lunes, 1 de julio de 2013

HISTORIA DE ESPAÑA. BLOQUE I. PARTE I


1. LA PREHISTORIA Y LA EDAD ANTIGUA

1.1. El proceso de hominización en la Península Ibérica: nuevos hallazgos.

Hominización: Con la hominización, los homínidos adquirieron las características anatómicas y culturales propias del ser humano. Hay dos problemas para investigar el proceso de hominización: la escasez de restos arqueológicos y la carencia de evidencias empíricas que avalen la teoría de la evolución. Existen dos teorías sobre el origen del hombre: apareció en África y se expandió, o evolucionó separadamente en cada continente (teoría del origen multirregional).

Yacimientos en la Península Ibérica: Como principal yacimiento destaca Atapuerca, donde se ha encontrado: una mandíbula de homínido (1.000.000 de años); restos de Homo antecessor (Paleolítico inferior); y restos de Homo heidelbergensis (250.000 años). En Gibraltar y Banyoles se descubrieron yacimientos de Homo neandertal de hace 60.000 años.

Etapas: El Paleolítico superior (35.000–12.000 a. C.) se caracterizó por el trabajo de la piedra y la aparición de dos artes: mueble (representaciones de la fertilidad) y rupestre (pinturas realizadas en cuevas, destacan las de Altamira, El Castillo y El Pindal). El Mesolítico (12.000 a. C.) se caracterizó por la talla microlítica de la piedra. En el Neolítico (12.000–3.000 a. C.) se inventó la agricultura y la ganadería, y el hombre pasó de ser nómada a ser sedentario. Las nuevas técnicas permitieron una superproducción, con lo que apareció el comercio. En arte, destaca la cerámica cardial. La Edad de los Metales se divide en: Edad del Cobre o Calcolítico (3.000–1.800 a. C.), con yacimientos en Los Millares y Vila Nova de San Pedro; Edad del Bronce (1.800–750 a. C.), con yacimientos en El Argar y Los Campos de Urnas; y Edad del Hierro (750–Entrada en la historia). Destaca la arquitectura megalítica (realizada con grandes bloques de piedra que forman diversas tipologías: Menhir, Dolmen, Cromlech, Tholos), con yacimientos en la Cultura de los Millares, Sudoeste de Portugal y Sudeste de España.

1.2. Pueblos prerromanos. Colonizaciones históricas: fenicios, griegos y cartagineses.

            Pueblos prerromanos: Se llama Protohistoria al periodo en que convivieron en la Península Ibérica pueblos autóctonos (ágrafos) y civilizaciones exteriores (con escritura). Fruto de esta convivencia nacieron los pueblos prerromanos, que los romanos encontraron al llegar a la Península Ibérica.

            Pueblos autóctonos: Entre los pueblos autóctonos destacan los íberos y los celtas. Los íberos estaban compuestos por turdetanos, layetanos y edetanos. Se encontraban en el litoral mediterráneo y en los valles del Ebro y del Guadalquivir. Usaban una lengua común y son famosos por su arte (Bicha de Balazote, Dama de Baza y Dama de Elche) y sus ajuares funerarios. Los celtas estaban compuestos por vacceos, lusitanos y galaicos. Estaban en la Meseta y en el Norte. Practicaban una economía de subsistencia y conocían la metalurgia del hierro. Se agrupaban en confederaciones tribales y vivían en ciudades amuralladas, como los castros gallegos. La frontera entre estos dos pueblos no era fija, por lo que estos se mezclaron.

            Colonizaciones exteriores: Entre las colonizaciones exteriores destacan las de los pueblos indoeuropeos y las colonizaciones históricas (1.000–s. III a. C.). Estas últimas fueron tres (fenicios, griegos y cartagineses) y todas ellas siguieron un mismo esquema: pueblos que llegan a la costa, establecen factorías y  llevan a cabo intercambios comerciales con los pueblos autóctonos. Entre las factorías establecidas destacan: Gades y Malaca (fenicios); Rhodes y Emporión (griegos); y Cartagonova y Sexi (cartagineses). Estos asentamientos tuvieron como principal consecuencia la aculturación de los pueblos autóctonos. Sobresalió el caso de los Tartessos (s. VII a. C.), que, al entrar en contacto con los fenicios, llegaron a construir una gran civilización basada en una nueva estructura social, política y de producción económica: se especializaron en la producción minera. No existen restos arqueológicos de esta civilización, y se piensa que desapareció debido al agotamiento de las minas.

1.3. Conquista y romanización: la pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispánica.

            Conquista: La conquista de la Península Ibérica por parte de Roma comenzó a raíz del Tratado del Ebro, que fue consecuencia de la Primera Guerra Púnica terminó originando la Segunda Guerra Púnica (219–201 a. C.), donde sobresalieron los generales Aníbal Barca, Asdrúbal y Escipión “el Africano”. También son destacadas las Guerras Lusitano-Celtíberas (155–136 a. C.), en las que destacó Viriato y el asedio de Numancia, y las Guerras Cántabras y Astures (29-19 a. C.), donde sobresalió Octavio Augusto.

            División territorial: Después de la Segunda Guerra Púnica, en 197 a. C., se dividió la Península en Ulterior y Citerior. Tras las Guerras Cántabras y Astures, Octavio Augusto realizó una nueva división territorial (Bética, Lusitania y Citerior) para poder controlar las minas y, en el siglo III, el emperador Caracalla añadió otra provincia: Gallaecia. A finales del siglo III, Diocleciano llevó a cabo una gran reforma administrativa, dividiendo la Diócesis Hispaniarum en siete provincias: Bética, Lusitania, Cartaginense, Gallaecia, Tarraconense, Baleárica y Mauritania Tingitana.

            Romanización: Es la asimilación por parte de los pueblos de la Península Ibérica de los modos de vida romanos. El Sur y el litoral mediterráneo fueron más romanizados que el Norte. Este proceso conllevó diversas transformaciones: la construcción de redes de comunicaciones (se construyeron calzadas para fomentar el comercio y la propaganda, en forma de actas diurnas); la urbanización (se reestructuraron ciudades, como Gádir, y se crearon otras nuevas); la introducción de indígenas en las legiones; las obras públicas (acueductos, alcantarillado, termas o teatros); la introducción del Derecho y del latín (se unifican las lenguas en una); y la adopción del modelo romano de sociedad esclavista, que dividía a los hombres en libres, esclavos y libertos (esclavos liberados). En el siglo III comienza una crisis en el Imperio, que produjo un despoblamiento de las ciudades y una marcha al campo, dividiéndose la sociedad en: terratenientes (honestiores) y campesinos (humiliores). Esto supuso el origen del sistema feudal. En el siglo IV, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio, siendo identificable la identidad de cristiano con la de ciudadano romano.

1.4. Las invasiones bárbaras. El reino visigodo: instituciones y cultura.

            Formación del Reino de Toledo: Entre los siglos IV y V, una serie de pueblos bárbaros (suevos, vándalos y alanos) se asentaron en la Península Ibérica. En 418, Roma firmó un pacto (foedus) con los visigodos para que expulsaran a estos pueblos. Los visigodos entraron, expulsaron a los vándalos y volvieron a Francia, donde fundaron el Reino de Tolosa. En 476, los ostrogodos conquistaron a los romanos y firmaron otro pacto con los visigodos, que, esta vez, decidieron quedarse en Hispania. Tras una guerra civil que ganó Atanagildo con ayuda de los bizantinos, se fundó el Reino visigodo de Toledo (555).

            Proceso de unificación del Reino visigodo: En el proceso de unificación del Reino visigodo destacó Leovigildo, que logró la unificación territorial (573–586), puso los pilares para la unificación social (permitió la unión de la aristocracia) y fracasó en la unificación religiosa (quería imponer el arrianismo). Su hijo, Recaredo, logró la unificación religiosa con el Tercer Concilio de Toledo (589) al convertirse al catolicismo, y Recesvinto llevó a cabo la unificación jurídica (654) con el Fuero Juzgo.

            Instituciones: La primera institución es el Aula Regia (conjunto de nobles), donde se encontraba el Oficio Palatino (administración central). Por otro lado, existía una organización territorial que dividía la zona en ducados (provincias) y condados (ciudad y su Alfoz). Existía una monarquía electiva. En los Concilios, se decidían tanto asuntos religiosos como políticos (destacaron Concilios de Toledo).

            Cultura: En este periodo, toda la cultura es religiosa, y la Iglesia la monopoliza a través de los monasterios. La pintura y la escultura seguirán la inercia del arte romano, y en la arquitectura destacan los aparejos de sillería y el arco de herradura.

2. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: AL-ÁNDALUS

2.1. Evolución política de Al-Ándalus: conquista, emirato y califato de Córdoba.

            Conquista: Como causas de la conquista musulmana, podemos señalar que en la Península Ibérica se produjo: un proceso de feudalización; un enfrentamiento entre la aristocracia; un dominio por parte de don Rodrigo, candidato de la nobleza, del monarca Akhila; y un malestar social causado por las desigualdades, pestes, plagas y hambrunas. Así, en 711, se produce la invasión musulmana de Hispania, causando una ruptura en el Reino visigodo. Los invasores logran desembarcar y vencen a don Rodrigo en la batalla de Guadalete (711). Los musulmanes, al mando de Tariq, luchan en Écija y entran en Toledo. En 712, Muza toma Sevilla y Mérida, y Tariq conquista Zaragoza y Lugo. Al-Hurr toma Cataluña y Al-Sama conquista Narvonense. En 729, termina la conquista.

            Emirato dependiente de Damasco (711-756): Tras la conquista, Al-Ándalus pasa a ser una provincia del Califato omeya de Damasco, constituyéndose el emirato dependiente de Damasco (711-756). El reparto del terreno entre las diferentes etnias musulmanas llevó a enfrentamientos, como la sublevación bereber de 741. En este periodo, continúa el avance hacia el norte, que será frenado en Covadonga (722) y en Poitiers (732), donde destacó Carlos Martel.

            Emirato independiente de Córdoba (756-929): Tras la deposición de la dinastía omeya (750), Abd-al-Rahman huye a la Península Ibérica y es proclamado emir, siendo Al-Ándalus independiente políticamente del resto del mundo musulmán, pero dependiente religiosamente del califa de Bagdad. Surgió así el emirato independiente de Córdoba (756-929). Este es un periodo de esplendor económico y cultural. Sin embargo, se dieron algunos problemas, como el avance cristiano.

            Califato de Córdoba (929-1031): Abd-al-Rahman III se proclamó califa, rompiendo religiosamente con Bagdad e iniciando el Califato de Córdoba (929-1031). Logró frenar a los cristianos y a los fatimíes en África. El mandato de su sucesor, Al-Hakam II, fue de esplendor cultural. Hisham II le sucedió a pronta edad, asumiendo el poder Almanzor, quien llegó a devastar Santiago de Compostela. Entre 1009 y 1031, hay un periodo de desintegración de Al-Ándalus, que coincide con el avance cristiano hacia el sur.

2.2. Al-Ándalus: la crisis del siglo XI. Reinos de taifas e imperios norteafricanos.

            El Califato quedó extinguido en 1031. Los diferentes gobernadores se fueron independizando, estableciendo unidades políticas conocidas como reinos de taifas. Estos reinos se distribuyeron por etnias y familias, eran política y militarmente débiles, y supusieron un periodo de esplendor cultural y económico.

            Durante este periodo, los cristianos continuaron la Reconquista. En 1085, Alfonso VI conquistó Toledo. A finales del siglo XI, las taifas se unieron para pedir ayuda contra los cristianos a los almorávides del norte de África. Estos unificarán las taifas, derrotarán en un primer momento a los cristianos (batalla de Sagrajas) y se debilitarán hacia 1145. Así, el territorio volverá a fragmentarse en lo que se conoce como segundos reinos de taifas.

            Tras un breve periodo, los almohades entraron en la Península y conquistaron las taifas, unificando nuevamente Al-Ándalus en 1172. Obtendrán un triunfo en la batalla de Alarcos (1195), pero serán derrotados por los cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Esto dio paso a los terceros reinos de taifas, que serán conquistados uno a uno por los cristianos, siendo el último el reino nazarí de Granada, derrotado en 1492.

2.3. Al-Ándalus: la organización económica y social.

            Sociedad: La pirámide social visigoda va a ser sustituida por una pirámide social heterogénea, en la que destacan diversos grupos. Por una parte, tenemos a los musulmanes (invasores de etnia diferente que practican el Islam), divididos en: aristocracia (compuesta por árabes y sirios que recibían el nombre de baladíes y que controlaban la riqueza y los cargos políticos y militares) y neomusulmanes o bereberes (entraron a la Península con Tariq y, por lo general, eran campesinos y pastores). Por otra parte estaban los no musulmanes, que debían pagar impuestos y se dividían en: población rural (muladíes) y población urbana (mozárabes). También existían esclavos. Tal variedad permitió una fusión étnica, que se manifestó sobre todo en los elementos artísticos.

            Economía: La mayor parte de la economía era agraria, por lo que los musulmanes introdujeron importantes novedades técnicas: ampliación del regadío mediante la noria, nuevos cultivos y aumento de las plantas medicinales y aromáticas. Destacaron las zonas del valle del Ebro, Guadalquivir y Segura. La ganadería se centró en la oveja y la cabra. Con estos progresos, las ciudades experimentaron un florecimiento (destaca la ciudad de Córdoba). En ellas, se realizaban productos manufacturados y se comerciaba. El comercio interior tenía lugar en el zoco, y el exterior fue sobre todo con el mundo islámico. La posición estratégica de la Península permitía controlar el tráfico de oro y de esclavos de África a Europa.

2.4. Al-Ándalus: el legado cultural.

            Etapas culturales: La religión fue el elemento angular de toda la cultura musulmana. En Al-Ándalus se dieron estas corrientes culturales: Doctrina maikí (s. VIII), que se caracteriza por el rigorismo religioso; Doctrina zahirí (de Al-Hakam II), que coincide con el momento de mayor esplendor cultural y que se caracteriza por la defensa de la libertad de pensamiento; y el periodo de almorávides y almohades, que supuso una nueva etapa de rigor religioso.

            Lengua: El árabe fue la lengua oficial en Al-Ándalus, aunque sólo la hablaba una minoría culta, ya que convivió con otras lenguas como el latín, el romance, la aljamía, el bereber y el hebreo. Sin embargo, este idioma tuvo influencia en la literatura romance (jarchas) y en el vocabulario español.

            Producción intelectual: Por otra parte, la producción intelectual tuvo autores destacados en diversas disciplinas: en filosofía destacó Averroes, que intentó aunar el pensamiento aristotélico con el Islam; en poesía Ibn Hazm, autor de El collar de la paloma; en astronomía Azarquiel, autor de las Tablas toledanas; en medicina se realizaron progresos en el campo de la cirugía, la oftalmología y la farmacia, destacando Al-Zabribi, que escribió Tasril; y en matemáticas destacaron los estudios de álgebra, trigonometría y la difusión por Europa de la numeración india.

2.5. La mezquita y el palacio en el arte hispano-musulmán.

            A causa del carácter iconoclasta del Islam, la arquitectura fue la principal manifestación artística en Al-Ándalus, que supo aprovechar la gran herencia constructiva del mundo romano y visigodo.

            Características generales: En primer lugar, destaca la variedad de materiales constructivos, entre los que predominan el ladrillo y la mampostería, así como el yeso y la escayola para la decoración. En segundo lugar, los elementos sustentantes serán la columna y el pilar, de herencia romana, y el arco en todas sus formas, predominando el arco de herradura. En tercer lugar, los motivos decorativos son, principalmente, geométricos, epigráficos y policromados, con ausencia de la figura humana.

            Edificios destacados: Los edificios más significativos de la arquitectura islámica serán el palacio y la mezquita, destacando el palacio de la Alhambra (Granada) y la mezquita de Córdoba. Esta última fue ampliada por sucesivos emires y califas, y destaca su sistema de arquería que se repite a lo largo de las naves. En cuanto a la Alhambra, fue construida durante el Reino nazarí y destaca su rica decoración.

3. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: LOS REINOS CRISTIANOS

3.1. Los reinos cristianos en la Edad Media: los primeros núcleos de resistencia.

            Formación del núcleo astur: En un principio, surgieron reinos en dos lugares: Cantabria y Asturias, donde se eligió por rey a Don Pelayo, que derrotó a los musulmanes en Covadonga (722). Tras él, Alfonso I fusionó los dos núcleos de resistencia y conquistó Galicia y el valle del Duero. Posteriormente, se produjo una crisis que logró frenar Alfonso II, el cual impulsó la idea de reconquista y fomentó el Camino de Santiago. Alfonso III venció a los musulmanes en la batalla de Polvoraria (878) y trasladó la capital a León.

            Nacimiento del Reino de Castilla: Tras su aparición, Castilla se convirtió en un condado. El primer conde de Castilla fue don Rodrigo. De especial importancia fue Fernán González, cuya política tuvo tres objetivos: la reunificación de Castilla bajo un solo conde; la conversión del cargo de conde en hereditario; y el desarrollo de una autonomía lo más amplia posible. Sancho García expandió los territorios y su hijo, García II, murió sin descendencia, pasando el condado de Castilla a manos del rey de Navarra: Sancho III. A su muerte, el territorio pasó a su segundo hijo, Fernando I, quien será el primer rey de Castilla.

            La resistencia pirenaica (Navarra y la Marca Hispánica): El proceso de formación de los reinos del área pirenaica se vio favorecido por los francos. Destacaron: el Condado de Aragón (s. IX), cuyo principal núcleo urbano era Jaca y que surgió por el interés de los francos en proteger su zona meridional; los Condados Catalanes (s. VIII), cuyos principales gobernantes fueron Wifredo el Velloso y Borrell II, que acabó con el vasallaje a los reyes francos; y el Reino de Pamplona (independizado en 740), que no aceptó la influencia franca. En este último, la familia Iñiga gobernó hasta el siglo X, cuando fue destronada y subió al poder Sancho I, de la dinastía Jimena. Se inicia así una fase de expansión territorial en la que destacaron derrotas como la de Valdejunquera. De gran importancia fue el reinado de Sancho III, quien llegó a controlar todos los territorios cristianos, potenció el Camino de Santiago y, a su muerte, repartió los terrenos entre sus hijos, lo cual causó enfrentamientos.

3.2. Los reinos cristianos en la Edad Media: principales etapas de la Reconquista.

            Causas: Son cuatro las causas de la Reconquista: la presión demográfica, la búsqueda de riquezas, la búsqueda de nuevos territorios y, sobre todo, el espíritu de cruzada, que sirvió de propaganda.

            Etapas: Durante la primera etapa (s. VIII-X) se produjo un avance cristiano sobre el valle del Duero y la Plana de Vic. Este avance se vio frenado por dos causas: la creación del Califato de Córdoba y la repoblación de los terrenos tomados. En la segunda etapa (s. XI-1150), León y Castilla ocuparon el valle del Tajo, y Aragón y los Condados catalanes tomaron el valle del Ebro. Los mayores éxitos de este periodo fueron: la conquista de Toledo (1085) por Alfonso VI, la toma de Zaragoza (1118) por Alfonso I, y la entrada en Tortosa (1148) de Ramón Berenguer IV. Durante la tercera etapa (1150-1212) se conquistó el curso medio del río Guadiana y los cursos altos de los ríos Turia y Júcar. Así, el reino de León se expandió por Extremadura, el de Castilla por la Submeseta Sur y el de Aragón por Teruel. Destaca la firma del Tratado de Cazorla (1179), por el que se delimita la zona de expansión de Castilla y Aragón. La cuarta etapa (1212-1492) comienza con la derrota de los almohades a manos de Alfonso VIII de Castilla en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). En 1248, Fernando III toma Sevilla, extendiéndose Castilla por el Guadalquivir y Murcia. En 1236, Jaime I el Conquistador entró en Valencia, extendiéndose Aragón por la zona levantina y las Baleares. Así, toda la península quedó reconquistada, a excepción del Reino nazarí de Granada, que cayó bajo los Reyes Católicos en 1492.

3.3. Los reinos cristianos en la Edad Media: las formas de ocupación del territorio y su influencia en la estructura de la propiedad. Modelos de repoblación y organización social.

            Modelos de repoblación: La repoblación es el proceso de ocupación y colonización cristiana de las tierras conquistadas. En cada etapa de la Reconquista se siguió un modelo de repoblación. El primer modelo fue la presura, que consistía en la ocupación de tierras sin dueño reconocido. Se aplicó en los siglos IX y X en el valle del Duero, y dio lugar a minifundios. El siguiente sistema, concejil, consistía en la creación de núcleos de población con un amplio alfoz y de milicias que protegieran las fronteras. Para animar el proceso, se concedieron fueros otorgando derechos y libertades a aquellos que colonizaran la zona. Se aplicó en el siglo XI entre los valles del Duero y del Tajo, y dio lugar a propiedades comunes. El tercer modelo fue el de las órdenes militares, y consistía en la división del territorio en encomiendas, al frente de las cuales se situaba un caballero de la orden. Con este proceso se crearon grandes latifundios dedicados a la ganadería. Se aplicó durante la primera mitad del siglo XIII en la Submeseta Sur, el bajo Aragón y el bajo Ebro. El cuarto sistema, repartimiento, consistió en la repartición de tierras entre aquellos que habían participado en su conquista. El lote se llamaba donadío. Este proceso originó también latifundios y se aplicó en la segunda mitad del siglo XIII en el Guadalquivir y en Levante.

            Sociedad: Durante la Edad Media, el modelo social que se impuso fue el feudalismo, que dividía a los hombres en tres grupos según la función que cada uno desempeñara: nobleza (defiende la sociedad), clero (enseña y guía a la sociedad) y tercer estado (campesinos, burgueses…). También existió un sistema de división social según los privilegios, que fue consecuencia de las relaciones de vasallaje.

3.4. Diversidad cultural en los reinos cristianos en la Edad Media: cristianos, musulmanes y judíos.

            Durante ocho siglos, la convivencia de las tres religiones monoteístas más relevantes (cristianismo, islamismo y judaísmo) dio como resultado una diversidad cultural. Cada una representaba un modo distinto de ver la realidad. No obstante, al relacionarse unas con otras, las religiones se contaminaron entre sí. Esta situación de diálogo cultural provocó tensiones en diversas ocasiones, a causa del deseo de unos y otros de salvaguardar la ortodoxia de su fe.

            La cultura de los reinos cristianos se caracterizó por una presencia constante de lo religioso en la vida, un verdadero elemento transversal a la realidad. El contacto con el mundo islámico buscaba la adquisición del conocimiento que esté había atesorado, especialmente el relacionado con la herencia clásica. Destacó el Camino de Santiago, que fue una importante vía de contacto cultural con todos aquellos que pasaron por allí.

            Por otra parte, sobresale la aparición de las universidades como consecuencia del desarrollo de las ciudades. Las primeras fueron las de Palencia y Salamanca. Las universidades respondieron a nuevas necesidades de comunicación y supusieron el fin del monopolio monástico de la cultura.

3.5. Los reinos cristianos en la Edad Media: manifestaciones artísticas.

            Arte asturiano y mozárabe: El arte que se desarrolló en el mundo cristiano de la Península Ibérica tenía una función comunicativa: evangelizar a los fieles. Su primera manifestación es el arte asturiano (s. IX), con una arquitectura inspirada en el mundo clásico, en la que se usaba la bóveda de cañón con refuerzos de arcos fajones y contrafuertes. Un ejemplo es Santa María del Naranco. En el siglo X, se desarrolló el arte mozárabe, que introdujo elementos del Islam, como el arco de herradura árabe. De este periodo es especialmente característica la talla de miniaturas, con colores vivos y figuras representativas. Destaca San Miguel de la Escalada.

            Románico: En los siglos XI y XII, se desarrolló el románico, cuya arquitectura busca la horizontalidad y se caracteriza por el uso de planta de cruz latina, bóveda de medio cañón y de arista, y gruesos muros reforzados por contrafuertes. Destaca la catedral de Santiago de Compostela. La escultura y la pintura están vinculadas a la arquitectura y, con ellas, se persigue transmitir una idea.

            Gótico: El gótico (s. XIII-XVI) supuso un cambio, ya que buscaba la verticalidad y se caracterizaba por el uso de arco apuntado, bóveda de crucería, arbotantes y grandes ventanales. Destaca la catedral de Burgos. En este periodo, las figuras adquieren naturalidad y movimiento. Sobresale también el desarrollo del arte mudéjar, que combina elementos románicos, góticos e islámicos.
4. LA BAJA EDAD MEDIA. CRISIS DE LOS SIGLOS XIV Y XV

4.1. Los reinos cristianos en la Baja Edad Media: organización política e instituciones en el reino de Castilla y en la Corona de Aragón.

            Durante la Baja Edad Media, Castilla y Aragón tuvieron dos modelos de monarquía diferentes.

            Corona de Castilla: Era una monarquía unitaria en la que el rey mantenía la autoridad debido al poco poder de las Cortes y a la aceptación del origen divino de la soberanía. Durante el siglo XIV, destacó el enfrentamiento entre Pedro I el Cruel y la nobleza castellana, encabezada por Enrique de Trastámara, quien vencerá e inaugurará una nueva dinastía. Esta intentará reforzar la monarquía, provocando enfrentamientos con la nobleza que se materializarán con Juan II y Enrique IV, y serán heredados por Juana e Isabel I.

            Corona de Aragón: Era una confederación de Estados (Aragón, Cataluña, Mallorca y Valencia) en la que la monarquía estaba limitada por las Cortes. En cada Estado el rey tenía un lugarteniente (virrey). La crisis del siglo XIV provocó un movimiento campesino que se prolongó hasta la Sentencia Arbitral de Guadalupe, en la que Fernando el Católico abolió los malos usos pero mantuvo el régimen feudal. Por otro lado, al morir Martín I sin descendencia, en el Compromiso de Caspe (principios del siglo XV), se eligió a la dinastía Trastámara para el trono. Así la misma dinastía gobernaba en Aragón y Castilla.

            Instituciones: Destacaron dos instituciones: el Consejo Real (órgano de asesoramiento formado por la nobleza y el alto clero) y las Cortes (con poco poder en Castilla y mayor en Aragón, ya que sus decisiones eran vinculantes y existía, en Valencia y Cataluña, una Generalitat, que vigilaba el cumplimiento de las decisiones tomadas). De la administración territorial destacan dos aspectos: los reinos se dividían en merindades (Castilla) y veguerías (Aragón), y las ciudades gozaban de autogobierno gracias a los fueros.

4.2. Los reinos cristianos en la Baja Edad Media: crisis demográfica, económica y política.

            Introducción: La Baja Edad Media transcurrió entre los siglos XIV y XV, aunque su inicio real se dio en la segunda mitad del siglo XIII, cuando la expansión de la Plena Edad Media había tocado techo.

            Crisis: El siglo XIV fue un siglo de crisis, de depresión. Los factores que concurrieron en la crisis fueron varios. En primer lugar, hubo pestes que produjeron hambrunas y al revés. La peste más conocida fue la del año 1348. En segundo lugar, hubo un cambio climático, descendiendo las temperaturas, lo que unido al estancamiento de la tecnología agrícola, la elevada presión fiscal y el escaso rendimiento de las tierras, provocó situaciones de hambruna. En tercer lugar, hubo guerras, como las de Pedro I contra su hermanastro Enrique II de Trastámara o la Guerra de los Cien años. Por último, hubo migraciones y se produjo un incremento de los desordenes sociales, destacando la rebelión antiseñorial de los payeses catalanes (campesinos adscritos a la tierra del señor), que combatieron los denominados malos usos (duras estipulaciones promulgadas a causa de la crisis).

4.3. Los reinos cristianos en la Baja Edad Media: la expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo.

            Introducción: En el siglo XIII, la Corona de Aragón había finalizado su propia reconquista, limitando sus territorios con los de Castilla. Así, fijó su atención en el Mediterráneo, por donde la expansión se inició en el reinado de Jaime I. Dicha expansión tuvo estos apoyos: la monarquía (interesada en aumentar sus dominios), la nobleza (que con las guerras obtenía beneficios) y la burguesía (la expansión beneficiaba a comerciantes y artesanos).

            Conquista: Las conquistas exigieron un importante esfuerzo militar y económico por parte de los distintos estamentos, que aprovecharon para conseguir contrapartidas que limitaran el poder real. Con ayuda de los almogávares (tropas mercenarias catalanas), se conquistaron diferentes zonas del Mediterráneo. Pedro III inició la expansión conquistando Sicilia en 1282. Jaime II tomó los ducados de Atenas y Neopatria en 1311, y conquistó Cerdeña en 1324. Por último, Alfonso V tomó Nápoles en 1443.

            Disputas: Durante esta expansión, Aragón entraría en disputa con Francia (ya que la casa de Anjou tenía intereses sobre los territorios ocupados) y con el Papado. Dicho enfrentamiento con Francia fue la causa de la política matrimonial de Fernando el Católico, que daría como resultado la herencia de Carlos I.

            Consecuencias: Estas conquistas territoriales propiciaron la hegemonía aragonesa en el Mediterráneo durante los siglos XIII, XIV y XV. Así, la crisis provocada por las malas cosechas se solucionará con el comercio. Destacó especialmente Sicilia (“granero de Europa”), que aportó el cereal del que Aragón carecía.

4.4. Los reinos cristianos en la Baja Edad Media: las rutas atlánticas (castellanos y portugueses). Las islas Canarias.

            Introducción: Desde principios del siglo XV, la ruta para llegar a las Indias estaba controlada por los turcos del Mediterráneo oriental. Así, con el objetivo de hacerse con el comercio de las especias, Castilla y Portugal organizaron expediciones para encontrar una ruta hacia las Indias circunnavegando África.

            Islas Canarias: Los primeros movimientos de Castilla fueron hacia el estrecho de Gibraltar, que llegó a controlar en 1464, y hacia las Islas Canarias. La ocupación de las islas fue lenta por la falta de recursos económicos y la resistencia de los indígenas. La primera expedición castellana hacia el archipiélago fue en 1402, y estuvo encabezada por el noble normando Jean de Béthencourt. Primero se ocuparon las islas de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro. Del mismo modo, los nobles castellanos ocuparon La Gomera en 1450.

            Portugal: En esta expansión chocaron los intereses de Castilla y Portugal, que con Enrique el Navegante había ocupado Tánger, Ceuta, Madeira y las Azores (siglo XV), llegando al cabo de Buena Esperanza en 1488, en una expedición dirigida por Bartolomé Dias. Con esto, quedó abierto el camino para que Vasco de Gama llegara al océano Índico y a las Indias (tierra de las especias).

            Alcaçovas: En 1479, el Tratado de Alcaçovas puso fin al contencioso entre Castilla y Portugal por el Atlántico. Las islas Canarias habían sido una de las zonas en conflicto y, en Alcaçobas, quedaron para Castilla a cambio de que esta no siguiera su expansión por África. El cabo Bojador dividió la zona portuguesa y castellana en África. Así, los castellanos conquistaron Gran Canaria (1483) y Tenerife (1496).
5. LOS REYES CATÓLICOS: LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO MODERNO

5.1. Los Reyes Católicos y la unión dinástica: integración de las Coronas de Castilla y de Aragón.

            Introducción: En 1469, fecha en que contraen matrimonio Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, en el contexto de la guerra de sucesión, la península está dividida en cinco reinos: Portugal, Castilla, Navarra, Aragón y Granada; división que gracias a este matrimonio y a la labor de ambos monarcas acabará reduciéndose con el tiempo a dos: Portugal y España.

            Aragón y Castilla: Aragón era una confederación que comprendía los reinos de Aragón y Valencia, y los principados de Cataluña y Mallorca, con capital en Barcelona. Cada entidad tenía sus propias instituciones. Por el contrario, Castilla era una sola unidad política, lo que facilitó la acción de los reyes.

            Guerra de sucesión: En 1475, Alfonso V de Portugal invadió Castilla y reivindicó el trono para su prometida Juana (hija de Enrique IV). Este hecho desató una guerra civil en Castilla entre los partidarios de Isabel (las ciudades, el clero, la nobleza y Aragón) y los de Juana (el arzobispo de Toledo, un sector de la nobleza, Portugal y Francia). Durante el transcurso de la guerra, en 1475 se produjo la unión dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón mediante la Concordia de Segovia. Isabel fue nombrada reina en ausencia de Fernando, lo que provocó una discusión que se zanjó reconociendo también a Fernando como rey de Castilla mientras Isabel lo sea.

            Tras una serie de victorias, entre las que destaca la batalla de Toro, en 1479 triunfó la causa de Isabel y se firmó el Tratado de Alcaçovas con Portugal, en el que se reconoce a Isabel como reina de Castilla y se produce la renuncia de Alfonso V al trono de Castilla para Juana.

            Conclusión: El mismo año, Fernando sucedió a Juan II en el trono de Aragón. A partir de este momento, Isabel y Fernando fueron reyes de Castilla y Aragón. Sin embargo, aunque con los Reyes Católicos se produjo una unión matrimonial, Castilla y Aragón siguieron manteniendo sus propias leyes, instituciones y fronteras, teniendo como elemento común al monarca. Así, los Reyes Católicos no unieron los dos reinos en uno, sino que prepararon el proyecto de la unión. Castilla, al ser de mayor tamaño, población y poder económico y al tener en ella el rey más facilidad de acción, fue hegemónica dentro de la Monarquía Hispánica, liderando las fuerzas militares y la política colonial en América, pero asumiendo también el mayor esfuerzo fiscal.

5.2. Los Reyes Católicos. La conquista del reino Nazarí y la incorporación del reino de Navarra.

            Conquista de Granada: El reino de Granada (formado por Granada, Almería, Málaga, parte de Jaén y de Cádiz) fue el primer territorio conquistado por los Reyes Católicos. El de Granada era un reino muy poblado y rodeado por una cordillera, lo que dificultaba su conquista. Pagaba unas parias a Castilla a cambio de no ser conquistado y ocupaba un lugar estratégico en la ruta del oro desde Sudán, por lo que poseía el apoyo musulmán. En la segunda mitad del siglo XV, esto cambió: Castilla dejó de necesitar las parias; la ruta del oro se desvió; y, en aquella época, se produjo una mejora de la artillería. Así, debido a estas circunstancias, Castilla pudo atacar Granada, prolongándose la guerra durante diez años y dividiéndose en cuatro etapas: primera (1482-1484), en la que se conquista Alama y se hace prisionero a Boabdil, hijo del rey de Granada; segunda (1484-1486), en la que se conquista el Este del reino; tercera (1486-1490), en la que cayó la zona Oeste; y cuarta (1490-1492), en la que se produce un cerco continuo de la ciudad de Granada, hasta que, el 1 de enero de 1492, se produjeron las Capitulaciones de Santa Fe, en las que Boabdil entregó la ciudad a cambio de que la población y propiedades musulmanas fueran respetadas.

            Anexión de Navarra: A principios del siglo XVI, se produjo una disputa entre Francia y Aragón por el trono de Navarra. Así, en 1512, estalló una guerra civil entre los dos bandos navarros, apoyados cada uno por un reino. Tras una serie de batallas, Diego Fernández de Córdoba conquistó la plaza de Pamplona. En 1517, Castilla, en las Cortes de Burgos, se anexionó Navarra, conservando esta su moneda y sus fueros.

5.3. Los Reyes Católicos: la integración de las Canarias y la aproximación a Portugal.

            Alcaçovas: En 1479, terminó la guerra civil por el trono de Castilla, dándose la victoria de Isabel y el Tratado de Alcaçovas con Portugal. En dicho Tratado, Alfonso V de Portugal renunció al trono de Castilla para su prometida Juana, se acordó que los hijos de los Reyes Católicos se casaran con príncipes portugueses y se estipuló el fin del contencioso entre Castilla y Portugal por el Atlántico. Las islas Canarias, uno de los terrenos en disputa, quedaron para Castilla con la condición de que esta no se expandiera más allá del paralelo establecido por el cabo Bojador.

            Islas Canarias: Tras esto, la conquista de Canarias finalizó en 1496. Esta empresa fue llevada a cabo por particulares, que firmaban unas capitulaciones con la Corona según las cuales la conquista era en nombre del rey, pero podían luego repartirse las tierras. Las consecuencias de la conquista fueron las siguientes: derrumbamiento demográfico de la población indígena, comienzo del comercio del azúcar (una de las principales fuentes de riqueza de las Canarias) y conversión de las Canarias en un punto clave de la ruta comercial entre la Península Ibérica y América.

            A pesar del entendimiento logrado entre Castilla y Portugal en la cuestión de las Canarias, el descubrimiento de América reabrió el conflicto, que quedó cerrado con el Tratado de Tordesillas (1494).

5.4. Los Reyes Católicos y la organización del Estado: instituciones de gobierno.

            Organización del Estado: Los fundamentos que legitimaban la autoridad del rey eran: el fundamento divino, por el cual el rey es un intermediario entre Dios y los hombres; y otro fundamento proveniente del Derecho romano, según el cual la Corona era responsable ante Dios y ante los hombres. Los Reyes Católicos construyeron una monarquía autoritaria, para lo cual tuvieron que acabar con el elevado poder de la nobleza y controlar a las cortes. En esta misión destacaron las cortes de Toledo (1480), en las que se reafirmó el poder del rey mediante estas disposiciones: mayor control de la monarquía sobre cuestiones sociales y económicas; reorganización del Consejo Real, que pasa a ser un órgano consultivo y sus decisiones no son vinculantes; y creación de Chancillerías en Valladolid y, posteriormente, en Granada, para acabar con la justicia que impartían los señores feudales.

            Instituciones: Entre las instituciones que establecieron los Reyes Católicos destacan: la Santa Hermandad (policía rural formada por los habitantes de las ciudades), el Corregimiento (unidad de división administrativa del territorio bajo el mando del corregidor, que sólo respondía ante el rey y cuyas funciones eran defender a los súbditos de los abusos de la nobleza, espiar para el rey y ser el alcalde de la ciudad cabeza del Corregimiento), los fueros (leyes básicas específicas de cada reino, que debían ser respetadas por el rey) y la Inquisición (órgano religioso que, con los Reyes Católicos, se convirtió en un instrumento político, ya que, en 1478, el papa Sixto IV les facultó para nombrar inquisidores, destacando Torquemada). Los mecanismos de la Inquisición eran: el índice de los libros prohibidos (escritos en hebreo), el edicto de fe (se exhortaba a los fieles a confesar o a denunciar a otro) y el interrogatorio. Como estos mecanismos no solucionaron el problema judío, en 1492 se proclamó el Edicto de Granada, por el que todo judío debía convertirse o exiliarse antes del 1 de julio de ese año. Las consecuencias fueron: la salida del reino de un importante grupo social y el establecimiento de estatutos de limpieza de sangre.

5.5. Los Reyes Católicos: la proyección exterior. Política italiana y norteafricana.

            Política italiana: Entre Aragón y Francia existía un conflicto por Nápoles. Durante el reinado de los Reyes Católicos, Carlos VIII de Francia atacó y conquistó este territorio. Como consecuencia, Aragón convocó una Liga Santa, a la que se unieron los Estados Pontificios, el Sacro Imperio Romano Germánico, Venecia y Milán. Al frente de todos estaba Gonzalo Fernández de Córdoba, que consiguió derrotar a los franceses. Luis XII, sucesor de Carlos VIII, firmó el tratado de Granada con Fernando el Católico para compartir Nápoles. Sin embargo, Francia rompió el acuerdo, atacó, volvió a perder frente a la Liga Santa y Aragón se quedó con Nápoles.

            Política norteafricana: Fue llevada a cabo desde Castilla y Aragón. Las principales causas de esta política fueron: por parte de Aragón, la necesidad de enclaves en el Mediterráneo; y, por parte de Castilla, la inercia tomada en el avance hacia el sur. Se avanzó principalmente por Argelia y Túnez, y destacan las ocupaciones de Mazalquivir (1506), Orán (1509), Bujía (1510) y Trípoli (1511).

            Política matrimonial: Fue llevada a cabo por Fernando el Católico con el objetivo de aislar a Francia. Cumpliendo con lo estipulado en Alcaçovas, Isabel, hija de los Reyes Católicos, se casó con Alfonso y, tras su muerte, con Manuel, herederos portugueses. Cuando Isabel murió, fue María la que se casó con Manuel, teniendo una hija llamada Isabel. Por otra parte, otros hijos de los Reyes Católicos, Juan y Juana, se casaron con Margarita y Felipe, hijos de Maximiliano de Austria. Catalina tomó matrimonio con Enrique VIII de Inglaterra. Fruto de la unión entre Juana y Felipe nació Carlos V, que se casó con Isabel, heredera portuguesa. Así, el resultado de toda esta política fue la herencia de Carlos V y Felipe II.

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