lunes, 1 de julio de 2013

HISTORIA DE ESPAÑA. BLOQUE I. PARTE II


6. EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y CREACIÓN DEL IMPERIO COLONIAL

6.1. El descubrimiento de América.

            Organización y viajes: Cristóbal Colón fue el primero en llegar a América y en retornar a su lugar de origen para contarlo. Tras una serie de intentos en otros Estados como Portugal, Colón consiguió de los Reyes Católicos, en las Capitulaciones de Santa Fe (abril de 1492), el nombramiento de almirante, virrey y gobernador general de las tierras que descubriera, además de la décima parte de todas las riquezas que encontrara. Gracias a esto, Colón organizó cuatro viajes entre 1492 y 1504, el primero de ellos con tres naves: la Santa María (capitaneada por él mismo), la Pinta (capitaneada por Martín Alonso Pinzón) y la Niña (capitaneada por Vicente Yáñez Pinzón). En el segundo viaje, se trazaron las rutas marinas que serían seguidas durante siglos.

            Territorios descubiertos: A lo largo de estos viajes, Colón descubrió las siguientes tierras: San Salvador, Juana (Cuba) y La Española (Santo Domingo y Haití), en el primer viaje (1492); las Antillas menores, San Juan Bautista (Puerto Rico) y Santiago (Jamaica), en el segundo viaje (1493-1496); Trinidad y la desembocadura del río Orinoco, en el tercer viaje (1498-1500); y la costa centroamericana, en el cuarto viaje (1502).

            Acontecimientos destacados: En cuanto a los acontecimientos, el primer viaje fue de contacto. En el segundo viaje, comenzaron los incidentes con los indígenas (destrucción del Fuerte Navidad), se encontró algo de oro (si bien poco) y se tomaron como esclavos a algunos indígenas, lo cual fue rechazado por Isabel la Católica por parecerle inmoral. En el tercer viaje, Colón fue acusado por Bobadilla (nombrado gobernador de las Indias por los reyes, ante el elevado coste de las expediciones) de corrupción y hecho preso.

            Exploradores: A partir de 1499, destacaron una serie de exploradores, cuyas expediciones fueron autorizadas por los reyes: Vicente Yáñez Pinzón, Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa, Juan Ponce de León y Juan Díaz de Solís, quienes recorrieron la costa desde el Río de la Plata hasta Florida, con escasos resultados económicos. En 1513, Núñez de Balboa descubrió el mar del Sur (océano Pacífico), demostrando que un continente nuevo se interponía entre Europa y las especias.

            Negociaciones exteriores: Respecto al hecho de dominio sobre las nuevas tierras, los Reyes Católicos obtuvieron del Papa, tras el primer viaje de Colón, las Bulas Inter Caetera. Tras las protestas de los portugueses, en 1494, se dio el Tratado de Tordesillas, que situó la línea imaginaria de demarcación a 370 leguas al oeste de las islas portuguesas de Cabo Verde.

6.2. Conquista y colonización de América.

            Introducción: La conquista y colonización de lo que serían las posesiones españolas en América se desarrolló en tres etapas.

            Primera etapa: Entre 1502 y 1519, se produjo la conquista de las Antillas, comenzando por La Española y Cuba, y continuando con el resto de islas. En poco tiempo, la población indígena fue desapareciendo por las duras condiciones de trabajo a las que fue sometida, las agresiones y las epidemias. Por esta razón y por la mala adaptación de los españoles a las islas, estos comenzaron a adentrarse en el continente, fundando las ciudades de Santa María la Antigua del Darién (1510) y Panamá (1519). Entre 1519 y 1522, Magallanes cruzó el estrecho que hoy lleva su nombre y alcanzó las islas Molucas, demostrando que había una ruta marítima hacia Asia.

            Segunda etapa: Entre 1519 y 1549, se produjo la conquista del Imperio azteca de México (1519-1521), a manos de Hernán Cortés, y del Imperio inca del Perú (1531-1535), a manos de Francisco Pizarro. Ambas conquistas presentaron características similares: aprovecharon las divisiones internas de ambos imperios, el factor sorpresa y la superioridad tecnológica. En ambos territorios, los españoles encontraron una amplia población acostumbrada a trabajar obedientemente, la cual fue utilizada para la explotación de tierras y minas (como las de Zacatecas, Potosí o Huancavelica). México y Perú sirvieron de modelo para otras conquistas, como la de Chile por Pedro de Valdivia.

            Tercera etapa: Entre 1550 y el siglo XVIII, se completó la conquista de América, con la toma de: Nuevo México, Florida, Texas, California, la cuenca del río Orinoco y el interior de Argentina.

6.3. Gobierno y administración en el imperio colonial.

            Instituciones: La colonización de América se llevó a cabo durante el reinado de Carlos I. Sin embargo, es durante el reinado de Felipe II cuando se creó la organización político-administrativa. Así, Felipe II creó una red de instituciones, unas con sede en Castilla (como la casa de contratación del consejo de indias) y otras con sede en América (como virreinatos, audiencias, gobernadores y municipios).

            Problemas jurídicos y esclavitud: La colonización se encontró con una serie de problemas jurídicos. Primero, el derecho de los españoles a conquistar y gobernar el nuevo mundo, que se solucionó con una bula papal que concedía al imperio el derecho de evangelizar el nuevo territorio llevando a cabo acciones necesarias. Además, surgió el problema de la conversión de hombres libres en esclavos. A pesar de que los Reyes Católicos habían ordenado respetar a los indígenas, se les decía que, si no se rendían, serían hechos esclavos. Contra esto, se promulgaron las leyes de Burgos, con un nuevo sistema de encomienda que concedía mano de obra indígena hereditaria a los colonizadores (era una esclavitud encubierta). Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria criticaron esta situación, con lo que Carlos I promulgó la nueva ley de indias (la encomienda dejaba de ser hereditaria). En 1573, surgieron las Ordenanzas de Segovia, como respuesta a la llamada Leyenda Negra, en las que se prohibía el término conquista para referirse a América.

6.4. Impacto de América en España.

            Introducción: En 1492, Cristóbal Colón descubrió América, iniciando una etapa de expansión y colonización en estas tierras.

            Consecuencias: Las consecuencias de dicho descubrimiento fueron diversas. En primer lugar, surge la necesidad de asegurar el derecho a disfrutar de lo descubierto, lo que llevará a la firma del Tratado de Tordesillas entre la Monarquía Hispánica y Portugal, por la que se dividieron las zonas de influencia en el mundo de cada una de estas dos potencias. Desde principios del siglo XVI, tanto Francia como Inglaterra y Holanda trataron de participar también de las riquezas de las nuevas tierras a través de la piratería. En segundo lugar, destaca la llegada de nuevas riquezas procedentes de América, que permitieron financiar las campañas militares, destacando como minas americanas más importantes las de Potosí, Huancavélica y Zacatecas. En tercer lugar, el comercio experimentó un gran desarrollo, siendo Sevilla el centro del comercio con América y destacando la creación de la Casa de Contratación, en 1503, y del Consejo de Indias, en 1524. En cuarto lugar, se produjo un aumento de la inmigración de la Península Ibérica hacia América, teniendo lugar en el siglo XVI aproximadamente 200.000 migraciones, principalmente de delincuentes, mendigos y prostitutas que iban en busca de fortuna. Por último, cabe destacar que se abrió un importante espacio para la evangelización cristiana (principal objetivo de los Reyes Católicos), la cual fue llevada a cabo por jesuitas, dominicos y franciscanos.

7. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI

7.1. El Imperio de Carlos V. Conflictos internos: Comunidades y Germanías.

            Herencia: La herencia que recibió Carlos V y que le permitió aislar a Francia fue esta: los territorios de los Habsburgo y el derecho al trono alemán (Maximiliano de Austria); los Países Bajos, Artois, el Franco Condado, Borgoña y Charolais (María de Borgoña); la Corona de Aragón, Nápoles, Sicilia y Cerdeña (Fernando II); y Castilla, las Canarias, los territorios del Nuevo Mundo, Melilla, Orán y Trípoli (Isabel I).

            Conflictos internos: Carlos V fue jurado rey en Castilla en 1518 y, más tarde, en Zaragoza y Barcelona. Cuando Maximiliano de Austria murió, Carlos reclamó dinero en Barcelona, Santiago y La Coruña para sufragar los gastos de su elección como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Esto y el hecho de que dejara al frente del gobierno de Castilla a extranjeros, no gustó. Así, en 1520, estalló en Castilla la revuelta de las Comunidades, encabezada por Padilla, Bravo y Maldonado. Estas formaron la Junta de Ávila, que exigió: una mayor importancia a las ciudades y a las Cortes en política; la reducción de impuestos y gasto público; y la exclusión de extranjeros de cargos políticos. Sin embargo, en abril de 1521, los comuneros son derrotados en Villalar. Paralelamente, en 1519, en los territorios de Valencia, Murcia y Mallorca, se desarrolló la revuelta de las Germanías, que se concentró contra la nobleza y sus sirvientes (moriscos). Esta revuelta fue promovida por el clero, que extendió una serie de ideas según las cuales los moriscos eran la raíz de todos los males del país. En ella participó la población urbana y los campesinos, y fue duramente aplacada en 1523 y erradicada en 1524.

            Política exterior: Carlos V fue un rey cuyo proyecto político pasó por resucitar el antiguo ideal de Imperio cristiano universal. Para esto, se encontró con tres obstáculos: la rivalidad con Francia (finalizó, tras la batalla de Pavía (1525) y el Saco de Roma (1527), con el Tratado de Cambray), el avance del Imperio Turco (conquistó Hungría y Viena, de donde fue expulsado, lanzando Carlos V, posteriormente, una ofensiva contra sus aliados bereberes en Túnez (1535) y Argel) y la Reforma protestante de Lutero (contra ella, Carlos V convocó dietas en Wörms (1521) y Spira (1529) y fomentó el Concilio de Trento (1545-1563), creándose la Liga Smalkalda, unión de príncipes luteranos, que fue derrotada en Mühlberg (1547), firmándose la Paz de Augsburgo). En 1556, Carlos V abdicó y se retiró a Yuste, donde murió en 1558.

7.2. La monarquía hispánica de Felipe II. La unidad ibérica.

            Herencia y carácter: Felipe II recibió de Carlos V todos sus territorios a excepción del título imperial. Al contrario que su padre, fue un rey burócrata que instaló la Corte en Madrid, construyendo El Escorial.

            Problemas internos: Económicamente, durante el reinado de Felipe II se produjo un incremento del coste de las guerras y una situación de estancamiento económico (los productos castellanos dejan de exportarse a América), lo que provocó que el rey tuviera que declarar en tres ocasiones la banca rota. Por otra parte, se produjo el problema de Antonio Pérez, secretario del rey que escribió panfletos en su contra, huyendo a Aragón y protegiéndose con el Privilegio de Manifestación. Este hecho permitió, posteriormente, a Felipe II, en las Cortes de Tarazona (1592), remodelar los fueros para dar más poder al rey.

            Política exterior: Podemos dividir la política exterior de Felipe II en dos bloques: política heredada (1556-1560) y política propia o filipina (1560-1598). Felipe II hereda una serie de problemas: el enfrentamiento con el Papado (se logró la paz en 1557 tras la intervención del duque de Alba) y con Francia (Manuel Filiberto de Saboya derrotó a los franceses en San Quintín, agosto de 1557, y se frenó el avance francés por el Norte en la batalla de Gravelinas, julio de 1558). La paz de Cateau-Cambrésis (1559) con Francia, en la que se logran concesiones territoriales y se conciertan matrimonios, se vio fomentada por una serie de problemas religiosos en ambos reinos: en 1559, se descubrieron en Sevilla y Valladolid cuatro núcleos luteranos, que fueron reducidos mediante sendos autos de fe. Además, a partir de este momento, para evitar nuevos contagios heréticos, se cerraron las fronteras a cualquier publicación extranjera que no hubiese sido censurada previamente por la Iglesia y se concedió a Amberes el monopolio librero. Otro problema religioso fue el de la sublevación morisca en las Alpujarras (1568-1571), que fue erradicada. Con respecto a la política filipina, diremos que existieron dos ejes: el eje mediterráneo (1560-1571) y el eje atlántico (1568-1598). En el Mediterráneo destacó la expulsión de los turcos de la isla de Malta y la batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571). En esta última, la Santa Alianza (Monarquía Hispánica, Venecia y Estados Pontificios) derrotó, bajo el mando de Don Juan de Austria, a los turcos. En 1572, Venecia firmó la paz por separado, rompiendo la Santa Alianza. A partir de este momento comenzó el declive del Imperio turco. En el eje atlántico, se llevaron a cabo acciones en tres escenarios: Portugal (se logró el trono, con todas las colonias portuguesas, tras la toma de Lisboa por parte del duque de Alba y Álvaro de Bazán), Inglaterra (la gran armada, dirigida por el duque de Medina-Sidonia, fracasó) y Países Bajos (donde no pudieron zanjarse las revueltas fomentadas por Guillermo de Orange y los protestante). En 1598, Felipe II murió, siendo su heredero Felipe III.

7.3. La España del siglo XVI: el modelo político de los Austrias. La unión de reinos.

            Territorios: Durante el siglo XVI, la Monarquía Hispánica estaba formada por un conjunto de territorios muy diferentes entre sí, algunos de los cuales, como Aragón, tenían autonomía propia, por lo que el rey era lo único común entre ellos. Los monarcas apoyaron su política en Castilla, ya que este territorio contaba con riquezas y, en él, el rey tenía mayor poder.

            Consejos: Para gobernar este conjunto de terrenos, los monarcas continuaron con el sistema polisinodial creado por los Reyes Católicos, por el que se dividen las diferentes áreas de gobierno, encargándose de cada una un Consejo formado por varias personas (decisiones colegiadas). Se crean dos tipos de Consejos: los Consejos territoriales (en Castilla, Indias, Aragón, Italia, Portugal y Flandes) y los consejos ministeriales (el de la Hacienda, la Cruzada, las Órdenes militares y la Inquisición). Por encima de todos estaba el Consejo de Estado, que asesoraba al monarca. Como intermediario entre los Consejos y el rey apareció el secretario, figura de gran importancia. Además de esto, para gobernar los territorios que no son Castilla (donde mandaba el rey), se nombró a un virrey por cada uno.

            Administración territorial y de justicia: En cuanto a la administración territorial, se sigue utilizando el sistema de Corregimientos (unidad de división administrativa del territorio bajo el mando del corregidor, que sólo respondía ante el rey y cuyas funciones eran defender a los súbditos de los abusos de la nobleza, espiar para el monarca y ser el alcalde de la ciudad cabeza del Corregimiento) y para la justicia el sistema de Chancillerías y Audiencias. Las Cortes irán perdiendo cada vez más peso en las decisiones reales.

7.4. Economía y sociedad en la España del siglo XVI.

                Población: Durante el siglo XVI se vivió un aumento de la población, siendo mayor la de Castilla que la de Aragón, y habiendo a finales de siglo en torno a ocho millones de habitantes (en Castilla).

            Economía con Carlos I: El reinado de Carlos I estuvo marcado por el crecimiento económico. Destacan Sevilla, que se enriqueció con el comercio indiano, y los puertos del Norte, exportadores de lana a Europa. Por otro lado, durante este siglo se produjo la revolución de los precios, gracias al aumento de la demanda y la llegada de metales preciosos de América. Los salarios no subieron al mismo ritmo que las mercancías, lo que provocó que los propietarios se enriquecieran al tiempo que las clases populares se empobrecían. Todas las regiones aumentaron su riqueza, excepto Cataluña, que seguía arrastrando síntomas de la crisis de la Baja Edad Media.

            Economía con Felipe II: Fue durante el reinado de Felipe II cuando se empezaron a evidenciar los primeros síntomas de crisis. Las causas fueron: el elevado coste de las guerras, el fuerte endeudamiento de la Corona (que llevó a declarar la bancarrota en varias ocasiones), la crisis del vellón, el escaso desarrollo de la agricultura y la industria, y la actitud derrochadora de los más ricos.

            Sociedad: En cuanto a la sociedad, ésta seguía estando dividida por estamentos, cuyas principales características se definían por la función social que ocupaban y la tenencia o ausencia de privilegios. En primer lugar, la nobleza estaba dividida en alta (poseedora de latifundios y asentada en la Corte) y pequeña (que quedó arruinada a causa de la inflación). Los pertenecientes a esta última, ante la imposibilidad de trabajar (que era considerado una deshonra), ingresaron en el ejército, en la Iglesia o emigraron a América. En segundo lugar, el alto clero, formado por los segundones de la nobleza, disponía de buenas rentas; mientras que el bajo clero, de origen humilde, solía ser pobre y carecer de cultura. En tercer lugar, la burguesía, no muy numerosa debido a que la artesanía y el comercio estuvieron controlados principalmente por extranjeros, tendió a optar por inversiones seguras, la compra de tierras o la vinculación al comercio y la banca. Por último, los campesinos y trabajadores urbanos, la inmensa mayoría de la población, estaba sometida a la jurisdicción del rey, la nobleza o la Iglesia. Fueron los principales perjudicados por la política fiscal de la Corona.

7.5. Cultura y mentalidades en la España del siglo XVI. La Inquisición.

            Introducción: En la cultura del siglo XVI destaca el Renacimiento, corriente que supuso el paso del teocentrismo medieval al antropocentrismo moderno, lo que no significó que Dios fuera suprimido (por el contrario, el elemento religioso siguió siendo el centro de la vida de las personas).

            Religión: En general, la sociedad española siguió arraigada a sus tradiciones, temerosa del cambio y de lo ajeno, lo cual no quitaba la existencia de algunas excepciones de mentalidades abiertas. Especial relevancia tendría la Reforma protestante y la consecuente Contrarreforma católica. Esto llevó a Felipe II a blindar el país culturalmente, prohibiendo la entrada de literatura extranjera, con el fin de evitar la contaminación con corrientes heréticas. Aún así, en 1559, habría dos procesos inquisitoriales en Valladolid y Sevilla a cuatro núcleos protestantes.

            Inquisición: El principal instrumento de control cultural de los reyes españoles fue la Inquisición, desde la bula de Sixto IV a los Reyes Católicos en 1478. Dirigida por un Inquisidor General, al frente de un Consejo, la Inquisición se encargaba de perseguir la herejía pretendiendo no sólo el castigo de la culpa, sino también la salvación del alma del reo, mediante la confesión de este de su culpa. Para ello, contaba con cuatro medios fundamentalmente: el edicto de fe, los índices de libros prohibidos, los interrogatorios y el auto de fe.
8. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVII

8.1. Los Austrias del siglo XVII. Gobierno de validos y conflictos internos.

            Características: El siglo XVII fue un periodo de decadencia de la monarquía caracterizado por: delegación del poder por parte del monarca en la figura del valido (que tenía dos características: su amistad con el monarca y su condición de primer ministro); pérdida de la hegemonía internacional y ascenso de Francia; profunda depresión económica y crisis demográfica; crisis de la monarquía; y, en el plano cultural, identificación del siglo XVII con el Siglo de Oro.

            Felipe III: En 1598, Felipe III accedió al trono, siendo notable la diferencia en su modo de gobernar con respecto de Felipe II (será un rey cortesano). Inauguró la costumbre de ceder la dirección del Estado al valido, siendo el primero el duque de Lerma, que fue acusado de haber desplazado a los fieles servidores de Felipe II y de nepotismo. En 1618, tras el proceso de Franqueza, es sustituido por su hijo el duque de Uceda. Por otra parte, en 1609, se firmó la expulsión de los moriscos, fomentada por numerosos eclesiásticos, aristócratas y cristianos viejos. El duque de Lerma mantuvo una posición fluctuante y no se decidió hasta 1608. El proceso comenzó por el reino de Valencia (donde las consecuencias fueron peores), extendiéndose por Castilla y Aragón. Gracias a las fuertes recompensas, la nobleza, contraria a la expulsión, logró paliar los efectos.

            Felipe IV: El reinado de Felipe IV puede dividirse en tres etapas, en cada una de las cuales tuvo un valido: el conde-duque de Olivares (1621-1643), Luis Méndez de Haro y Guzmán, y consejeros como sor María Jesús de Ágreda. Destaca Olivares, en cuya etapa se impusieron medidas contra la corrupción (en 1622, se creó la Junta Grande de Reformación), medidas proteccionistas (con las que se buscó mejorar la situación económica) y se trató de unificar la monarquía creando la Unión de Armas (ejército común para todos los territorios). Esta última medida atacaba los fueron, lo que traería problemas con portugueses y catalanes.

            Carlos II: Carlos heredó el trono con cuatro años, regentándolo su madre: Mariana de Austria. Esta puso como primer ministro a Juan Everardo Nithard, destituido en 1669 ante el malestar de la nobleza. El reinado de Carlos II estuvo marcado por su débil salud y por la ausencia de hijos para garantizar la sucesión.

8.2. La crisis de 1640.

            Causas: En el texto de la Unión de Armas (1626), el conde-duque de Olivares proponía a Felipe IV ser rey de España, es decir, equipara todos los reinos de la Monarquía Hispánica a Castilla. Sin embargo, estos reinos no tenían el mismo deseo. En primer lugar, sentían que no tenían rey, puesto que este estaba ausente, y, en segundo lugar, no querían ceder los privilegios fiscales y jurídicos que poseían.

            Rebelión de Cataluña: En 1640, se produjo en el nordeste de Cataluña un alzamiento popular contra los tercios. El 6 de junio de 1640 (día del Corpus de Sangre), se enfrentaron segadores y soldados. La Generalidad canalizó la sublevación y asumió la convocatoria de una Junta de Brazos para el reclutamiento militar. La intervención del ejército real llevó a la proclamación de la República catalana y a reconocer a Luis XIII de Francia como conde de Barcelona, realizándose el Tratado de Péronne (1641). Sin embargo, la aristocracia apoyó a Felipe IV y la oposición en Cataluña fue creciendo. Consiguieron mantenerse hasta 1652, cuando cayó Barcelona tras la gran ofensiva de don Juan de Austria y del marqués de Mortara (1651).

            Caída de Olivares: Felipe IV se centró más en Cataluña que en la rebelión portuguesa, que acabó con la entronización del duque de Braganza como Juan IV. Estas revueltas tuvieron un efecto disgregador en la monarquía (destaca Andalucía). Así, Olivares se retiró en 1643, sustituyéndole don Luis Méndez de Haro, quien no llegó a tener la misma influencia sobre el rey, que también confiaba en Sor María de Ágreda.

            Fin de la hegemonía: Tras las revueltas en Cataluña, la Paz de los Pirineos señaló el fin de la hegemonía española, dándose a Francia Artois y el Rosellón. Por otro lado, Felipe IV había conseguido que Portugal quedara fuera del tratado, esperando la recuperación de este territorio. Sin embargo, tras una serie de derrotas, este país logró su independencia, reconocida en el Tratado de Lisboa (1668).

8.3. La España del siglo XVII: el ocaso del Imperio español en Europa.

            Felipe III: Durante el reinado de Felipe III, llegó a firmarse la paz con tres Estados que combatían contra la Monarquía Hispánica: Francia (en 1598, tras el Tratado de Vervins), Inglaterra (en 1604, tras el desembarco de Kinsale y la muerte de Isabel I) y Países Bajos (tras la fallida intervención de Spinola, se firmó una tregua de doce años que abarcaba de 1609 a 1621). No obstante, esta Pax Hispánica se vio atenuada por los enfrentamientos con Francia (Enrique IV trató de debilitar el camino español que unía Italia y Flandes), los conflictos con Saboya en el Milanesado y las acciones navales del duque de Osuna contra los turcos.

            Felipe IV: Durante el reinado de Felipe IV destacó la guerra de los Treinta Años (1618-1648), que tuvo causas de diverso tipo: religiosas (enfrentamiento entre católicos y protestantes), políticas (rivalidad hispano-francesa) y socioeconómicas (crisis de XVII). En la guerra se distinguen cuatro etapas: primera (de 1618 a 1623, Bohemia no reconoce al emperador y entroniza a un calvinista), segunda (de 1623 a 1629, Dinamarca entra en guerra con el Imperio, siendo invadida por tropas españolas y firmándose el Acta de Restitución), tercera (de 1629 a 1635, Suecia toma Dinamarca y el Norte del Imperio en la Paz de Praga) y cuarta (de 1635 a 1648, la Monarquía Hispánica y Francia se enfrentan en Países Bajos, Franco-Condado, Italia, Alsacia y Lorena). España participó a favor del Imperio para evitar el aislamiento de los Países Bajos, donde siguió la guerra al finalizar la tregua de los doce años. En 1648, terminó el conflicto con la Paz de Westfalia, cuyas consecuencias fueron: división del Imperio, fin de la hegemonía de los Habsburgo, afianzamiento de Francia como potencia, concesión a los calvinistas del mismo rango que los demás protestantes, separación de las Provincias Unidas del Imperio y conversión de Suecia en la primera potencia del Báltico. Las disputas entre España y Francia empezadas en este periodo finalizaron con la Paz de los Pirineos (1659).

            Carlos II: Con Carlos II se reconoció la independencia de Portugal en 1668. Los ataques de Francia a los Países Bajos españoles ocasionaron estos tratados: Paz de Aquisgrán (1668), Paz de Nimega (1678), Paz de Ratisbona (1684) y Paz de Ryswick (1697). En cuanto a la sucesión, hubo tres candidatos: el Archiduque Carlos, el príncipe José Fernando de Baviera y Felipe de Anjou. Carlos II designó a Felipe, pero el miedo de Inglaterra y Austria a la formación de un bloque hispano-francés causó la guerra de Sucesión.

8.4. La España del siglo XVII: evolución económica y social.

            Causas de la recesión: Los dos primeros tercios de siglo presentan una situación de crisis económica generalizada en toda Europa. En el último tercio, comenzó una etapa de recuperación económica o fase expansiva. En el caso de España, las causas de la recesión económica fueron las siguientes. En primer lugar, se produjo una grave crisis demográfica, surgida a finales del siglo anterior. Esta tuvo una mayor repercusión en el interior de la Península, y se debió a las epidemias, a las malas cosechas, a la expulsión de la población morisca, y a las diversas guerras (además de la disminución de los metales preciosos que llegaban de América). Así, la pérdida de población suponía fundamentalmente un descenso de la demanda. En segundo lugar, el elevado coste de las campañas bélicas absorbió la práctica totalidad de los ingresos ordinarios, provocando el aumento de la presión fiscal y la devaluación de la moneda. Esto provocó una pérdida en el nivel adquisitivo de la población. En tercer lugar, los prejuicios sociales de los sectores adinerados de la sociedad perjudicaron el desarrollo económico, ya que estos no invertían en la producción, dando lugar a que el comercio estuviese dominado por extranjeros y a un atraso tecnológico.

            Consecuencias: Todo esto provocó un aumento del peso social de los grupos improductivos (nobles, clérigos o mendigos), ya que fueron más los campesinos que decidieron ingresar en el clero para asegurarse el sustento necesario para vivir y evitar el alistamiento militar. Finalmente, puede afirmarse que esta situación económica fue una de las causas principales de la pérdida de la hegemonía en Europa de la Monarquía Hispánica, siendo este hecho especialmente grave durante el gobierno del conde-duque de Olivares.

8.5. La España del siglo XVII: esplendor cultural. El Siglo de Oro.

            Introducción: Se conoce por Siglo de Oro de la cultura española al período que engloba parte del movimiento renacentista del siglo XVI y el periodo barroco del siglo XVII. Surgen ahora una serie de personajes ilustres en las artes y las letras.

            Pintura barroca: En cuanto al barroco, decir que surge en Roma, fruto de la Contrarreforma, y tiene como fin actuar sobre los afectos de los fieles para mover sus acciones hacia Dios. Quizá fue la pintura la manifestación artística que sufrió un mayor cambio. Se practicó un arte naturalista en el que se pintaba todo lo que se veía, bonito o feo, agradable o no. Fue además un arte grandioso, en el que el movimiento, la luz y el colorido eran los elementos característicos. Destacaron Ribera, Zurbarán y Velázquez, máximos exponentes de las tres escuelas españolas: la valenciana, la andaluza y la madrileña, respectivamente.

            Literatura barroca: Respecto a la literatura, son muchos los nombres que surgieron en esta época: Tirso de Molina, Góngora, Quevedo, Calderón de la Barca; pero fue Miguel de Cervantes y su obra El Quijote la máxima expresión de la literatura española.
9. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII

9.1. La España del siglo XVIII: la guerra de Sucesión y el sistema de Utrecht.

            Tratados de Reparto: A finales del siglo XVII, la incapacidad de Carlos II para tener herederos provocó una serie de tratados, firmados por Inglaterra, Francia y Holanda, para repartir los territorios españoles. Existían dos candidatos para ocupar el trono de la Monarquía Hispánica: Felipe de Anjou y el Archiduque Carlos de Austria. En 1700, Carlos II murió, nombrando por testamento como sucesor a Felipe de Anjou, que debía rechazar el trono de Francia. Esto no gustó a Gran Bretaña y a Holanda. Además, Luis XIV (abuelo de Felipe) cometió una serie de imprudencias, como son: no registrar la renuncia de Felipe al trono de Francia; ocupar automáticamente las posesiones españolas en los Países Bajos; y hacer que Felipe concediera a Francia una serie de ventajas comerciales con América. Todo esto, provocó el estallido de la Guerra de Sucesión Española.

            Guerra: En la guerra, los partidarios de los Borbones eran Francia y la Monarquía Hispánica, y los Anti-borbones eran Inglaterra, Holanda y Austria, uniéndose también Saboya, Portugal y Prusia. La guerra duró de 1702 a 1714, y tuvo una dimensión internacional y otra de guerra civil, ya que Castilla apoyó a Felipe y Aragón al Archiduque Carlos. En ella, se produjo un avance inicial de los borbones, un posterior retroceso de los mismos (destacando la ocupación inglesa de Gibraltar, en1704, y de Menorca, en 1708) y una última situación de tablas. En 1711, al morir el heredero al trono de Austria, el cargo pasó al Archiduque Carlos, lo que supuso un cambio en los intereses de Inglaterra y Holanda. Esto ocasionó el inicio de las conversaciones de paz en 1713, firmándose los tratados de Utrecht en 1714.

            Tratados de Utrecht: En los tratados de Utrecht se decidió: la cesión a Gran Bretaña de Gibraltar, Menorca, el navío de permiso y el asiento de negros; la pérdida de España de todas sus posesiones en Europa; el paso de Toscana y Cerdeña a Austria; la obtención de Holanda de algunas plazas de España; y la obtención por parte de Saboya de Niza, Sicilia y la distinción real. Consecuencias de estos tratados serán: el surgimiento de Rusia y Prusia como nuevas potencias, y la consagración de la doctrina del equilibrio, basada en la hegemonía de Francia y Austria en el continente y de Gran Bretaña en los mares.

            Tratados de Nueva Planta: Por otra parte, Felipe V firmó con Aragón y Valencia (1707) y con Cataluña (1716) los Tratados de Nueva Planta, tras conquistar estos territorios. En ellos, el monarca suprimió los fueros de estas zonas e impuso los de Castilla. Así, a partir de este momento, todos los territorios de la Monarquía Hispánica, excepto Navarra y Vascongadas, tuvieron las mismas leyes e instituciones, sin que exista ya ningún territorio con autonomía jurídica por derecho propio.

9.2. La España del siglo XVIII: cambio dinástico. Los primeros Borbones.

            Sucesión: A la muerte de Carlos II, el trono de la Monarquía Hispánica quedaba para Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, que reinó con el nombre de Felipe V de Borbón. La nueva situación no se estabilizó hasta que, en los tratados de Utrecht, Gran Bretaña consiguió que la balanza europea quedara equilibrada. Ese equilibrio se consiguió tanto en el continente, entre Austria y Francia, como en los mares, haciendo que la fuerza francesa y española juntas fueran iguales a la de Gran Bretaña.

            Borbones: Durante el siglo XVIII reinaron en España Felipe V, Luis I, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV. La política de los Borbones giró en torno a los pactos de familia con Francia, en el exterior, y a la centralización del Estado, en el interior, al tiempo que se empezaron a acometer una serie de reformas inspiradas en el pensamiento ilustrado de la época.

            Absolutismo y despotismo: Institucionalmente, la Corona completó en este periodo el proceso de absolutización de su poder, emprendido ya desde los Reyes Católicos. La única legitimación del poder del rey fue la divina. Unido a las reformas ilustradas, el siglo XVIII se caracterizó políticamente por un modelo conocido como despotismo ilustrado.

9.3. La España del siglo XVIII: reformas en la organización del Estado. La monarquía centralista.

            Centralización del Estado y Ley Sálica: La llegada de los Borbones al trono de España supuso la reforma del Estado español, en la que se siguió el modelo francés. La primera de las reformas fue la centralización del Estado, para lo cual fue necesario acabar con las distintas situaciones jurídicas de los territorios de España. En los tratados de Nueva Planta, aplicando el derecho de conquista, Felipe V igualó jurídicamente las instituciones de los territorios de la Corona de Aragón a las de Castilla. Del mismo modo, las barreras comerciales del interior del país quedaron suprimidas. Por otra parte, en 1713, fue promulgada la Ley Sálica, por la que se concedía prioridad en la herencia del trono a la línea masculina sobre la femenina.

            Reformas administrativas: En cuanto a las reformas administrativas, el Consejo de Castilla asumió los ámbitos de acción de los demás consejos territoriales, si bien perdió poder a favor de las Secretarías de Estado. Estas fueron la gran innovación política desde 1705 y se ocuparon de distintos ámbitos de la administración del Estado. Su influencia creció a partir de 1726, con Patiño.

            Reforma territorial: Respecto a la reforma territorial, las capitanías sustituyeron a los virreyes, siendo el capitán general el representante del poder absoluto del rey en un territorio. Los corregidores perdieron competencias a favor de los intendentes, quienes se ocuparon fundamentalmente de la hacienda y la guerra.

            Hacienda Real: En lo que a la reforma de la Hacienda Real se refiere, esta se caracterizó por: un reparto igualitario de la contribución económica de todos los territorios; la centralización de la recaudación de impuestos, eliminando el arriendo del cobro a los particulares; y el aumento de los ingresos para el tesoro, modificándose los sistemas de recaudación.

9.4. La práctica del despotismo ilustrado: Carlos III.

            Panorama general y agricultura: Carlos III será rey de España desde 1759 hasta 1788, tras haber sido rey de Nápoles desde 1735. Su reinado se caracterizó por la aplicación de las prácticas propias del despotismo ilustrado. Para ello, se sirvió fundamentalmente de personalidades políticas como Aranda, Floridablanca, Campomanes o Jovellanos. La principal preocupación de estos hombres fue la reforma de la política agraria, ya que estaba atrasada y era la principal ocupación de la mayoría de la población española. Para ello, se elaboraron distintos estudios e informes, como el Informe sobre la Ley Agraria, de Jovellanos. Sin embargo, los resultados serían pocos (algunos repartos de tierras comunales), debido a lo arraigado de determinadas figuras jurídico-sociales, como el mayorazgo.

            Economía: En otros ámbitos de la economía, en 1772, se acabó con el monopolio manufacturero de los gremios; se mejoraron las vías de comunicación interna para el comercio; se liberalizó el comercio con América, desapareciendo la Casa de la Contratación; y se creó el Banco de San Carlos.

            Etapas: El reinado de Carlos III tuvo dos etapas. La primera hasta 1766, la cual finalizó con el motín de Esquilache, a cusa del descontento del pueblo ante el intento del ministro de reformar algunas costumbres. La siguiente etapa es la de los grandes políticos ilustrados ya mencionados.

9.5. La España del siglo XVIII: evolución de la política exterior en Europa.

            Tratados de Utrecht: La política exterior española en el siglo XVIII se integraba dentro de un sistema internacional pluralista y en equilibrio, producto de la guerra de Sucesión Española, producida alrededor de la herencia al trono de la Monarquía Hispánica. Esta guerra terminó con unos acuerdos que se englobaban en la paz de Utrecht. Por aquella paz, España perdía territorios en Europa y dejaba de ser la gran potencia europea que había sido en los siglos XVI y XVII. Especial importancia tuvo la pérdida de Gibraltar y Menorca, así como la aceptación para América del barco de permiso y el tratado de asiento a favor de Gran Bretaña.

            Objetivos: Durante el siglo XVIII, España se vio afectada por la rivalidad anglo-francesa, al tiempo que trató de llevar a cabo sus propios proyectos. Así, tuvo unos objetivos de política exterior muy claros y permanentes: la búsqueda de la seguridad del territorio peninsular; mantenimiento del status quo americano; y la revisión de las cláusulas de Utrecht (España no aceptaba la pérdida, ya no de Gibraltar y Menorca, sino de las posesiones italianas). Desde Felipe V hasta Fernando VII hubo una obsesión por recuperar Italia.

            Alianzas con Francia: En la primera mitad del siglo XVIII, España fue neutral en los enfrentamientos entre Gran Bretaña y Francia, tanto en América como en Europa, hasta la guerra de los Siete Años, en que España entendió que debía ponerse del lado de Francia para salvaguardar el equilibrio en América. De esta forma, se da el Tercer Pacto de Familia, que, a diferencia de los dos anteriores, era una alianza militar. El planteamiento, según el historiador Jover, era el siguiente: España más Francia igual a Gran Bretaña. Este pacto tendría su mejor momento durante la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, la cual terminó con la Paz de Versalles (1783), donde España recuperó Florida (perdida en la paz de París de 1763) y Menorca (aunque no Gibraltar).

9.6. La España del siglo XVIII: la política borbónica en América.

            Cesiones a Gran Bretaña: En Utrecht, España tuvo que aceptar, para América, el “barco de permiso” y el “tratado de asiento”. Hasta entonces había mantenido el monopolio en sus colonias. Según el “barco de permiso”, Gran Bretaña podía llevar un barco mercante para vender en América y llevarse lo que quisiera, al año. El significado en sí no era grande, ya que existía anteriormente el contrabando. Sin embargo, el barco de permiso favorecía el pirateo. Por el “tratado de asiento”, España entregaba a Gran Bretaña el asiento de esclavos en América.

            Reformas: No obstante, España siguió siendo una gran potencia americana, es decir, siguió siendo una gran potencia gracias a sus colonias. A partir de mediados del siglo XVIII, se introdujeron una serie de reformas que aumentaron con éxito el beneficio de las colonias: se introdujo, siguiendo el modelo inglés y holandés, el sistema de Compañías de Comercio; se aprobó la introducción de navíos de registro al margen de la Flota de Indias, aumentando el comercio gaditano (más tarde se daría la libertad de comercio entre la Península y América); y se aumentó el control sobre los territorios americanos excluyendo a los criollos de la Administración, creando el Virreinato de la Plata, además de la figura del intendente, y expulsando a los jesuitas. En el terreno fiscal se aumentó la carga impositiva.

            Sociedad americana: En cuanto a la sociedad americana, estaba estructurada en dos grupos: la élite blanca (formada por los peninsulares y los criollos, la cual poseía toda la riqueza), y la población indígena y los esclavos negros. Junto a estos dos grupos, había un abanico de mezclas raciales que ocupaban una posición u otra según su origen: mestizos, mulatos y zambos. La situación global comenzó a provocar descontentos entre la población criolla e indígena, que serían la semilla de las revueltas que llevarían a la independencia de las colonias americanas en el siglo XIX.

9.7. La Ilustración en España.

            Introducción y características: La Ilustración es la corriente del pensamiento que se extendió por Europa a lo largo del siglo XVIII y que supuso la base intelectual de las reformas de los primeros borbones en España, especialmente con Carlos III. Sus características principales eran: empleo de la razón y la crítica como instrumentos de análisis y conocimiento; fomento de la economía nacional; desarrollo del conocimiento científico y de la educación; y existencia de una mentalidad utilitarista que tenía como fin la difusión del progreso entre el mayor número de personas posibles.

            Instituciones: En definitiva, se trataba de reformar el Antiguo Régimen, no sustituirlo. Para ello, aparecieron distintos canales de difusión de esta corriente. En primer lugar, las Academias, entre las que destacaron la Real Academia Española (1713-1714), la Academia de la Historia (1735-1738) y la Academia de Bellas Artes de San Fernando (1744). En segundo lugar, las nuevas instituciones de enseñanza superior como alternativa a las universidades, con una finalidad de formación para determinadas posiciones y cargos: aristócratas, oficiales del Ejército… En tercer lugar, las Sociedades Económicas de Amigos del País, destinadas a la difusión y el progreso de las ciencias, especialmente las consideradas útiles, así como al progreso de la economía. En cuarto lugar, realizando una labor similar a las Sociedades, se desarrollaron los Consulados, especialmente en los lugares donde aquellas no existían, creando escuelas de formación profesional en el ámbito del comercio y la navegación.

            Intelectuales y artistas: Finalmente, cabe nombrar una serie de intelectuales y artistas cuyo peso fue destacado en la Ilustración Española. En el campo de las ciencias destacaron: Feijoo y Mayans, en un primer momento, y Mutis y Cavanilles (Biología), Ulloa y Jorge Juan (Astronomía y Cartografía) y Piquer (Medicina), en una etapa posterior. En el de la política y la economía sobresalieron: Campomanes, Jovellanos, Capmany y Cabarrús. En el desarrollo de la literatura didáctica y crítica, destacaron Feijoo, Jovellanos, Cadalso y Moratín, junto con el desarrollo de las revistas literarias y científicas.

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