su
etapa de madurez, se observa un mayor movimiento e idealización en sus obras.
Durante este periodo, aportó un gran avance en los relieves, destacando el
“relievo schiacciato” (“relieve aplastado”), técnica que se aprecia en el “Banquete de Herodes” del Baptisterio de
Siena. Otro importante relieve fue la “Cantoría”
de la catedral de Florencia, en la que los personajes realizan movimientos
exagerados. Respecto al bulto redondo en esta etapa, diremos que destacó por el
“David”, una de las primeras obras desde
la Antigüedad en la que se representa al personaje desnudo en tamaño natural,
dando este una sensación de inestabilidad por el movimiento de la cadera (que
recuerda a la curva praxiteliana) y destacando el fuerte contraste entre su
belleza y juventud, y la gigantesca y tosca cabeza de Goliat. En 1443 se
trasladó a Padua y ejecutó la “Estatua
ecuestre de Gattamelata”, en la que se exalta el poder imitándose la
estatua ecuestre de Marco Aurelio. Tras su regreso a Florencia esculpió en
madera la “Santa María Magdalena penitente”,
en la que destaca la expresividad y el naturalismo.
Otros autores destacados fueron Jacopo della Quercia y la familia
Della Robbia, además de Andrea de Verrocchio y Antonio Pollaiuolo en la segunda
mitad del siglo. Jacopo della Quercia fue un escultor sienés en cuyas
obras mantuvo rasgos de la tradición gótica y de la escultura borgoñona del
siglo XV, a los que añadió las novedades del arte florentino del
“Quattrocento”, tendiendo sus realizaciones a la monumentalidad y destacando
entre ellas la “Fonte Gaia”. En la familia
Della Robbia sobresalieron: Luca della Robbia (autor de otra cantoría de
la catedral de Florencia y realizador caracterizado por su producción en
cerámica vidriada, con la que hizo distintas piezas, sobre todo medallones, con
temas religiosos, y donde las figuras se muestran en color blanco y los fondos
en azul), Andrea della Robbia y Giovanni della Robbia.
Finalmente, en la escultura de la segunda mitad del “Quattrocento” destacaron: Andrea
del Verrocchio (discípulo de Donatello y maestro de Leonardo da Vinci, su
obra se caracterizó por plasmar la fuerza interior de los personajes a través
de una gran carga expresiva, destacando por su “David”
y por el “Monumento ecuestre del condotiero
Colleoni”) y Antonio Pollaiuolo (siguió las pautas de Donatello,
añadiendo un carácter más realista y una fuerte carga expresiva, y destacando
por “Hércules y Anteo”).
12.3. La pintura del “Quattrocento” italiano
Introducción histórica-cultural:
En el siglo XV terminó la Edad Media y comenzó la Edad Moderna con la toma
de Constantinopla en 1453. La sociedad del nuevo periodo se caracterizó
por el crecimiento demográfico, la estructuración estamental, y el
mantenimiento de la nobleza y el clero como estamentos privilegiados, por
debajo de los cuales estaba el campesinado y la burguesía. Destacaron los descubrimientos
geográficos que se realizaron gracias a nuevos inventos, como la brújula,
el astrolabio o la carabela. En este momento se dio un premercantilismo,
en el cual comenzaron a instalarse las bases del futuro capitalismo,
apareciendo los préstamos con intereses y basándose las monarquías en teorías
bullonistas, es decir, en la acumulación de riquezas. En cuanto a la política
en Europa, se desarrollaron monarquías autoritarias en Inglaterra, Francia o la
Península Ibérica, y se mantuvo la fragmentación territorial en el Sacro
Imperio e Italia. Los Gobiernos independientes italianos se hicieron fuertes y
en ellos gobernaron familias burguesas (los Médicis en Florencia o los Sforza
en Milán). Las ciudades del norte se desarrollaron y los Estados Pontificios
estuvieron gobernados directamente por el papado.
Italia no había
llegado a desvincularse de la antigua civilización romana y a ella llegaron
sabios tras la toma de Constantinopla que dieron a conocer aspectos de la
antigua cultura griega. El nacimiento de las Academias propició un estudio del
ser humano, lo que llevó a un antropocentrismo que propició el humanismo del
siglo XVI, difundido a través de la imprenta (inventada en 1456 por Gutenberg).
En filosofía, preponderó el neoplatonismo, que permitía armonizar el mundo
clásico con el cristianismo. Entre los humanistas más destacados sobresalen
Dante, Petrarca o Boccaccio.
Características generales de la pintura del
“Quattrocento” italiano:
En el “Quattrocento” (siglo XV) se produjo una reimplantación de las ideas
estéticas clásicas, lo que dio lugar al Renacimiento, término acuñado
por Giorgio Vasari. Así, se introdujeron diversos cambios (recuperación
de los modelos clásicos, alejamiento de la temática religiosa y estudio
matemático de las proporciones), siendo imprescindible la acción de los tratadistas
del arte, como Leon Battista Alberti. El arte del “Quattrocento” partió de
la ciudad de Florencia gracias al impulso de la familia Médicis, que
actuó como mecenas, esto es, persona adinerada que sufragaba la creación
de un determinado artista y que fue determinante en la revalorización del papel
del creador artístico.
Entre las características
de la pintura del “Quattrocento” destacan:
·
El interés por la figura humana, que se
representa de forma naturalista e idealizada.
·
La división entre los pintores que optaron por
seguir con el gótico (como Fra Angélico) y los que decidieron emplear elementos
matemáticos en la pintura (como Masaccio o Ucello).
·
La continuación en buena parte con el carácter
religioso, introduciéndose con fuerza temas de la mitología clásica, que
contribuyeron a desarrollar la representación del desnudo humano. Aparecen
además retratos, pinturas conmemorativas…
·
En cuanto a los soportes, se continúa con la
pintura sobre tabla, empezándose a usar el lienzo.
· En lo relativo a las técnicas, se mantuvo la pintura al temple,
introduciéndose en la segunda mitad del siglo el óleo desde Flandes. Para la
pintura mural se siguió empleando la técnica del fresco.
Finalmente, destacaremos
la utilización de un nuevo sistema de representación: la perspectiva. El uso de
la perspectiva lineal permitió la representación de la profundidad en una
superficie plana, consistiendo su empleo en plantear en la pintura una serie de
líneas de fuga que convergen en un único punto de fuga. Se emplearon
composiciones matemáticas elementales, se utilizaron los colores para reafirmar
el efecto y se hicieron importantes avances en la utilización de la luz para
plasmar el volumen de los objetos. El descubrimiento de la perspectiva se debe
a Brunelleschi y a Alberti, que plasmó la teoría en su “Tratado de la pintura”.
Principales artistas y obras más
representativas:
Fue en la Florencia de la
primera mitad del siglo XV donde surgieron las bases de la pintura
renacentista. Allí destacaron autores como: Fra Angélico, Masaccio, Paolo
Ucello, Piero della Francesca y Sandro Botticelli. Fra Angélico fue un
pintor que unió la linealidad y la poesía de la pintura del gótico
internacional con el uso de espacios arquitectónicos y de la perspectiva de
comienzos del Renacimiento, destacando su “Anunciación”,
obra en la que se relaciona la expulsión del Paraíso con la salvación a través
de la Virgen María. Masaccio, por su parte, se aparta del gótico, siendo
sus figuras poderosas, pero introducidas en ambientes paisajísticos o
arquitectónicos en los que la perspectiva lineal y la iluminación ejercen un
papel fundamental. Estos rasgos se observan en los “Frescos de la capilla Brancacci”, donde resalta la fuerza expresiva
de las figuras, y en el “Fresco de la Trinidad”,
obra en la que evoca el triunfo sobre la muerte. Paolo Ucello investigó
sobre la perspectiva, estando sus representaciones dominadas por las líneas de fuga
y por el volumen que las figuras ocupan en el espacio. Prestó una especial
atención a los escorzos (representaciones de las figuras de forma perpendicular
al eje del plano), tal como se ve en “La
batalla de San Romano”. Piero della Francesca fue un pintor y
tratadista cuya obra se caracterizó por los análisis lumínicos que potencian la
perspectiva y que dan un halo de misterio a sus realizaciones, destacando entre
ellas “El sueño de Constantino” y parte de
la serie de frescos “Historias de la Santa Cruz”.
Por último, diremos que Sandro Botticelli, discípulo de Andrea del
Verrocchio y protegido de los Médicis, realizó una producción caracterizada
por: el dominio del dibujo, la esbeltez de las figuras con posturas curvadas,
la renuncia a la utilización de la perspectiva lineal, el interés por mostrar
el sentimiento y la belleza ideal, el tratamiento de temas mitológicos y el
antirrealismo. Entre sus composiciones religiosas destacó la “Madonna del Magníficat”, en la que se refleja
la dulzura de la Virgen. Entre sus obras de carácter mitológico sobresalieron “La Primavera” (realización de significado
mitológico, psicológico y matrimonial) y “El
nacimiento de Venus” (en la que se exalta la belleza femenina con una Venus
púdica en postura curvilínea), en las que se mezcla el carácter narrativo y el
lírico. Finalmente, en sus últimos años estuvo influido por Savonarola
(dominico muy crítico con las licencias de la Iglesia que se considera
precursor de la Reforma protestante), adquiriendo su obra un sentido melancólico
que contrasta con su anterior alegría.
En Umbría, se desarrolló también una escuela pictórica cuyo principal
rasgo fue la ordenación espacial y la luminosidad serena y poética. El pintor
más destacado fue Pietro Perugino, en cuyas obras destaca la claridad
compositiva y aparecen figuras de gestos un tanto forzados, pero sosegados,
destacando el fresco de “La entrega de las
llaves a San Pedro” de la Capilla Sixtina. Padua también se convirtió en un importante centro pictórico
gracias al temprano contacto con Florencia y a la presencia de importantes
artistas en la ciudad. Allí, el autor más destacado fue Andrea Mantegna,
cuyas obras se caracterizan por: la monumentalidad; el interés por la
representación del volumen; los fuertes plegados; los fondos compuestos de
acuerdo a los principios de la perspectiva lineal y dominados por el sentido de
masa (destaca el “Tránsito de la Virgen”);
y la representación de escorzos (destacan el “Cristo
muerto” y la “Bóveda de la Cámara de los
Esposos”, en el Palacio ducal de Mantua).
Venecia llegó también a ser una escuela de gran influencia en
Europa, debido a la ubicación de la ciudad en un lugar de contacto entre
Oriente y Occidente, y en un emplazamiento con una especial luminosidad. Aquí
destacaron Antonello da Messina y la familia Bellini. Antonello da Messina
introdujo en la pintura veneciana el óleo, el detallismo y la agradable
luminosidad de la pintura flamenca, y la monumentalidad de la pintura italiana,
destacando “San Jerónimo en su estudio” y
el “Cristo muerto sostenido por un ángel”.
Sin embargo, los mejores representantes de la pintura veneciana del periodo
fueron los Bellini: Jacopo Bellini (en su obra perviven rasgos del
gótico internacional), Gentile Bellini (destacó como retratista y
paisajista, y se le atribuye ser el primero en utilizar la tela como soporte
para el óleo, destacando de él el “Milagro en
el puente de San Lorenzo”) y Giovanni Bellini (maestro de Giorgione
y de Tiziano, realizó composiciones religiosas y destacó por su faceta de
retratista, mostrando en sus retratos de manera fidedigna los rasgos físicos,
empleando fondos neutros y destacando por el “Dux
Loredan”).
13. EL ARTE DEL “CINQUECENTO” ITALIANO
13.1. La arquitectura del “Cinquecento”
italiano
Introducción histórica-cultural:
A comienzos del siglo XVI,
el pensamiento humanista estaba en desarrollo, difundido a través de viajes y
del uso de la imprenta de Gutenberg. En el ámbito de las ciencias, el estudio
llevó a rectificar teorías erróneas, destacando: Copérnico, que desarrolló el
heliocentrismo; Andrés Vesalio, que realizó estudios de anatomía; y Miguel
Servet, que describió la circulación de la sangre. Una nueva visión del mundo
llevó a los monarcas a sufragar viajes en busca de nuevas rutas, sobresaliendo
el descubrimiento de América y destacando el desarrollo d la cartografía
(Mercator llevó a cabo los primeros mapas modernos). En cuanto a las relaciones
internacionales, el aumento de poder de las monarquías autoritarias dio lugar
al nacimiento de la diplomacia. Aparecieron también nuevas teorías políticas,
como las de Maquiavelo y Jean Bodin, preocupándose otros pensadores por los
problemas sociales y las formas de gobierno (tal fue el caso de Tomás Moro).
En cuestiones religiosas,
aparecieron una serie de figuras que criticaron la teología cristiana y la
acción de la Iglesia, siendo Erasmo de Rotterdam uno de los primeros. Surgió
así la Reforma Protestante y movimientos heréticos como los de Martín Lutero,
Juan Calvino, Ulrico Zuinglio o Enrique VIII. Frente a esto, se convocó el
Concilio de Trento (1545-1563), para confirmar los dogmas católicos, surgiendo
la Contrarreforma. La sociedad siguió siendo estamental, con la burguesía como
élite. En Italia destacaron ciudades como Florencia (consiguió mantener su
importancia política gracias a los Médicis) o Venecia (mantuvo su importancia
gracias al comercio, a pesar de la toma de Constantinopla y del descubrimiento
de América). Los Estados Pontificios, con capital en Roma, desempeñaron un
papel fundamental, destacando el apoyo de Clemente VII a Francisco I de
Francia, que causó el “Sacco di Roma” a manos de Carlos V.
Características generales de la arquitectura
del “Cinquecento” italiano:
Las ciudades italianas
perdieron influencia artística (Venecia sostuvo su papel gracias a la pintura,
y Roma gracias al poder de los papas). Durante las dos primeras décadas del
siglo XVI se desarrolló el clasicismo en todas las disciplinas: arquitectura
(hubo mayor monumentalidad y austeridad); escultura (se adaptaron los modelos
clásicos); y pintura (evolucionó independientemente). En la tercera década, se
produjo un regreso del humanismo y de la iconografía religiosa. Surgió entonces
el manierismo, de fuerte carácter pesimista y que empleó modelos clásicos con
un lenguaje anticlásico (por ejemplo, columnas clásicas de un tamaño
descomunal).
Las tipologías
arquitectónicas del “Cinquecento” fueron: el templo (de dos tipos: planta
centralizada cubierta con una cúpula, que simbolizaba la unión de la Tierra y
el Cielo; y de planta de cruz latina, que simbolizaba la cruz de Cristo); el
palacio urbano (con cuatro crujías abiertas con arquerías a un patio cuadrado);
y la villa (heredera del mundo romano).
Principales artistas y obras más
representativas:
En los inicios del
“Cinquecento”, destacó Donato Bramante, en cuya obra buscó la
monumentalidad y evitar el exceso decorativo. La primera obra en la que se
apreció esta búsqueda fue en el templete de San
Pietro in Montorio, que poseía una planta circular, un cuerpo inferior
rodeado de columnas toscanas y un cuerpo superior con una cúpula. Sin embargo,
su principal obra fue el proyecto de San Pedro
del Vaticano, encargado por Julio II. Esta iglesia sustituiría a la
basílica paleocristiana y se planteó como un edificio de planta de cruz griega,
con cuatro ábsides y un crucero cubierto por una gran cúpula. Así, la planta
sería casi cuadrada y no habría fachada principal.
El papa Julio II murió en
1514, y Bramante al año siguiente. El nuevo pontífice designó como arquitecto
de las obras de San Pedro a Rafael Sanzio, que planteó convertir el
proyecto en una iglesia basilical que no llegó a realizarse. Su sustituto fue Antonio
de Sangallo el Joven, quien mantuvo la idea de la planta basilical, sin que
esta se realizara.
Por otra parte, tenemos a Miguel
Ángel Buonarroti, cuya especial atracción por la escultura le llevó a dar
prioridad en sus edificios al volumen, adelantando los rasgos manieristas con
el uso del orden gigante. Su actividad comenzó en Florencia, donde construyó la
colosal escalera de la Biblioteca Laurenciana
(dispuesta en un espacio muy reducido) y diseñó la capilla funeraria de los Médicis, en la sacristía nueva de la
Basílica de San Lorenzo. Por encargo del papa Paulo III se encargó de la remodelación de la plaza del Capitolio, donde
buscó los efectos de sorpresa y perspectiva, instalando en el centro la estatua
ecuestre de Marco Aurelio. De enorme importancia fue su intervención en San Pedro del Vaticano, pues recuperó el
sistema centralizado de Bramante y cubrió el crucero con una cúpula con una
cúpula que seguía los principios de Brunelleschi.
En la realización de la
iglesia del Gesù, destacaron Vignola y Giacomo della Porta. Vignola fue
un arquitecto y tratadista inmerso ya en la estética manierista. Recibió de San
Francisco de Borja el encargo de la iglesia madre de los jesuitas (iglesia del Gesù), en la que se buscó el
sentido práctico y la adaptación de las ideas del Concilio de Trento. Vignola
no pudo terminar la fachada, siendo esta encargada a Giacomo della Porta,
que dispuso un cuerpo inferior a modo de arco de triunfo y uno superior más
estrecho rematado por un frontón triangular. La diferencia de anchura de un
cuerpo a otro la solucionó con un alerón a modo de voluta.
En la arquitectura veneciana del “Cinquecento” destacó la mayor
importancia de la decoración, resaltada por la riqueza y los colores del
mármol. Sobresalió Andrea Palladio, arquitecto y tratadista formado en
Roma, donde conoció la arquitectura clásica. Fue influido por Vitrubio y
Alberti, así como por el clasicismo, destacando entre sus obras: la Basílica (en la que utilizó el arco serliano,
consistente en un arco de medio punto flanqueado por dos vanos adintelados); el
Teatro Olímpico; y la Villa Capra (también conocida como La Rotonda y que posee una planta
de cruz griega).
13.2. La escultura del “Cinquecento” italiano
Introducción histórica-cultural:
A comienzos del siglo XVI, el pensamiento humanista estaba en desarrollo,
difundido a través de viajes y del uso de la imprenta de Gutenberg. En el
ámbito de las ciencias, el estudio llevó a rectificar teorías erróneas,
destacando: Copérnico, que desarrolló el heliocentrismo; Andrés Vesalio, que
realizó estudios de anatomía; y Miguel Servet, que describió la circulación de
la sangre. Una nueva visión del mundo llevó a los monarcas a sufragar viajes en
busca de nuevas rutas, sobresaliendo el descubrimiento de América y destacando
el desarrollo d la cartografía (Mercator llevó a cabo los primeros mapas
modernos). En cuanto a las relaciones internacionales, el aumento de poder de
las monarquías autoritarias dio lugar al nacimiento de la diplomacia.
Aparecieron también nuevas teorías políticas, como las de Maquiavelo y Jean
Bodin, preocupándose otros pensadores por los problemas sociales y las formas
de gobierno (tal fue el caso de Tomás Moro).
En cuestiones religiosas,
aparecieron una serie de figuras que criticaron la teología cristiana y la
acción de la Iglesia, siendo Erasmo de Rotterdam uno de los primeros. Surgió
así la Reforma Protestante y movimientos heréticos como los de Martín Lutero,
Juan Calvino, Ulrico Zuinglio o Enrique VIII. Frente a esto, se convocó el
Concilio de Trento (1545-1563), para confirmar los dogmas católicos, surgiendo
la Contrarreforma. La sociedad siguió siendo estamental, con la burguesía como
élite. En Italia destacaron ciudades como Florencia (consiguió mantener su
importancia política gracias a los Médicis) o Venecia (mantuvo su importancia
gracias al comercio, a pesar de la toma de Constantinopla y del descubrimiento
de América). Los Estados Pontificios, con capital en Roma, desempeñaron un
papel fundamental, destacando el apoyo de Clemente VII a Francisco I de
Francia, que causó el “Sacco di Roma” a manos de Carlos V.
Características generales de la escultura del
“Cinquecento” italiano:
Las ciudades italianas
perdieron influencia artística (Venecia sostuvo su papel gracias a la pintura,
y Roma gracias al poder de los papas). Durante las dos primeras décadas del
siglo XVI se desarrolló el clasicismo en todas las disciplinas: arquitectura
(hubo mayor monumentalidad y austeridad); escultura (se adaptaron los modelos
clásicos); y pintura (evolucionó independientemente). En la tercera década, se
produjo un regreso del humanismo y de la iconografía religiosa. Surgió entonces
el manierismo, de fuerte carácter pesimista y que empleó modelos clásicos con
un lenguaje anticlásico (por ejemplo, columnas clásicas de un tamaño
descomunal).
En la escultura del
“Cinquecento”, el descubrimiento de obras clásicas (como el “Apolo de
Belvedere” o el “Laocoonte” helenístico) influyó enormemente, buscándose así el
clasicismo y la monumentalidad. Podemos destacar estas características:
·
El interés por mostrar la belleza del cuerpo
humano, que llevó a dar gran importancia al desnudo.
· El avance del manierismo llevó a la adquisición de una mayor fuerza
expresiva por parte de la escultura, destacando la “figura serpentinata”, en la
que se produce un retorcimiento helicoidal de la figura humana. el material más
empleado fue el mármol, utilizándose también el bronce.
Principales artistas y obras más
representativas:
En la escultura del
“Cinquecento” sobresalió Miguel Ángel
Buonarroti, que encontró en la escultura su arte predilecta, pues en ella
expresó toda su fuerza interior y su espíritu apasionado. Su etapa de juventud
puede dividirse en estas fases: estancia en la corte florentina de Lorenzo de
Médici (se formó con un discípulo de Donatello, apareciendo en sus primeras
obras, como la “Virgen de la escalera”, el
“relieve schiacciato”); traslado en 1494 a Bolonia (allí, los relieves de Della
Quercia le hicieron mostrar más atención al desnudo, destacando su “Cristo en la cruz”); estancia en Roma entre
1495 y 1501 (en este periodo realizó la “Piedad
del Vaticano”, obra en la que las figuras se enmarcan en una forma triangular
y cuya principal novedad consiste en el modo de concebir el tema: María ya no
mira con desolación el cielo, sino que mira hacia abajo, asumiendo la muerte de
su hijo y siendo su rostro excesivamente juvenil, en alegoría a su pureza); y
vuelta a Florencia en 1501 (allí esculpió el “David”,
figura de cuatro metros de altura, en la que Miguel Ángel superó el clasicismo,
sumándole una enorme expresividad que, unida a la precisa representación
anatómica, representa la gran tensión de David antes de su combate con Goliat).
Posteriormente, llegó lo
que podemos definir como la etapa de madurez de Miguel Ángel, iniciada
con su regreso a Roma en 1505 y en la que sobresalieron estas fases:
permanencia en Roma hasta 1513 (allí trabajó el monumental “Sepulcro de Julio II”, en el que, finalmente,
sólo tres figuras fueron de Miguel Ángel: el “Moisés”,
en el que sobresale la gran fuerza expresiva manifestada en la tensión y mirada
fulminante, ya anunciadas en el “David”, y conocidas como la “terribilità”
miguelangelesca; y los “Esclavos”, en los
que dio muestra de su dominio del desnudo y de la fuerza interior); última
estancia en Florencia entre 1513 y 1534 (en esta etapa realizó los “Sepulcros de Giuliano y Lorenzo de Médici”,
representados uno frente a otro y en los que Giuliano aparece flanqueado por el
“Día” y la “Noche”, y Lorenzo por el “Crepúsculo” y la “Aurora”, pero
sobresaliendo en ambos la tensión, el retorcimiento, la imperfección anatómica
y el sentido anticlásico); y regreso en 1534 a Roma (en estos últimos años se
agudizó la tensión y el cambio estilístico, lo cual fue propiciado por una
profunda crisis espiritual que le llevó a centrar su atención en los temas
religiosos, destacando la “Piedad Rondanini”,
en la que destaca el retorcimiento y se anticipa el expresionismo del siglo
XX).
Por otro lado, hablaremos
de la escultura manierista, cuyos
autores se vieron muy influenciados por las obras de Miguel Ángel. Tal fue el
caso de Benvenuto Cellini, de quien
destaca su “Perseo con la cabeza de
Medusa”. Sin embargo, especialmente significativo fue Giambologna,
quien empleó diversos materiales: el bronce para su “Mercurio”, y el mármol para el “Rapto
de las sabinas”, con figuras contrapuestas y gran fuerza interior.
13.3. La pintura del “Cinquecento” italiano
Introducción histórica-cultural:
A comienzos del siglo XVI,
el pensamiento humanista estaba en desarrollo, difundido a través de viajes y
del uso de la imprenta de Gutenberg. En el ámbito de las ciencias, el estudio
llevó a rectificar teorías erróneas, destacando: Copérnico, que desarrolló el
heliocentrismo; Andrés Vesalio, que realizó estudios de anatomía; y Miguel
Servet, que describió la circulación de la sangre. Una nueva visión del mundo
llevó a los monarcas a sufragar viajes en busca de nuevas rutas, sobresaliendo
el descubrimiento de América y destacando el desarrollo d la cartografía
(Mercator llevó a cabo los primeros mapas modernos). En cuanto a las relaciones
internacionales, el aumento de poder de las monarquías autoritarias dio lugar
al nacimiento de la diplomacia. Aparecieron también nuevas teorías políticas,
como las de Maquiavelo y Jean Bodin, preocupándose otros pensadores por los
problemas sociales y las formas de gobierno (tal fue el caso de Tomás Moro).
En cuestiones religiosas,
aparecieron una serie de figuras que criticaron la teología cristiana y la
acción de la Iglesia, siendo Erasmo de Rotterdam uno de los primeros. Surgió
así la Reforma Protestante y movimientos heréticos como los de Martín Lutero, Juan
Calvino, Ulrico Zuinglio o Enrique VIII. Frente a esto, se convocó el Concilio
de Trento (1545-1563), para confirmar los dogmas católicos, surgiendo la
Contrarreforma. La sociedad siguió siendo estamental, con la burguesía como
élite. En Italia destacaron ciudades como Florencia (consiguió mantener su
importancia política gracias a los Médicis) o Venecia (mantuvo su importancia
gracias al comercio, a pesar de la toma de Constantinopla y del descubrimiento
de América). Los Estados Pontificios, con capital en Roma, desempeñaron un
papel fundamental, destacando el apoyo de Clemente VII a Francisco I de
Francia, que causó el “Sacco di Roma” a manos de Carlos V.
Características generales de la pintura del
“Cinquecento” italiano:
Las ciudades italianas
perdieron influencia artística (Venecia sostuvo su papel gracias a la pintura,
y Roma gracias al poder de los papas). Durante las dos primeras décadas del
siglo XVI se desarrolló el clasicismo en todas las disciplinas: arquitectura
(hubo mayor monumentalidad y austeridad); escultura (se adaptaron los modelos
clásicos); y pintura (evolucionó independientemente). En la tercera década, se
produjo un regreso del humanismo y de la iconografía religiosa. Surgió entonces
el manierismo, de fuerte carácter pesimista y que empleó modelos clásicos con
un lenguaje anticlásico (por ejemplo, columnas clásicas de un tamaño
descomunal).
En la pintura del
“Cinquecento” se apreció la siguiente evolución:
·
En un comienzo destacó el gusto por
clasicista, buscándose el desnudo y la belleza ideal.
·
A lo largo de la centuria, se dio más
importancia a la monumentalidad de las figuras, prescindiéndose de lo
accesorio.
· A partir de la tercera década, se buscó mayor movimiento y fuerza
expresiva, hasta que triunfó el manierismo en la segunda mitad del siglo. Los
rasgos de esta corriente fueron: la deformación de las figuras (“figura
serpentinata”); el uso de una luz irreal; la introducción de elementos
anecdóticos; y el refinamiento, limitándose este movimiento a la sociedad
culta.
Destacada fue la
introducción de la perspectiva aérea, con la que se simula el efecto
atmosférico que la luz ejerce sobre los objetos, representándose los más
alejados de forma menos nítida que los más cercanos.
Principales artistas y obras más
representativas:
En una primera etapa, podemos
destacar a Leonardo da Vinci, Rafael Sanzio y Miguel Ángel Buonarroti. Leonardo
fue el prototipo de hombre renacentista, cuya principal aportación a la pintura
el “sfumato”, por el que se difuminaban los contornos. Se formó en Florencia y
se trasladó a Milán, donde pintó la “Virgen de
las Rocas” y “La última cena”, en la que
destaca el estudio psicológico de los apóstoles. En 1499 regresó a Florencia,
donde comenzó la pintura de “Santa Ana, la
Virgen, el Niño y San Juan”, y donde pintó “La
Gioconda”, obra dotada de un halo misterioso. Por otra parte, Rafael,
pintor que mejor representó el clasicismo, consiguiendo la asimilación del
mundo pagano y cristiano, se formó con Perugino (en “Los desposorios de la Virgen” se aprecia la gran influencia) y, en
Florencia, con influencias de Leonardo, realizó sus Madonas y sus Sagradas Familias.
En 1508, se trasladó a Roma, donde, influido por Miguel Ángel, dio a sus
figuras una mayor monumentalidad y fuerza expresiva. En esta etapa, realizó
frescos en diversas estancias vaticanas: la estancia de la Signatura (allí
realizó “La escuela de Atenas”, cuyos
personajes son filósofos del mundo antiguo reunidos en un escenario monumental)
y la estancia de Constantino (allí realizó la “Batalla
de Constantino contra Majencio”). Finalmente, destacó Miguel Ángel,
en cuyas obras la búsqueda del volumen en los cuerpos le llevó a dar mayor
importancia al dibujo. Julio II encargó al artista la decoración pictórica de la Capilla Sixtina, para lo cual Miguel Ángel
realizó una trama arquitectónica ficticia (trampantojo) para distribuir
diversos temas del Génesis, destacando la pintura de la “Creación de Adán”. Años más tarde, Clemente VII le encargó la pintura
del “Juicio Final” (1533-1541) en la misma
capilla. En esta obra sobresale el gran dramatismo, logrado a través de la
tensión de los cuerpos y de los constantes movimientos ascendentes y
descendentes. Tras estos pintores, surgió el término manierismo, con el
que se designa un momento de cambio y tensión espiritual. Los pintores más
destacados fueron Jacobo Pontormo (con el “Entierro de Cristo”) e Il Parmigianino (con la “Madonna del cuello largo”), en cuyas obras
destacaron las figuras alargadas.
Por otro lado, hablaremos de
la pintura veneciana del siglo XVI,
caracterizada por: la plasmación de un mundo alegre en escenarios lujosos; la
representación de una atmósfera luminosa y llena de color; la utilización de la
pincelada suelta y el “sfumato”; y la introducción de un desnudo femenino
delicado. Entre los pintores destacaron: Giorgione, Tiziano Vecellio, Veronés y
Tintoretto. Giorgione empleó el “sfumato” y dio gran importancia a la
luz y al color. Introdujo la temática de la diosa Venus recostada desnuda
(destaca la “Venus dormida”), pintó figuras
denudas mezcladas con otras vestidas (como en el “Concierto campestre”) e innovó el paisaje poético veneciano (con “La tempestad”). Tiziano, por su parte,
pronto abandonó la pincelada detallista por una totalmente suelta, pudiéndose
agrupar su gran producción en tres géneros: obras religiosas (destacan la “Virgen de Pésaro” y la “Coronación de espinas”), retratos (destaca el retrato de “Carlos V en la batalla de Mühlberg”) y obras
mitológicas (destacan los desnudos femeninos, como “Dánae recibiendo la lluvia de oro” o “Venus
y Adonis”). La obra de Veronés se caracterizó por: la plasmación del
lujo y el esplendor, el uso de amplios escenarios con arquitecturas y paisajes
naturales, los temas religiosos rodeados de múltiples personajes, y el rico
colorido. Entre sus obras destacan “Las bodas de
Caná” y “Venus y Adonis”. Finalmente, Tintoretto
combinó el gusto por la luz y el color con rasgos manieristas (como la
expresividad, el volumen o las posturas forzadas). Más adelante, profundizó en
el manierismo, utilizando fuertes contrastes y composiciones diagonales con
perspectivas y escorzos artificiales. Entre sus obras destaca la decoración de
los muros y techos de la “Scuola di San Rocco”,
en Venecia, y lienzos, como el “Lavatorio”.
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