1. LA PREHISTORIA Y LA
EDAD ANTIGUA
1.1. El proceso de
hominización en la Península Ibérica: nuevos hallazgos.
Hominización: Con la hominización, los homínidos adquirieron las
características anatómicas y culturales propias del ser humano. Hay dos
problemas para investigar el proceso de hominización: la escasez de restos
arqueológicos y la carencia de evidencias empíricas que avalen la teoría de la
evolución. Existen dos teorías sobre el origen del hombre: apareció en África y
se expandió, o evolucionó separadamente en cada continente (teoría del origen
multirregional).
Yacimientos en la Península Ibérica: Como principal yacimiento destaca Atapuerca, donde
se ha encontrado: una mandíbula de homínido (1.000.000 de años); restos de Homo
antecessor (Paleolítico inferior); y restos de Homo heidelbergensis (250.000
años). En Gibraltar y Banyoles se descubrieron yacimientos de Homo neandertal de
hace 60.000 años.
Etapas: El Paleolítico superior (35.000–12.000 a. C.) se
caracterizó por el trabajo de la piedra y la aparición de dos artes: mueble
(representaciones de la fertilidad) y rupestre (pinturas realizadas en cuevas, destacan
las de Altamira, El Castillo y El Pindal). El Mesolítico (12.000 a. C.) se
caracterizó por la talla microlítica de la piedra. En el Neolítico (12.000–3.000
a. C.) se inventó la agricultura y la ganadería, y el hombre pasó de ser nómada
a ser sedentario. Las nuevas técnicas permitieron una superproducción, con lo
que apareció el comercio. En arte, destaca la cerámica cardial. La Edad de los
Metales se divide en: Edad del Cobre o Calcolítico (3.000–1.800 a. C.), con
yacimientos en Los Millares y Vila Nova de San Pedro; Edad del Bronce (1.800–750
a. C.), con yacimientos en El Argar y Los Campos de Urnas; y Edad del Hierro
(750–Entrada en la historia). Destaca la arquitectura megalítica (realizada con
grandes bloques de piedra que forman diversas tipologías: Menhir, Dolmen,
Cromlech, Tholos), con yacimientos en la Cultura de los Millares, Sudoeste de
Portugal y Sudeste de España.
1.2. Pueblos prerromanos.
Colonizaciones históricas: fenicios, griegos y cartagineses.
Pueblos
prerromanos: Se llama Protohistoria al periodo en que convivieron en la
Península Ibérica pueblos autóctonos (ágrafos) y civilizaciones exteriores (con
escritura). Fruto de esta convivencia nacieron los pueblos prerromanos, que los
romanos encontraron al llegar a la Península Ibérica.
Pueblos
autóctonos: Entre los pueblos autóctonos destacan los íberos y los celtas.
Los íberos estaban compuestos por turdetanos, layetanos y edetanos. Se encontraban
en el litoral mediterráneo y en los valles del Ebro y del Guadalquivir. Usaban
una lengua común y son famosos por su arte (Bicha
de Balazote, Dama de Baza y Dama de Elche) y sus ajuares funerarios.
Los celtas estaban compuestos por vacceos, lusitanos y galaicos. Estaban en la
Meseta y en el Norte. Practicaban una economía de subsistencia y conocían la
metalurgia del hierro. Se agrupaban en confederaciones tribales y vivían en
ciudades amuralladas, como los castros gallegos. La frontera entre estos dos
pueblos no era fija, por lo que estos se mezclaron.
Colonizaciones
exteriores: Entre las colonizaciones exteriores destacan las de los pueblos
indoeuropeos y las colonizaciones históricas (1.000–s. III a. C.). Estas
últimas fueron tres (fenicios, griegos y cartagineses) y todas ellas siguieron
un mismo esquema: pueblos que llegan a la costa, establecen factorías y llevan a cabo intercambios comerciales con
los pueblos autóctonos. Entre las factorías establecidas destacan: Gades y
Malaca (fenicios); Rhodes y Emporión (griegos); y Cartagonova y Sexi
(cartagineses). Estos asentamientos tuvieron como principal consecuencia la
aculturación de los pueblos autóctonos. Sobresalió el caso de los Tartessos (s.
VII a. C.), que, al entrar en contacto con los fenicios, llegaron a construir
una gran civilización basada en una nueva estructura social, política y de
producción económica: se especializaron en la producción minera. No existen
restos arqueológicos de esta civilización, y se piensa que desapareció debido
al agotamiento de las minas.
1.3. Conquista y
romanización: la pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispánica.
Conquista:
La conquista de la Península Ibérica por parte de Roma comenzó a raíz del
Tratado del Ebro, que fue consecuencia de la Primera Guerra Púnica terminó
originando la Segunda Guerra Púnica (219–201 a. C.), donde sobresalieron los
generales Aníbal Barca, Asdrúbal y Escipión “el Africano”. También son
destacadas las Guerras Lusitano-Celtíberas (155–136 a. C.), en las que destacó
Viriato y el asedio de Numancia, y las Guerras Cántabras y Astures (29-19 a.
C.), donde sobresalió Octavio Augusto.
División
territorial: Después de la Segunda Guerra Púnica, en 197 a. C., se dividió
la Península en Ulterior y Citerior. Tras las Guerras Cántabras y Astures,
Octavio Augusto realizó una nueva división territorial (Bética, Lusitania y
Citerior) para poder controlar las minas y, en el siglo III, el emperador
Caracalla añadió otra provincia: Gallaecia. A finales del siglo III,
Diocleciano llevó a cabo una gran reforma administrativa, dividiendo la Diócesis
Hispaniarum en siete provincias: Bética,
Lusitania,
Cartaginense,
Gallaecia,
Tarraconense,
Baleárica y Mauritania Tingitana.
Romanización: Es la asimilación por parte de los
pueblos de la Península Ibérica de los modos de vida romanos. El Sur y el
litoral mediterráneo fueron más romanizados que el Norte. Este proceso conllevó
diversas transformaciones: la construcción de redes de comunicaciones (se
construyeron calzadas para fomentar el comercio y la propaganda, en forma de
actas diurnas); la urbanización (se reestructuraron ciudades, como Gádir, y se
crearon otras nuevas); la introducción de indígenas en las legiones; las obras
públicas (acueductos, alcantarillado, termas o teatros); la introducción del
Derecho y del latín (se unifican las lenguas en una); y la adopción del modelo romano
de sociedad esclavista, que dividía a los hombres en libres, esclavos y
libertos (esclavos liberados). En el siglo III comienza una crisis en el
Imperio, que produjo un despoblamiento de las ciudades y una marcha al campo,
dividiéndose la sociedad en: terratenientes (honestiores) y campesinos (humiliores).
Esto supuso el origen del sistema feudal. En el siglo IV, el cristianismo se
convirtió en la religión oficial del Imperio, siendo identificable la identidad
de cristiano con la de ciudadano romano.
1.4.
Las invasiones bárbaras. El reino visigodo: instituciones y cultura.
Formación del Reino de Toledo: Entre los siglos IV
y V, una serie de pueblos bárbaros (suevos, vándalos y alanos) se asentaron en
la Península Ibérica. En 418, Roma firmó un pacto (foedus) con los visigodos para que expulsaran a estos pueblos. Los
visigodos entraron, expulsaron a los vándalos y volvieron a Francia, donde fundaron
el Reino de Tolosa. En 476, los ostrogodos conquistaron a los romanos y
firmaron otro pacto con los visigodos, que, esta vez, decidieron quedarse en
Hispania. Tras una guerra civil que ganó Atanagildo con ayuda de los
bizantinos, se fundó el Reino visigodo de Toledo (555).
Proceso de unificación del Reino visigodo: En el
proceso de unificación del Reino visigodo destacó Leovigildo, que logró la
unificación territorial (573–586), puso los pilares para la unificación social
(permitió la unión de la aristocracia) y fracasó en la unificación religiosa
(quería imponer el arrianismo). Su hijo, Recaredo, logró la unificación
religiosa con el Tercer Concilio de Toledo (589) al convertirse al catolicismo,
y Recesvinto llevó a cabo la unificación jurídica (654) con el Fuero Juzgo.
Instituciones: La primera institución es el Aula
Regia (conjunto de nobles), donde se encontraba el Oficio Palatino
(administración central). Por otro lado, existía una organización territorial
que dividía la zona en ducados (provincias) y condados (ciudad y su Alfoz). Existía
una monarquía electiva. En los Concilios, se decidían tanto asuntos religiosos
como políticos (destacaron Concilios de Toledo).
Cultura: En este periodo, toda la cultura es
religiosa, y la Iglesia la monopoliza a través de los monasterios. La pintura y
la escultura seguirán la inercia del arte romano, y en la arquitectura destacan
los aparejos de sillería y el arco de herradura.
2. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN
LA EDAD MEDIA: AL-ÁNDALUS
2.1. Evolución política de
Al-Ándalus: conquista, emirato y califato de Córdoba.
Conquista:
Como causas de la conquista musulmana, podemos señalar que en la Península
Ibérica se produjo: un proceso de feudalización; un enfrentamiento entre la
aristocracia; un dominio por parte de don Rodrigo, candidato de la nobleza, del
monarca Akhila; y un malestar social causado por las desigualdades, pestes,
plagas y hambrunas. Así, en 711, se produce la invasión musulmana de Hispania,
causando una ruptura en el Reino visigodo. Los invasores logran desembarcar y
vencen a don Rodrigo en la batalla de Guadalete (711). Los musulmanes, al mando
de Tariq, luchan en Écija y entran en Toledo. En 712, Muza toma Sevilla y
Mérida, y Tariq conquista Zaragoza y Lugo. Al-Hurr toma Cataluña y Al-Sama
conquista Narvonense. En 729, termina la conquista.
Emirato
dependiente de Damasco (711-756): Tras la conquista, Al-Ándalus pasa a ser
una provincia del Califato omeya de Damasco, constituyéndose el emirato
dependiente de Damasco (711-756). El reparto del terreno entre las diferentes
etnias musulmanas llevó a enfrentamientos, como la sublevación bereber de 741. En
este periodo, continúa el avance hacia el norte, que será frenado en Covadonga
(722) y en Poitiers (732), donde destacó Carlos Martel.
Emirato
independiente de Córdoba (756-929): Tras la deposición de la dinastía omeya
(750), Abd-al-Rahman huye a la Península Ibérica y es proclamado emir, siendo
Al-Ándalus independiente políticamente del resto del mundo musulmán, pero
dependiente religiosamente del califa de Bagdad. Surgió así el emirato
independiente de Córdoba (756-929). Este es un periodo de esplendor económico y
cultural. Sin embargo, se dieron algunos problemas, como el avance cristiano.
Califato
de Córdoba (929-1031): Abd-al-Rahman III se proclamó califa, rompiendo
religiosamente con Bagdad e iniciando el Califato de Córdoba (929-1031). Logró
frenar a los cristianos y a los fatimíes en África. El mandato de su sucesor,
Al-Hakam II, fue de esplendor cultural. Hisham II le sucedió a pronta edad,
asumiendo el poder Almanzor, quien llegó a devastar Santiago de Compostela.
Entre 1009 y 1031, hay un periodo de desintegración de Al-Ándalus, que coincide
con el avance cristiano hacia el sur.
2.2. Al-Ándalus: la crisis
del siglo XI. Reinos de taifas e imperios norteafricanos.
El
Califato quedó extinguido en 1031. Los diferentes gobernadores se fueron
independizando, estableciendo unidades políticas conocidas como reinos de
taifas. Estos reinos se distribuyeron por etnias y familias, eran política y
militarmente débiles, y supusieron un periodo de esplendor cultural y
económico.
Durante
este periodo, los cristianos continuaron la Reconquista. En 1085, Alfonso VI
conquistó Toledo. A finales del siglo XI, las taifas se unieron para pedir
ayuda contra los cristianos a los almorávides del norte de África. Estos
unificarán las taifas, derrotarán en un primer momento a los cristianos
(batalla de Sagrajas) y se debilitarán hacia 1145. Así, el territorio volverá a
fragmentarse en lo que se conoce como segundos reinos de taifas.
Tras
un breve periodo, los almohades entraron en la Península y conquistaron las
taifas, unificando nuevamente Al-Ándalus en 1172. Obtendrán un triunfo en la
batalla de Alarcos (1195), pero serán derrotados por los cristianos en la
batalla de las Navas de Tolosa (1212). Esto dio paso a los terceros reinos de
taifas, que serán conquistados uno a uno por los cristianos, siendo el último
el reino nazarí de Granada, derrotado en 1492.
2.3. Al-Ándalus: la
organización económica y social.
Sociedad:
La pirámide social visigoda va a ser sustituida por una pirámide social
heterogénea, en la que destacan diversos grupos. Por una parte, tenemos a los
musulmanes (invasores de etnia diferente que practican el Islam), divididos en:
aristocracia (compuesta por árabes y sirios que recibían el nombre de baladíes
y que controlaban la riqueza y los cargos políticos y militares) y
neomusulmanes o bereberes (entraron a la Península con Tariq y, por lo general,
eran campesinos y pastores). Por otra parte estaban los no musulmanes, que
debían pagar impuestos y se dividían en: población rural (muladíes) y población
urbana (mozárabes). También existían esclavos. Tal variedad permitió una fusión
étnica, que se manifestó sobre todo en los elementos artísticos.
Economía:
La mayor parte de la economía era agraria, por lo que los musulmanes
introdujeron importantes novedades técnicas: ampliación del regadío mediante la
noria, nuevos cultivos y aumento de las plantas medicinales y aromáticas. Destacaron
las zonas del valle del Ebro, Guadalquivir y Segura. La ganadería se centró en
la oveja y la cabra. Con estos progresos, las ciudades experimentaron un
florecimiento (destaca la ciudad de Córdoba). En ellas, se realizaban productos
manufacturados y se comerciaba. El comercio interior tenía lugar en el zoco, y
el exterior fue sobre todo con el mundo islámico. La posición estratégica de la
Península permitía controlar el tráfico de oro y de esclavos de África a
Europa.
2.4. Al-Ándalus: el legado
cultural.
Etapas
culturales: La religión fue el elemento angular de toda la cultura
musulmana. En Al-Ándalus se dieron estas corrientes culturales: Doctrina maikí
(s. VIII), que se caracteriza por el rigorismo religioso; Doctrina zahirí (de
Al-Hakam II), que coincide con el momento de mayor esplendor cultural y que se
caracteriza por la defensa de la libertad de pensamiento; y el periodo de
almorávides y almohades, que supuso una nueva etapa de rigor religioso.
Lengua:
El árabe fue la lengua oficial en Al-Ándalus, aunque sólo la hablaba una
minoría culta, ya que convivió con otras lenguas como el latín, el romance, la
aljamía, el bereber y el hebreo. Sin embargo, este idioma tuvo influencia en la
literatura romance (jarchas) y en el vocabulario español.
Producción
intelectual: Por otra parte, la producción intelectual tuvo autores
destacados en diversas disciplinas: en filosofía destacó Averroes, que intentó
aunar el pensamiento aristotélico con el Islam; en poesía Ibn Hazm, autor de El collar de la paloma; en astronomía
Azarquiel, autor de las Tablas toledanas;
en medicina se realizaron progresos en el campo de la cirugía, la oftalmología
y la farmacia, destacando Al-Zabribi, que escribió Tasril; y en matemáticas destacaron los estudios de álgebra, trigonometría
y la difusión por Europa de la numeración india.
2.5. La mezquita y el
palacio en el arte hispano-musulmán.
A
causa del carácter iconoclasta del Islam, la arquitectura fue la principal
manifestación artística en Al-Ándalus, que supo aprovechar la gran herencia
constructiva del mundo romano y visigodo.
Características
generales: En primer lugar, destaca la variedad de materiales
constructivos, entre los que predominan el ladrillo y la mampostería, así como
el yeso y la escayola para la decoración. En segundo lugar, los elementos
sustentantes serán la columna y el pilar, de herencia romana, y el arco en
todas sus formas, predominando el arco de herradura. En tercer lugar, los
motivos decorativos son, principalmente, geométricos, epigráficos y policromados,
con ausencia de la figura humana.
Edificios
destacados: Los edificios más significativos de la arquitectura islámica
serán el palacio y la mezquita, destacando el palacio de la Alhambra (Granada)
y la mezquita de Córdoba. Esta última fue ampliada por sucesivos emires y
califas, y destaca su sistema de arquería que se repite a lo largo de las
naves. En cuanto a la Alhambra, fue construida durante el Reino nazarí y
destaca su rica decoración.
3. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN
LA EDAD MEDIA: LOS REINOS CRISTIANOS
3.1. Los reinos cristianos
en la Edad Media: los primeros núcleos de resistencia.
Formación
del núcleo astur: En un principio, surgieron reinos en dos lugares:
Cantabria y Asturias, donde se eligió por rey a Don Pelayo, que derrotó a los
musulmanes en Covadonga (722). Tras él, Alfonso I fusionó los dos núcleos de
resistencia y conquistó Galicia y el valle del Duero. Posteriormente, se
produjo una crisis que logró frenar Alfonso II, el cual impulsó la idea de
reconquista y fomentó el Camino de Santiago. Alfonso III venció a los
musulmanes en la batalla de Polvoraria (878) y trasladó la capital a León.
Nacimiento
del Reino de Castilla: Tras su aparición, Castilla se convirtió en un
condado. El primer conde de Castilla fue don Rodrigo. De especial importancia
fue Fernán González, cuya política tuvo tres objetivos: la reunificación de
Castilla bajo un solo conde; la conversión del cargo de conde en hereditario; y
el desarrollo de una autonomía lo más amplia posible. Sancho García expandió
los territorios y su hijo, García II, murió sin descendencia, pasando el
condado de Castilla a manos del rey de Navarra: Sancho III. A su muerte, el
territorio pasó a su segundo hijo, Fernando I, quien será el primer rey de
Castilla.
La
resistencia pirenaica (Navarra y la Marca Hispánica): El proceso de
formación de los reinos del área pirenaica se vio favorecido por los francos. Destacaron:
el Condado de Aragón (s. IX), cuyo principal núcleo urbano era Jaca y que
surgió por el interés de los francos en proteger su zona meridional; los
Condados Catalanes (s. VIII), cuyos principales gobernantes fueron Wifredo el
Velloso y Borrell II, que acabó con el vasallaje a los reyes francos; y el
Reino de Pamplona (independizado en 740), que no aceptó la influencia franca. En
este último, la familia Iñiga gobernó hasta el siglo X, cuando fue destronada y
subió al poder Sancho I, de la dinastía Jimena. Se inicia así una fase de
expansión territorial en la que destacaron derrotas como la de Valdejunquera.
De gran importancia fue el reinado de Sancho III, quien llegó a controlar todos
los territorios cristianos, potenció el Camino de Santiago y, a su muerte,
repartió los terrenos entre sus hijos, lo cual causó enfrentamientos.
3.2. Los reinos cristianos
en la Edad Media: principales etapas de la Reconquista.
Causas:
Son cuatro las causas de la Reconquista: la presión demográfica, la búsqueda de
riquezas, la búsqueda de nuevos territorios y, sobre todo, el espíritu de
cruzada, que sirvió de propaganda.
Etapas:
Durante la primera etapa (s. VIII-X) se produjo un avance cristiano sobre el
valle del Duero y la Plana de Vic. Este avance se vio frenado por dos causas:
la creación del Califato de Córdoba y la repoblación de los terrenos tomados.
En la segunda etapa (s. XI-1150), León y Castilla ocuparon el valle del Tajo, y
Aragón y los Condados catalanes tomaron el valle del Ebro. Los mayores éxitos
de este periodo fueron: la conquista de Toledo (1085) por Alfonso VI, la toma
de Zaragoza (1118) por Alfonso I, y la entrada en Tortosa (1148) de Ramón
Berenguer IV. Durante la tercera etapa (1150-1212) se conquistó el curso medio
del río Guadiana y los cursos altos de los ríos Turia y Júcar. Así, el reino de
León se expandió por Extremadura, el de Castilla por la Submeseta Sur y el de
Aragón por Teruel. Destaca la firma del Tratado de Cazorla (1179), por el que
se delimita la zona de expansión de Castilla y Aragón. La cuarta etapa
(1212-1492) comienza con la derrota de los almohades a manos de Alfonso VIII de
Castilla en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). En 1248, Fernando III
toma Sevilla, extendiéndose Castilla por el Guadalquivir y Murcia. En 1236,
Jaime I el Conquistador entró en Valencia, extendiéndose Aragón por la zona
levantina y las Baleares. Así, toda la península quedó reconquistada, a
excepción del Reino nazarí de Granada, que cayó bajo los Reyes Católicos en
1492.
3.3. Los reinos cristianos
en la Edad Media: las formas de ocupación del territorio y su influencia en la
estructura de la propiedad. Modelos de repoblación y organización social.
Modelos
de repoblación: La repoblación es el proceso de ocupación y colonización
cristiana de las tierras conquistadas. En cada etapa de la Reconquista se
siguió un modelo de repoblación. El primer modelo fue la presura, que consistía
en la ocupación de tierras sin dueño reconocido. Se aplicó en los siglos IX y X
en el valle del Duero, y dio lugar a minifundios. El siguiente sistema,
concejil, consistía en la creación de núcleos de población con un amplio alfoz
y de milicias que protegieran las fronteras. Para animar el proceso, se
concedieron fueros otorgando derechos y libertades a aquellos que colonizaran
la zona. Se aplicó en el siglo XI entre los valles del Duero y del Tajo, y dio
lugar a propiedades comunes. El tercer modelo fue el de las órdenes militares,
y consistía en la división del territorio en encomiendas, al frente de las
cuales se situaba un caballero de la orden. Con este proceso se crearon grandes
latifundios dedicados a la ganadería. Se aplicó durante la primera mitad del
siglo XIII en la Submeseta Sur, el bajo Aragón y el bajo Ebro. El cuarto
sistema, repartimiento, consistió en la repartición de tierras entre aquellos
que habían participado en su conquista. El lote se llamaba donadío. Este
proceso originó también latifundios y se aplicó en la segunda mitad del siglo
XIII en el Guadalquivir y en Levante.
Sociedad:
Durante la Edad Media, el modelo social que se impuso fue el feudalismo, que
dividía a los hombres en tres grupos según la función que cada uno desempeñara:
nobleza (defiende la sociedad), clero (enseña y guía a la sociedad) y tercer
estado (campesinos, burgueses…). También existió un sistema de división social
según los privilegios, que fue consecuencia de las relaciones de vasallaje.
3.4. Diversidad cultural
en los reinos cristianos en la Edad Media: cristianos, musulmanes y judíos.
Durante
ocho siglos, la convivencia de las tres religiones monoteístas más relevantes
(cristianismo, islamismo y judaísmo) dio como resultado una diversidad
cultural. Cada una representaba un modo distinto de ver la realidad. No
obstante, al relacionarse unas con otras, las religiones se contaminaron entre
sí. Esta situación de diálogo cultural provocó tensiones en diversas ocasiones,
a causa del deseo de unos y otros de salvaguardar la ortodoxia de su fe.
La
cultura de los reinos cristianos se caracterizó por una presencia constante de
lo religioso en la vida, un verdadero elemento transversal a la realidad. El
contacto con el mundo islámico buscaba la adquisición del conocimiento que esté
había atesorado, especialmente el relacionado con la herencia clásica. Destacó
el Camino de Santiago, que fue una importante vía de contacto cultural con
todos aquellos que pasaron por allí.
Por
otra parte, sobresale la aparición de las universidades como consecuencia del
desarrollo de las ciudades. Las primeras fueron las de Palencia y Salamanca.
Las universidades respondieron a nuevas necesidades de comunicación y
supusieron el fin del monopolio monástico de la cultura.
3.5. Los reinos cristianos
en la Edad Media: manifestaciones artísticas.
Arte
asturiano y mozárabe: El arte que se desarrolló en el mundo cristiano de la
Península Ibérica tenía una función comunicativa: evangelizar a los fieles. Su
primera manifestación es el arte asturiano (s. IX), con una arquitectura
inspirada en el mundo clásico, en la que se usaba la bóveda de cañón con
refuerzos de arcos fajones y contrafuertes. Un ejemplo es Santa María del
Naranco. En el siglo X, se desarrolló el arte mozárabe, que introdujo elementos
del Islam, como el arco de herradura árabe. De este periodo es especialmente
característica la talla de miniaturas, con colores vivos y figuras
representativas. Destaca San Miguel de la Escalada.
Románico:
En los siglos XI y XII, se desarrolló el románico, cuya arquitectura busca la
horizontalidad y se caracteriza por el uso de planta de cruz latina, bóveda de
medio cañón y de arista, y gruesos muros reforzados por contrafuertes. Destaca
la catedral de Santiago de Compostela. La escultura y la pintura están
vinculadas a la arquitectura y, con ellas, se persigue transmitir una idea.
Gótico:
El gótico (s. XIII-XVI) supuso un cambio, ya que buscaba la verticalidad y se
caracterizaba por el uso de arco apuntado, bóveda de crucería, arbotantes y
grandes ventanales. Destaca la catedral de Burgos. En este periodo, las figuras
adquieren naturalidad y movimiento. Sobresale también el desarrollo del arte
mudéjar, que combina elementos románicos, góticos e islámicos.
4. LA BAJA EDAD MEDIA.
CRISIS DE LOS SIGLOS XIV Y XV
4.1. Los reinos cristianos
en la Baja Edad Media: organización política e instituciones en el reino de
Castilla y en la Corona de Aragón.
Durante
la Baja Edad Media, Castilla y Aragón tuvieron dos modelos de monarquía
diferentes.
Corona
de Castilla: Era una monarquía unitaria en la que el rey mantenía la autoridad
debido al poco poder de las Cortes y a la aceptación del origen divino de la soberanía.
Durante el siglo XIV, destacó el enfrentamiento entre Pedro I el Cruel y la
nobleza castellana, encabezada por Enrique de Trastámara, quien vencerá e
inaugurará una nueva dinastía. Esta intentará reforzar la monarquía, provocando
enfrentamientos con la nobleza que se materializarán con Juan II y Enrique IV,
y serán heredados por Juana e Isabel I.
Corona
de Aragón: Era una confederación de Estados (Aragón, Cataluña, Mallorca y
Valencia) en la que la monarquía estaba limitada por las Cortes. En cada Estado
el rey tenía un lugarteniente (virrey). La crisis del siglo XIV provocó un
movimiento campesino que se prolongó hasta la Sentencia Arbitral de Guadalupe,
en la que Fernando el Católico abolió los malos usos pero mantuvo el régimen
feudal. Por otro lado, al morir Martín I sin descendencia, en el Compromiso de
Caspe (principios del siglo XV), se eligió a la dinastía Trastámara para el
trono. Así la misma dinastía gobernaba en Aragón y Castilla.
Instituciones:
Destacaron dos instituciones: el Consejo Real (órgano de asesoramiento formado
por la nobleza y el alto clero) y las Cortes (con poco poder en Castilla y
mayor en Aragón, ya que sus decisiones eran vinculantes y existía, en Valencia
y Cataluña, una Generalitat, que vigilaba el cumplimiento de las decisiones tomadas).
De la administración territorial destacan dos aspectos: los reinos se dividían
en merindades (Castilla) y veguerías (Aragón), y las ciudades gozaban de
autogobierno gracias a los fueros.
4.2. Los reinos cristianos
en la Baja Edad Media: crisis demográfica, económica y política.
Introducción:
La Baja Edad Media transcurrió entre los siglos XIV y XV, aunque su inicio real
se dio en la segunda mitad del siglo XIII, cuando la expansión de la Plena Edad
Media había tocado techo.
Crisis:
El siglo XIV fue un siglo de crisis, de depresión. Los factores que
concurrieron en la crisis fueron varios. En primer lugar, hubo pestes que
produjeron hambrunas y al revés. La peste más conocida fue la del año 1348. En
segundo lugar, hubo un cambio climático, descendiendo las temperaturas, lo que
unido al estancamiento de la tecnología agrícola, la elevada presión fiscal y
el escaso rendimiento de las tierras, provocó situaciones de hambruna. En
tercer lugar, hubo guerras, como las de Pedro I contra su hermanastro Enrique
II de Trastámara o la Guerra de los Cien años. Por último, hubo migraciones y
se produjo un incremento de los desordenes sociales, destacando la rebelión
antiseñorial de los payeses catalanes (campesinos adscritos a la tierra del
señor), que combatieron los denominados malos usos (duras estipulaciones
promulgadas a causa de la crisis).
4.3. Los reinos cristianos
en la Baja Edad Media: la expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo.
Introducción:
En el siglo XIII, la Corona de Aragón había finalizado su propia reconquista,
limitando sus territorios con los de Castilla. Así, fijó su atención en el
Mediterráneo, por donde la expansión se inició en el reinado de Jaime I. Dicha
expansión tuvo estos apoyos: la monarquía (interesada en aumentar sus
dominios), la nobleza (que con las guerras obtenía beneficios) y la burguesía
(la expansión beneficiaba a comerciantes y artesanos).
Conquista:
Las conquistas exigieron un importante esfuerzo militar y económico por parte
de los distintos estamentos, que aprovecharon para conseguir contrapartidas que
limitaran el poder real. Con ayuda de los almogávares (tropas mercenarias
catalanas), se conquistaron diferentes zonas del Mediterráneo. Pedro III inició
la expansión conquistando Sicilia en 1282. Jaime II tomó los ducados de Atenas
y Neopatria en 1311, y conquistó Cerdeña en 1324. Por último, Alfonso V tomó
Nápoles en 1443.
Disputas:
Durante esta expansión, Aragón entraría en disputa con Francia (ya que la casa
de Anjou tenía intereses sobre los territorios ocupados) y con el Papado. Dicho
enfrentamiento con Francia fue la causa de la política matrimonial de Fernando
el Católico, que daría como resultado la herencia de Carlos I.
Consecuencias:
Estas conquistas territoriales propiciaron la hegemonía aragonesa en el
Mediterráneo durante los siglos XIII, XIV y XV. Así, la crisis provocada por
las malas cosechas se solucionará con el comercio. Destacó especialmente
Sicilia (“granero de Europa”), que aportó el cereal del que Aragón carecía.
4.4. Los reinos cristianos
en la Baja Edad Media: las rutas atlánticas (castellanos y portugueses). Las
islas Canarias.
Introducción:
Desde principios del siglo XV, la ruta para llegar a las Indias estaba
controlada por los turcos del Mediterráneo oriental. Así, con el objetivo de
hacerse con el comercio de las especias, Castilla y Portugal organizaron
expediciones para encontrar una ruta hacia las Indias circunnavegando África.
Islas
Canarias: Los primeros movimientos de Castilla fueron hacia el estrecho de
Gibraltar, que llegó a controlar en 1464, y hacia las Islas Canarias. La
ocupación de las islas fue lenta por la falta de recursos económicos y la
resistencia de los indígenas. La primera expedición castellana hacia el
archipiélago fue en 1402, y estuvo encabezada por el noble normando Jean de
Béthencourt. Primero se ocuparon las islas de Lanzarote, Fuerteventura y El
Hierro. Del mismo modo, los nobles castellanos ocuparon La Gomera en 1450.
Portugal:
En esta expansión chocaron los intereses de Castilla y Portugal, que con
Enrique el Navegante había ocupado Tánger, Ceuta, Madeira y las Azores (siglo
XV), llegando al cabo de Buena Esperanza en 1488, en una expedición dirigida
por Bartolomé Dias. Con esto, quedó abierto el camino para que Vasco de Gama
llegara al océano Índico y a las Indias (tierra de las especias).
Alcaçovas:
En 1479, el Tratado de Alcaçovas puso fin al contencioso entre Castilla y
Portugal por el Atlántico. Las islas Canarias habían sido una de las zonas en
conflicto y, en Alcaçobas, quedaron para Castilla a cambio de que esta no
siguiera su expansión por África. El cabo Bojador dividió la zona portuguesa y
castellana en África. Así, los castellanos conquistaron Gran Canaria (1483) y
Tenerife (1496).
5. LOS REYES CATÓLICOS: LA
CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO MODERNO
5.1. Los Reyes Católicos y
la unión dinástica: integración de las Coronas de Castilla y de Aragón.
Introducción:
En 1469, fecha en que contraen matrimonio Isabel de Castilla y Fernando de
Aragón, en el contexto de la guerra de sucesión, la península está dividida en
cinco reinos: Portugal, Castilla, Navarra, Aragón y Granada; división que
gracias a este matrimonio y a la labor de ambos monarcas acabará reduciéndose
con el tiempo a dos: Portugal y España.
Aragón
y Castilla: Aragón era una confederación que comprendía los reinos de
Aragón y Valencia, y los principados de Cataluña y Mallorca, con capital en
Barcelona. Cada entidad tenía sus propias instituciones. Por el contrario,
Castilla era una sola unidad política, lo que facilitó la acción de los reyes.
Guerra
de sucesión: En 1475, Alfonso V de Portugal invadió Castilla y reivindicó
el trono para su prometida Juana (hija de Enrique IV). Este hecho desató una
guerra civil en Castilla entre los partidarios de Isabel (las ciudades, el
clero, la nobleza y Aragón) y los de Juana (el arzobispo de Toledo, un sector
de la nobleza, Portugal y Francia). Durante el transcurso de la guerra, en 1475
se produjo la unión dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón mediante la
Concordia de Segovia. Isabel fue nombrada reina en ausencia de Fernando, lo que
provocó una discusión que se zanjó reconociendo también a Fernando como rey de
Castilla mientras Isabel lo sea.
Tras
una serie de victorias, entre las que destaca la batalla de Toro, en 1479
triunfó la causa de Isabel y se firmó el Tratado de Alcaçovas con Portugal, en
el que se reconoce a Isabel como reina de Castilla y se produce la renuncia de
Alfonso V al trono de Castilla para Juana.
Conclusión:
El mismo año, Fernando sucedió a Juan II en el trono de Aragón. A partir de
este momento, Isabel y Fernando fueron reyes de Castilla y Aragón. Sin embargo,
aunque con los Reyes Católicos se produjo una unión matrimonial, Castilla y
Aragón siguieron manteniendo sus propias leyes, instituciones y fronteras,
teniendo como elemento común al monarca. Así, los Reyes Católicos no unieron
los dos reinos en uno, sino que prepararon el proyecto de la unión. Castilla, al
ser de mayor tamaño, población y poder económico y al tener en ella el rey más
facilidad de acción, fue hegemónica dentro de la Monarquía Hispánica, liderando
las fuerzas militares y la política colonial en América, pero asumiendo también
el mayor esfuerzo fiscal.
5.2. Los Reyes Católicos.
La conquista del reino Nazarí y la incorporación del reino de Navarra.
Conquista
de Granada: El reino de Granada (formado por Granada, Almería, Málaga,
parte de Jaén y de Cádiz) fue el primer territorio conquistado por los Reyes
Católicos. El de Granada era un reino muy poblado y rodeado por una cordillera,
lo que dificultaba su conquista. Pagaba unas parias a Castilla a cambio de no
ser conquistado y ocupaba un lugar estratégico en la ruta del oro desde Sudán,
por lo que poseía el apoyo musulmán. En la segunda mitad del siglo XV, esto
cambió: Castilla dejó de necesitar las parias; la ruta del oro se desvió; y, en
aquella época, se produjo una mejora de la artillería. Así, debido a estas
circunstancias, Castilla pudo atacar Granada, prolongándose la guerra durante
diez años y dividiéndose en cuatro etapas: primera (1482-1484), en la que se
conquista Alama y se hace prisionero a Boabdil, hijo del rey de Granada;
segunda (1484-1486), en la que se conquista el Este del reino; tercera
(1486-1490), en la que cayó la zona Oeste; y cuarta (1490-1492), en la que se
produce un cerco continuo de la ciudad de Granada, hasta que, el 1 de enero de
1492, se produjeron las Capitulaciones de Santa Fe, en las que Boabdil entregó
la ciudad a cambio de que la población y propiedades musulmanas fueran
respetadas.
Anexión
de Navarra: A principios del siglo XVI, se produjo una disputa entre
Francia y Aragón por el trono de Navarra. Así, en 1512, estalló una guerra
civil entre los dos bandos navarros, apoyados cada uno por un reino. Tras una
serie de batallas, Diego Fernández de Córdoba conquistó la plaza de Pamplona.
En 1517, Castilla, en las Cortes de Burgos, se anexionó Navarra, conservando
esta su moneda y sus fueros.
5.3. Los Reyes Católicos:
la integración de las Canarias y la aproximación a Portugal.
Alcaçovas:
En 1479, terminó la guerra civil por el trono de Castilla, dándose la victoria
de Isabel y el Tratado de Alcaçovas con Portugal. En dicho Tratado, Alfonso V
de Portugal renunció al trono de Castilla para su prometida Juana, se acordó
que los hijos de los Reyes Católicos se casaran con príncipes portugueses y se
estipuló el fin del contencioso entre Castilla y Portugal por el Atlántico. Las
islas Canarias, uno de los terrenos en disputa, quedaron para Castilla con la
condición de que esta no se expandiera más allá del paralelo establecido por el
cabo Bojador.
Islas
Canarias: Tras esto, la conquista de Canarias finalizó en 1496. Esta
empresa fue llevada a cabo por particulares, que firmaban unas capitulaciones
con la Corona según las cuales la conquista era en nombre del rey, pero podían
luego repartirse las tierras. Las consecuencias de la conquista fueron las
siguientes: derrumbamiento demográfico de la población indígena, comienzo del
comercio del azúcar (una de las principales fuentes de riqueza de las Canarias)
y conversión de las Canarias en un punto clave de la ruta comercial entre la
Península Ibérica y América.
A
pesar del entendimiento logrado entre Castilla y Portugal en la cuestión de las
Canarias, el descubrimiento de América reabrió el conflicto, que quedó cerrado
con el Tratado de Tordesillas (1494).
5.4. Los Reyes Católicos y
la organización del Estado: instituciones de gobierno.
Organización
del Estado: Los fundamentos que legitimaban la autoridad del rey eran: el
fundamento divino, por el cual el rey es un intermediario entre Dios y los
hombres; y otro fundamento proveniente del Derecho romano, según el cual la
Corona era responsable ante Dios y ante los hombres. Los Reyes Católicos
construyeron una monarquía autoritaria, para lo cual tuvieron que acabar con el
elevado poder de la nobleza y controlar a las cortes. En esta misión destacaron
las cortes de Toledo (1480), en las que se reafirmó el poder del rey mediante
estas disposiciones: mayor control de la monarquía sobre cuestiones sociales y
económicas; reorganización del Consejo Real, que pasa a ser un órgano
consultivo y sus decisiones no son vinculantes; y creación de Chancillerías en
Valladolid y, posteriormente, en Granada, para acabar con la justicia que
impartían los señores feudales.
Instituciones:
Entre las instituciones que establecieron los Reyes Católicos destacan: la
Santa Hermandad (policía rural formada por los habitantes de las ciudades), el
Corregimiento (unidad de división administrativa del territorio bajo el mando
del corregidor, que sólo respondía ante el rey y cuyas funciones eran defender
a los súbditos de los abusos de la nobleza, espiar para el rey y ser el alcalde
de la ciudad cabeza del Corregimiento), los fueros (leyes básicas específicas
de cada reino, que debían ser respetadas por el rey) y la Inquisición (órgano
religioso que, con los Reyes Católicos, se convirtió en un instrumento
político, ya que, en 1478, el papa Sixto IV les facultó para nombrar
inquisidores, destacando Torquemada). Los mecanismos de la Inquisición eran: el
índice de los libros prohibidos (escritos en hebreo), el edicto de fe (se
exhortaba a los fieles a confesar o a denunciar a otro) y el interrogatorio. Como
estos mecanismos no solucionaron el problema judío, en 1492 se proclamó el Edicto
de Granada, por el que todo judío debía convertirse o exiliarse antes del 1 de
julio de ese año. Las consecuencias fueron: la salida del reino de un
importante grupo social y el establecimiento de estatutos de limpieza de
sangre.
5.5. Los Reyes Católicos:
la proyección exterior. Política italiana y norteafricana.
Política
italiana: Entre Aragón y Francia existía un conflicto por Nápoles. Durante
el reinado de los Reyes Católicos, Carlos VIII de Francia atacó y conquistó
este territorio. Como consecuencia, Aragón convocó una Liga Santa, a la que se
unieron los Estados Pontificios, el Sacro Imperio Romano Germánico, Venecia y
Milán. Al frente de todos estaba Gonzalo Fernández de Córdoba, que consiguió
derrotar a los franceses. Luis XII, sucesor de Carlos VIII, firmó el tratado de
Granada con Fernando el Católico para compartir Nápoles. Sin embargo, Francia
rompió el acuerdo, atacó, volvió a perder frente a la Liga Santa y Aragón se
quedó con Nápoles.
Política
norteafricana: Fue llevada a cabo desde Castilla y Aragón. Las principales
causas de esta política fueron: por parte de Aragón, la necesidad de enclaves
en el Mediterráneo; y, por parte de Castilla, la inercia tomada en el avance
hacia el sur. Se avanzó principalmente por Argelia y Túnez, y destacan las
ocupaciones de Mazalquivir (1506), Orán (1509), Bujía (1510) y Trípoli (1511).
Política
matrimonial: Fue llevada a cabo por Fernando el Católico con el objetivo de
aislar a Francia. Cumpliendo con lo estipulado en Alcaçovas, Isabel, hija de
los Reyes Católicos, se casó con Alfonso y, tras su muerte, con Manuel,
herederos portugueses. Cuando Isabel murió, fue María la que se casó con
Manuel, teniendo una hija llamada Isabel. Por otra parte, otros hijos de los
Reyes Católicos, Juan y Juana, se casaron con Margarita y Felipe, hijos de
Maximiliano de Austria. Catalina tomó matrimonio con Enrique VIII de
Inglaterra. Fruto de la unión entre Juana y Felipe nació Carlos V, que se casó
con Isabel, heredera portuguesa. Así, el resultado de toda esta política fue la
herencia de Carlos V y Felipe II.
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