lunes, 1 de julio de 2013

HISTORIA DE ESPAÑA. BLOQUE II. PARTE III


13. LA CRISIS DEL ESTADO LIBERAL, LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL

13.1. Panorama general del reinado de Alfonso XIII. Intentos de modernización. El Regeneracionismo. Crisis y quiebra del sistema de la Restauración. La Guerra de Marruecos.

            Introducción:  Al comienzo del reinado de Alfonso XIII, el sistema de turno de partidos sigue funcionando, apoyándose en un falseamiento electoral que fue de difícil mantenimiento debido a: la ausencia de líderes en los partidos tras la muerte de Cánovas y Sagasta; la tendencia del rey a participar en la vida política; la entrada en el Congreso de nuevos partidos; y la ruptura del turno de partidos por la monopolización del poder ejercida por algunos caciques. La consecuencia de todo esto fue una gran inestabilidad gubernamental que se manifestó en el elevado número de gobiernos.

            Oposición y regeneracionismo: Además de estos problemas internos, surgió una oposición dividida en tres grupos: de derechas, nacionalista y de izquierdas. La oposición de derechas fracasó en una insurrección en 1899, defendió la vuelta a la monarquía tradicional, fue apoyada en áreas rurales de Cataluña, Navarra y Vascongadas, y en pequeños urbanos, y obtuvo su mejor resultado en 1928. Dentro de los nacionalismos destacan: el nacionalismo vasco (el PNV fue fundado en 1895 por Sabino Arana y defendió el integrismo católico, el rechazo al liberalismo y la defensa de la identidad vasca, obteniendo sus mejores resultados en 1928); el catalanismo (destacó la Lliga Regionalista, cuyo dirigente fue Enric Prat de la Riba y que obtuvo sus mejores resultados en 1907, creándose en 1914 la Mancomunitat y, en 1931, Esquerra Republicana de Catalunya); y el regionalismo gallego y valenciano (en Galicia, sobresalieron Manuel Murguía y Alfredo Brañas; y, en Valencia, surgió la “Renaixença”, de carácter popular). En las filas de izquierdas, la oposición se dividió en: republicanos (su último pronunciamiento fue en 1886, y obtuvieron sus mejores resultados en 1910, destacando el Partido radical, fundado en 1908 y dirigido por Alejandro Lerroux, de ideología anticlerical y anticatalanista); socialistas (quedaron organizados en 1888 en torno a la UGT y al PSOE, que tuvo por objetivos la dictadura del proletariado y la nacionalización de empresas); y anarquistas (existieron partidarios de la acción sindical y defensores de la actuación violenta, con atentados como el de 1906 contra los reyes, sobresaliendo la formación en 1911 de la CNT). Por otra parte hablaremos del regeneracionismo, en el que destacó Francisco Silvela, que defendió una política de reafirmación del poder civil sobre el militar, de integración del catalanismo, de equilibrio presupuestario y de legislación social. El regeneracionismo político fracasó por la imposibilidad del sistema de asimilar las demandas de la sociedad, destacando, en el plano intelectual, una crítica a los males de la patria (Generación del 98).

            Etapas: Respecto a las etapas, primeramente destacó el gobierno largo de Antonio Maura (1907-1909), que trató de aplicar un proyecto modernizador: intentó aumentar la participación conservadora en política, lo que no gustó a la oposición de izquierdas; trató de favorecer a los obreros creando el Instituto Nacional de Previsión y legalizando el derecho a huelga; y luchó por acabar con la conflictividad social, realizando un proyecto de ley antiterrorista que no salió adelante. Tras la Conferencia de Algeciras (1906), a España se le adjudicó parte de Marruecos, donde se produjeron enfrentamientos con la población autóctona que hicieron necesario el envío de refuerzos, los cuales se obtuvieron principalmente de Cataluña, quedando exento aquel que pagara una cuota, medida que llevó a la convocatoria de una huelga general que acabó con los acontecimientos de la Semana Trágica, durante la cual los rebeldes controlaron la ciudad y quemaron más de un tercio de los conventos de Barcelona, siendo ejecutado equivocadamente Francisco Ferrer Guardia como cabecilla de la revuelta, hecho que provocó manifestaciones en ciudades europeas que llevaron a la dimisión de Maura, el cual fue sustituido por el liberal Moret, subiendo al poder tras unos meses José Canalejas. Se inició así el gobierno de Canalejas (1910-1912), en el cual: se impulsó una legislación social novedosa; se eliminó el impuesto de consumo; se suprimió la exención al servicio militar mediante el pago de una cuota; y se trató de someter a las órdenes religiosas al control civil a través de una ley que no salió adelante. A pesar de estas reformas, Canalejas tuvo fuertes enfrentamientos con la izquierda por continuar con la ocupación de Marruecos, convocando anarquistas, republicanos y socialistas una huelga general, a raíz de la cual se ilegalizó la CNT hasta 1914. En 1912, Canalejas fue asesinado por un anarquista, terminando así su gobierno.

            Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), España se mantuvo neutral, a pesar de lo cual la contienda influyó en el país: supuso un enfrentamiento entre germanófilos y partidarios de los países aliados; causó el enriquecimiento de unos pocos y el empobrecimiento de muchos a causa de la subida de los precios; y fomentó en Europa un clima revolucionario que llevó a la caída de los zares en Rusia y que en España provocó la crisis de 1917. Dicha crisis tuvo tres vertientes: protesta militar (militares descontentos organizaron una protesta ante la cual el gobierno de García Prieto ordenó su arresto, dando finalmente Alfonso XIII la orden de que fueran liberados y siendo sustituido el presidente por el conservador Eduardo Dato); problemas en Cataluña (aprovechando la protesta militar, Francesc Cambo, líder de la Lliga, pidió que se convocaran Cortes para llevar a cabo una reforma constitucional y dar más autonomía a Cataluña, siendo la propuesta rechazada y optando los diputados catalanistas, republicanos y socialistas por formar una asamblea en Barcelona, la cual, no obstante, no tuvo apoyos y fue disuelta sin problemas); y huelga general de republicanos, anarquistas y socialistas (la cual, aunque fracasó, supuso la constatación de que el sistema de la Restauración ya no funcionaba y quedó en entredicho el sometimiento militar al poder civil). Otra consecuencia de la Primera Guerra Mundial fue la formación del Partido Comunista. Tras el triunfo bolchevique en Rusia, se organizó una Internacional comunista que defendía la subordinación de todos los partidos socialistas a Moscú. En 1921, el PSOE decidió no ingresar, apareciendo un sector en el partido que, no estando de acuerdo con dicha decisión, optó por separarse y formar el Partido Comunista.

            El periodo de 1919 a 1921 se caracterizó por una mayor movilización obrera cuyas causas fueron dos: el aumento de los precios sin alteración de los salarios, y la esperanza en un cambio revolucionario. Esta movilización dio lugar a tres episodios simultáneos: el Trienio Bolchevique en Andalucía (en Andalucía, los jornaleros convocaron huelgas generales, asaltaron fincas y quemaron cosechas reclamando un reparto de los latifundios, y siendo su revuelta erradicada en 1921); el conflicto obrero en Barcelona (tras la detención de militantes anarquistas en la huelga de 44 días convocada en 1919 por la CNT en La Canadiense, se convocó una huelga general, que tensó las relaciones, dimitiendo el liberal Romanones y enfrentándose los empresarios catalanes a la CNT, que respondió con la acción violenta, apareciendo en 1919 los Sindicatos Libres, que se nutrieron de obreros descontentos con la actitud de la CNT); y los llamados años del pistolerismo (desde 1916, se produjeron enfrentamientos  violentos de la CNT con empresarios, que respondieron en 1918 contratando a pistoleros, y con los Sindicatos Libres, sumándose en 1921 la policía, que asesinó a militantes anarquistas que estaban detenidos, ante lo cual la CNT contestó matando al presidente Dato, acción que llevó a una pérdida de la influencia social de dicha organización). A estos problemas de conflictividad social se añadió la cuestión de Marruecos. En este lugar, había una parte del protectorado español donde era difícil imponerse a causa de la resistencia de los rifeños, dirigidos por Abd-el-Krim. Para acabar con esto, el general Manuel Fernández Silvestre decidió llevar a cabo una operación en la región de Annual, la cual finalizó con su muerte y la de 10.000 soldados españoles. Ante este fracaso, la izquierda presionó al gobierno para formar una comisión de investigación, que se encargó de depurar responsabilidades políticas y militares, ante lo cual muchos militares se sintieron ultrajados, pues estaban siendo culpados de un desastre del cual fueron las principales víctimas.

            Conclusión: A modo de conclusión diremos que el 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, dio un golpe de Estado que contó pronto con la comprensión y apoyo de Alfonso XIII. Rápidamente se declaró por parte de los sublevados el estado de guerra, la suspensión de las garantías constitucionales y la disolución de las Cortes. Así, el régimen de la Constitución de 1876 era sustituido por una dictadura militar, ante la indiferencia de la opinión popular.

13.2. La dictadura de Primo de Rivera.

            Introducción: El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, dio un golpe de Estado que contó pronto con la comprensión y apoyo de Alfonso XIII. Rápidamente se declaró por parte de los sublevados el estado de guerra, la suspensión de las garantías constitucionales y la disolución de las Cortes. Así, el régimen de la Constitución de 1876 era sustituido por una dictadura militar, ante la indiferencia de la opinión popular.

            Causas del golpe de Estado: El golpe contó con el acuerdo de la alta burguesía, las clases medias y el Ejército, descontentos con la situación de crisis que atravesaba el país. Las razones eran las siguientes: descontento del Ejército tras el desastre de Annual; auge de los nacionalismos periféricos, y ascenso de republicanos y del movimiento obrero; y triunfo del fascismo en Italia el año anterior. En cuanto al Ejército, autor del golpe, diremos que en él destacaron dos movimientos dispuestos a derrocar el Gobierno liberal (punto de conexión entre ambos grupos). Por un lado, el grupo de Barcelona estaba vinculado a las Juntas de Defensa y, por otro, el de Madrid estaba formado por africanistas. Primo de Rivera fue quien sirvió de enlace entre ambos grupos, por lo que puede que esta fuese la razón de que fuera aceptado como jefe de la sublevación.

            Directorio Militar: La dictadura atravesó dos etapas principalmente: el Directorio Militar y el Directorio Civil. La primera de ellas transcurrió entre 1923 y 1925, comenzando tras el golpe, al constituirse Primo de Rivera como ministro único y siendo asesorado por un Directorio Militar. No obstante, tras este gobierno se encontraban los intereses del mismo bloque de poder que había estado dirigiendo España durante la Restauración: la oligarquía de terratenientes e industriales.

            Las primeras medidas que se tomaron fueron: la prohibición de la bandera y el himno catalán, y la restricción de la lengua catalana al ámbito privado; una política de fuerte represión contra el desorden público; la formación de la Unión Patriótica, partido único bajo la dirección militar; y el intento de erradicar el caciquismo mediante la suspensión de los ayuntamientos y el procesamiento de los funcionarios corruptos.

            El momento de mayor éxito del Directorio se dio con el desembarco de Alhucemas en 1925, con el que se puso fin a la resistencia de las cabilas del Rif, lideradas por Abd-el-Krim. Con esta operación militar se ponía fin a la guerra con Marruecos, lo que dio a Primo de Rivera un gran prestigio entre la opinión pública.

            Directorio Civil: Ese mismo año, 1925, un gobierno civil, presidido por Primo de Rivera, al que se incorporaron algunos seguidores de Maura, sustituyó al Directorio Militar, tratando de institucionalizarse la Dictadura. En este proceso, en 1927, se constituyó la Asamblea Nacional Consultiva, formada en su mayoría por miembros del partido único elegido por sufragio restringido y de orientación contraria al liberalismo. El modelo era el del Consejo Fascista en Italia. Sin embargo, el intento de elaborar por parte de la Asamblea una ley fundamental para el Estado fracasó.

            En política económica, se mantuvo una línea proteccionista e intervencionista, dirigida a promover la producción nacional. La aportación más positiva fue la inversión en obras públicas, especialmente carreteras y embalses hidráulicos. No obstante, el excesivo intervencionismo trajo consigo consecuencias negativas: la limitación de la iniciativa privada; el excesivo gasto que condujo a una elevación del déficit público; y la pérdida de competitividad de los productos españoles en el extranjero, que dio lugar a un déficit de la balanza comercial.

            En política social, se estableció la Organización Corporativa del Trabajo, una serie de comités paritarios que tenía como fin arbitrar las relaciones entre patrones y obreros. Estos comités favorecieron en muchas ocasiones a los trabajadores, por lo que fueron vistos con recelo por parte de los patronos. Recibieron el apoyo de los socialistas, que representaron de forma mayoritaria a los trabajadores dentro de los propios comités. En este sentido, los sucesores de Pablo Iglesias, Largo Caballero y Julián Besteiro, no tuvieron reparo en utilizar la Dictadura para organizar a los trabajadores.

            Oposición: Así, a pesar de los fracasos institucionales, la Dictadura dio lugar a una situación de orden y de cierto crecimiento económico. Sin embargo, pronto contó con elementos de oposición. Por un lado, había un amplio espectro de liberales, conservadores, republicanos, socialistas, anarquistas, intelectuales o estudiantes. Por otro lado, dentro de las filas del Ejército, comenzó a crecer el descontento ante algunas arbitrariedades de Primo de Rivera, como la de colocar a algunas socialistas dentro del sistema.

            Fin de la Dictadura: El golpe de gracia a la Dictadura vendría de fuera: el crack de la bolsa de Nueva York, en 1929. A pesar de que las consecuencias se hicieron sentir menos en España que en otros países, la situación provocó un creciente descontento social, produciéndose huelgas y acrecentándose la oposición. Carente de apoyos sociales, el 27 de enero de 1930, Primo de Rivera presentó su dimisión al monarca y marchó a París donde moriría dos meses después.

13.3. La Segunda República: la Constitución de 1931 y el bienio reformista [incluyendo la política de reformas y realizaciones culturales].

            Introducción y nacimiento: Tras la dimisión de Primo de Rivera, se trató de rescatar el sistema de la Restauración. Sin embargo, se sucedieron pequeños gobiernos débiles que constataron que ese retorno era imposible. Así, se convocaron elecciones en abril de 1931. En el ámbito rural vencieron los partidos monárquicos y en las ciudades los republicanos, tras lo cual la gente se echó a la calle y se formó un gobierno provisional que proclamó la República. Así, el 14 de abril de 1931, Alfonso XIII decidió exiliarse de España para evitar un conflicto civil.

            Gobierno provisional: Se formó gracias el Pacto de San Sebastián y en su composición destacaron: Niceto Alcalá-Zamora (presidente del gobierno) y Miguel Maura (ministro de Gobernación), ambos partidarios de una República conservadora; Alejandro Lerroux (ministro de Estado), dirigente del Partido radical; Manuel Azaña (ministro de Guerra), dirigente de la izquierda republicana; y Francisco Largo Caballero (ministro de Trabajo), dirigente de un sector del PSOE partidario de colaborar con la República liberal hasta la instauración de la dictadura del proletariado. El Gobierno provisional tuvo que afrontar estos problemas: la mejora de la vida de los trabajadores, pues habían sido olvidados en la anterior legislación y para que se afiliaran mayoritariamente a la UGT; los problemas en política militar (elevado número de oficiales y necesidad de garantizar su lealtad a la República), solucionados a través de un decreto por el que todo militar que no jurara lealtad al régimen debía abandonar su puesto; los problemas autonómicos (en Cataluña, Francesc Maciá proclamó la república catalana, siendo disuadido por el gobierno central a cambio de la formación de la Generalitat, gobierno autonómico que redactó un Estatuto de Autonomía aprobado en agosto de 1931); y la cuestión del orden público (se produjeron conflictos entre monárquicos y republicanos, que tuvieron como consecuencias: la división en el gobierno, pues el modelo de República que cada uno proponía era muy distinto; y la división social con un creciente descontento de los católicos).

            Constitución de 1931: En las primeras elecciones republicanas (1931), hechas por sufragio universal masculino, triunfó la coalición republicano-socialista. En Cataluña venció Esquerra Republicana y en Vizcaya el PNV, pero la agrupación con más votos fue el PSOE, seguido del Partido Radical, y teniendo poco éxito los conservadores. Así, fueron Cortes de mayoría de izquierdas las que elaboraron la Constitución de la República, promulgada por el presidente el 9 de diciembre de 1931. Constaba de 125 artículos y se inscribió en las tendencias del constitucionalismo europeo del periodo de entreguerras. Respecto a los principios políticos establecidos, destacaron: democracia (reflejada en la soberanía nacional, el sufragio universal, las formas de participación directa y las instituciones representativas); liberalismo político (se garantizaron derechos y, en cuanto a la división de poderes, se estableció un complejo parlamentarismo, en el que el Gobierno debía tener la confianza de las Cortes y del Presidente de la República); regionalismo (se estableció un sistema a medio camino entre el unitario y el federal denominado “Estado integral”, aprobándose en agosto de 1931 el Estatuto de Cataluña y estableciéndose el derecho de cualquier región a elaborar un estatuto, mientras que este no colisionara con lo dictado por el Estado central); laicismo (el Estado español se declara aconfesional y se prohíbe a las órdenes religiosas el ejercicio de la enseñanza, nacionalizándose sus bienes); economía mixta (se institucionalizó un Estado interventor y socializador, pero no confiscador, por lo que el sistema fue avanzado, pero no socialista); y propiedad (los socialistas defendían la nacionalización de los bienes de producción y los republicanos liberales la propiedad privada, con lo que se acordó que la propiedad es privada, pero esta puede expropiarse por el bien común, dejándose abierta la posibilidad de eliminar la indemnización para el propietario en caso de expropiación). Por otra parte, las instituciones establecidas fueron estas: las Cortes (son unicamerales y elegidas por sufragio universal, teniendo tres funciones: legislativa, presupuestaria y de control político); el Presidente de la República (era elegido por todos los diputados y un número igual de compromisarios, siendo su mandato de seis años, su responsabilidad política y penal, y sus funciones más importantes estas: nombramiento del Presidente de Gobierno, adopción de medidas urgentes para la defensa de la nación, promulgación de leyes y de decretos ley de urgencia, y disolución de Cortes); el Gobierno (compuesto por el Presidente y los ministros, que tenían responsabilidad penal y jurídica, y cuyas funciones eran: elaborar proyectos de ley y de presupuestos, aprobar decretos, suspender las garantías constitucionales y otras); y la administración de justicia (la cabeza orgánica era el Tribunal Supremo, destacando la creación del Tribunal de garantías constitucionales, y rigiéndose la justicia por estos principios: independencia de los jueces, unidad de fuero, gratuidad para los económicamente débiles y participación popular a través del jurado). Al hablar de la Constitución, es necesario mencionar la polémica religiosa. Para conseguir el apoyo a la Constitución, Azaña lanzó un discurso encaminado a moderar la postura radical, evitando, al mismo tiempo, la oposición socialista. Tenía preconcebidas una serie de medidas en contra de la situación de la Iglesia en ese momento. Así, en el artículo 24 de la Constitución se establecieron tres aspectos: la libertad religiosa (existiendo dos posturas: la postura aconfesional de laicidad, y la postura anticonfesional de laicismo), el matrimonio civil como único y exclusivo, y la educación pública (la Compañía de Jesús fue disuelta).

            Bienio reformista: A raíz del debate de la religión, Alcalá-Zamora dimitió de la presidencia del gobierno, siendo nombrado presidente de la República una vez aprobada la Constitución. Como las Cortes existentes eran de mayoría izquierdista y republicana, se nombró presidente del gobierno a Azaña, que impulsó una serie de medidas anticlericales: la disolución de la Compañía de Jesús (la razón que se da es que ninguna institución nacional puede prestar lealtad a una autoridad extranjera, y los jesuitas tienen un cuarto voto de obediencia al Papa, siendo la verdadera causa la gran influencia de la Compañía en la sociedad y en la educación), la supresión de la subvención del Estado a la Iglesia, y el cierre de todos los centros educativos eclesiásticos (quedaron 350.000 alumnos de primaria y 20.000 de secundaria sin colegio, tratando de solucionarse el problema con la creación de nuevas escuelas y la formación de nuevos maestros, para lo cual se tuvo poco tiempo y medios). Todas estas medidas, además de la ley de matrimonio civil y de divorcio, fomentaron la oposición católica a la República. En política autonómica, destacaron sucesos en Cataluña (se volvió a elaborar y a aprobar el Estatuto de Autonomía gracias al apoyo de Azaña) y en las Provincias Vascas (se trató de elaborar un Estatuto de Autonomía, para lo cual los nacionalistas se aliaron primero con la derecha, fracasando, y luego con la izquierda, lo cual no gustó a Navarra, que se retiró del proyecto, produciéndose un nuevo fracaso por la subida al poder de la derecha en septiembre de 1933, por lo que el Estatuto no se aprobó hasta 1937). Respecto a la reforma agraria, diremos que, en este momento, había 2.000.000 de jornaleros sin tierra, tratando de solucionarse esto con el reparto de los latifundios entre ellos, para lo cual era necesario expropiar e indemnizar a los propietarios. Así, la falta de recursos hizo que sólo se repartieran tierras a 10.000 campesinos, suponiendo esto un gran desprestigio, en especial para el ministro Marcelino Domingo.

            Durante los primeros años de la República, murieron en España unas 400.000 personas debido a la violencia política, causada por el clima de exaltación, la falta de fuerza para imponer orden y la mala situación económica. Destacaron dos conflictos: el golpe de Estado del General Sanjurjo (La Sanjurjada) en 1932, que tuvo poco apoyo militar y fracasó; y las sublevaciones de la CNT por el empeño del gobierno en el control de la economía por parte del Estado (el caso más característico se dio durante la segunda sublevación en Casas Viejas, donde se rebelaron unos campesinos, fusilando la Guardia Civil a 12 de ellos y perdiendo el gobierno de Azaña prestigio por no hacer nada para averiguar lo que ocurrió).

            Conclusión: En conclusión, podemos decir que todas estas acciones tuvieron dos consecuencias: la ruptura de la coalición entre socialistas y republicanos, dado que tanto unos como otros empiezan a querer gobernar solos; y la pérdida del apoyo ciudadano al gobierno. Así, en septiembre de 1933, Alcalá-Zamora retiró su apoyo a Azaña, convocándose elecciones.

13.4. La Segunda República: el bienio radical-cedista. La Revolución de 1934. Las elecciones de 1936 y el Frente Popular.

            Introducción: Los conflictos acontecidos durante el bienio reformista (Sanjurjada y sublevaciones de la CNT) tuvieron dos consecuencias: la ruptura de la coalición entre socialistas y republicanos, dado que tanto unos como otros empezaron a querer gobernar solos; y la pérdida del apoyo ciudadano al gobierno. Así, en septiembre de 1933, Alcalá-Zamora retiró su apoyo a Azaña, convocándose elecciones.

            Elecciones de 1933: En las elecciones de 1933 se aplicó el sufragio universal, pudiendo votar por vez primera en España las mujeres. Esto favoreció a las grandes coaliciones, puesto que en cada distrito primaban las candidaturas triunfantes. Sin embargo, los socialistas decidieron presentarse por separado en vez de aliarse con los republicanos de izquierdas, lo que contribuyó al fracaso electoral de las izquierdas. En cuanto a los resultados, diremos que las derechas obtuvieron 200 escaños, de los cuales 115 correspondían a la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), partido dirigido por José María Gil-Robles y que agrupaba a partidos de derechas de diferentes regiones. Esta agrupación defendía valores conservadores y católicos, no llegando a definirse ni como monárquico ni como republicano, cosa que despertó recelo entre los demás partidos. Los republicanos de centro obtuvieron 175 escaños, de los que 104 correspondieron al Partido Radical, y las izquierdas lograron 100 escaños, siendo 58 del PSOE. Ante esta perspectiva y como Gil-Robles no dejaba clara su postura respecto a la República, Alcalá-Zamora nombró presidente a Alejandro Lerroux, líder del Partido Radical. Este estuvo apoyado en sus primeros momentos por los republicanos de centro, siendo el suyo un gobierno muy inestable, pues su minoría parlamentaria no le permitía sacar leyes adelante. Por ello, Alcalá-Zamora encargó a Lerroux, en octubre de 1934, formar un nuevo gobierno con tres ministros de la CEDA, tratando de lograr el apoyo de esta agrupación.

            Insurrección de octubre de 1934: Ante los acontecimientos que estaban teniendo lugar en el extranjero (en 1922, el fascista Mussolini establecía una dictadura en Italia; y el 30 de enero de 1933 Hitler es nombrado canciller en Alemania, proclamando pronto la dictadura), la izquierda española tenía el temor de que la CEDA implantara una dictadura. Este no era como el partido nazi o fascista, pero presentaba una estética similar a la de estos. Por esta razón, el PSOE (sobre todo el sector de Largo Caballero) decidió que era el momento de la revolución y la dictadura del proletariado. Dicha revolución quedó reducida a una típica huelga general con algunos tiroteos en la mayor parte de España; pero, en Asturias, donde contó con el apoyo del Partido Comunista y de la CNT, fue una insurrección armada dominada por socialista y anarcosindicalistas y en la que tanto las fuerzas gubernamentales como los insurrectos cometieron atrocidades, pues unos llevaron a cabo torturas y ejecuciones sumarias y otros asesinaron civiles de derechas y 34 eclesiásticos. Todo esto contribuyó a abrir más la brecha entre los españoles.

            Por otra parte, en Cataluña, el gobierno de Companys decidió proclamar el Estado catalán dentro de la República Federal Española. Este intento fracasó a las pocas horas debido a la intervención militar, siendo todo el gobierno catalán encarcelado. Todos estos acontecimientos constituyeron la insurrección de octubre de 1934, tras la cual la influencia de la CEDA aumentó, optándose por la desmantelación del conjunto de medidas realizadas por Azaña anteriormente: se suspendió la autonomía catalana, se anuló la aplicación de la reforma agraria y se incumplieron sistemáticamente todos los preceptos anticlericales de la Constitución del 31. Sin embargo, no hubo un acuerdo entre todos los partidos de derechas y de centro para reformar dicha Constitución, y la alianza entre la CEDA y Lerroux le desprestigió a este (pues, siendo republicano y ateo, estaba gobernando con una agrupación católica y de dudoso republicanismo). Este desprestigio quedó agravado por un caso de corrupción en el que estaba involucrado el presidente: el “escándalo del estraperlo”. Así, debido a todo esto, Alcalá-Zamora forzó la dimisión de Lerroux e intentó formar un gobierno de centro cuya inestabilidad propició, en febrero de 1936, la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones.

            Elecciones de 1936: Entre las realidades que afectaron al resultado de las elecciones, destacaron: el hecho de que las izquierdas se presentaran una coalición, llamada Frente Popular, integrada por republicanos de izquierdas (dirigidos por Azaña), socialistas (existía un sector de partidarios de la colaboración con los republicanos de izquierdas, dirigido por Indalecio Prieto, y otro sector de partidarios de la coalición con los comunistas, dirigido por Largo Caballero, llegando finalmente ambos grupos a un consenso por el cual se apoyó a los republicanos de izquierdas para que formaran gobierno, pero no se participó en dicho gobierno) y comunistas (grupo todavía muy minoritario); y la presentación por parte de las derechas en una coalición dirigida por la CEDA, siendo la facción de centro la gran perdedora debido al descrédito de Lerroux. Así, el Frente Popular obtuvo el 34% de los votos, la coalición de derechas un 33%, el centro un 5%, y un 27% de personas se abstuvieron de votar. En Cataluña, ERC derrotó a la Lliga, y un nuevo partido de inspiración fascista, fundado en 1933 y dirigido por José Antonio Primo de Rivera, llamado falange, obtuvo 45.000 votos, siendo, por tanto, minoritario.

            El nuevo gobierno estuvo presidido por Azaña y fue exclusivamente republicano, pues los socialistas lo apoyaron sin formar parte de él. Las Cortes, de mayoría de izquierdas, no confiando en Alcalá-Zamora, lo destituyeron, poniendo como Presidente de la República al propio Azaña y pasando a ser Presidente del Gobierno, Santiago Casares Quiroga. Durante los cinco meses de gobierno de ambos, se volvieron a poner en marcha las reformas del bienio reformista: se restableció el Estatuto de Autonomía catalán; se inició la tramitación parlamentaria del estatuto de Autonomía vasco; se aprobó en referéndum el Estatuto de Autonomía gallego; se volvió a poner en marcha la reforma agraria, repartiéndose tierras entre 100.000 campesinos; se impulsó la educación pública; y se concedió una amnistía a todos los condenados por la insurrección de octubre de 1934.

            Origen de la Guerra Civil: Como causas del origen de la Guerra Civil, pueden señalarse: la oposición creciente a la legislación de la izquierda (la política anticlerical de republicanos de izquierdas y socialistas provocó el descontento de muchos católicos, fracasando la línea posibilista de prelados como Vidal i Barraquer), el desorden público (la creciente tensión en la sociedad provocó episodios de conflictividad que tuvieron como origen: la represión de protestas obreras, destacando el caso de Yeste; los ataques a edificios religiosos y a sedes de organizaciones de derechas; y los homicidios premeditados a manos de militares de Falange y de organizaciones de izquierda), y el temor a una revolución socialista (Largo Caballero consideraba que la revolución estaba cercana y había que estimular la combatividad de sus seguidores, destacando el intento de 1934). Toda esta situación llevó a que, prácticamente desde el triunfo del Frente Popular, algunos militares comenzaran a dar los primeros pasos para preparar un golpe de Estado, estando el ejército dividido respecto a esta cuestión. Así, surgieron varios grupos de conspiradores militares, dirigidos por Sanjurjo desde su exilio en Portugal y en colaboración con civiles, como Calvo Sotelo.

            En el interior del país, el más activo fue el General Emilio Mola, que estuvo apoyado especialmente por tradicionalistas y falangistas, grupos que podían ofrecer voluntarios para combatir. No obstante, muchos militares que simpatizaban con los propósitos de Mola no veían motivo para sublevarse en ese momento, por lo que fue el asesinato de José Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, a manos de fuerzas de seguridad, lo que llevó a convencerles de que el gobierno era incapaz de mantener el orden y de que el Estado de derecho había dejado de funcionar. Así, se produjo el golpe de Estado del 17 y 18 de julio que, tras fracasar, dio paso al inicio de la Guerra Civil Española.

13.5. La guerra civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. El desarrollo del conflicto: etapas y evolución de las dos zonas.

            Causas de la Guerra Civil: Existe un amplio debate historiográfico sobre las causas, los autores del golpe de Estado y el momento en que este comenzó a gestarse. No obstante, podrían señalarse tres causas del conflicto: la oposición creciente a la legislación de la izquierda (la política anticlerical de republicanos de izquierdas y socialistas provocó el descontento de muchos católicos, fracasando la línea posibilista de prelados como Vidal i Barraquer), el desorden público (la creciente tensión en la sociedad provocó episodios de conflictividad que tuvieron como origen: la represión de protestas obreras, destacando el caso de Yeste; los ataques a edificios religiosos y a sedes de organizaciones de derechas; y los homicidios premeditados a manos de militares de Falange y de organizaciones de izquierda), y el temor a una revolución socialista (Largo Caballero consideraba que la revolución estaba cercana y había que estimular la combatividad de sus seguidores, destacando el intento de 1934).

            Sublevación: Toda esta situación llevó a que, prácticamente desde el triunfo del Frente Popular (febrero de 1936), algunos militares comenzaran a dar los primeros pasos para preparar un golpe de Estado, estando el ejército dividido respecto a esta cuestión. Así, surgieron varios grupos de conspiradores militares, dirigidos por Sanjurjo desde su exilio en Portugal y en colaboración con civiles, como Calvo Sotelo. En el interior del país, el más activo fue el General Emilio Mola, que estuvo apoyado especialmente por tradicionalistas y falangistas, grupos que podían ofrecer voluntarios para combatir. No obstante, muchos militares que simpatizaban con los propósitos de Mola no veían motivo para sublevarse en ese momento, por lo que fue el asesinato de José Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, a manos de fuerzas de seguridad, lo que llevó a convencerles de que el gobierno era incapaz de mantener el orden y de que el Estado de derecho había dejado de funcionar.

            El 17 de julio, la sublevación se inició en Melilla, triunfando rápidamente por Marruecos y extendiéndose a partir del día 18 por todo el territorio español. El alzamiento triunfó con facilidad en Galicia, Castilla y León, Álava, Navarra y parte de Aragón, lográndose un triunfo inicial en pocas ciudades andaluzas. Las autoridades republicanas lograron mantener el control en Madrid, casi todo el este y el sur peninsular, y en una franja aislada de la cornisa cantábrica (desde Asturias hasta Guipúzcoa). Así, ante el fracaso del golpe en media España, se dio paso a una Guerra Civil que enfrentó a las dos zonas durante casi cuatro años. Las causas del fracaso en la parte que quedó bajo control republicano fueron: la escasa motivación para combatir de algunas unidades militares de la Península; la no adición de algunos militares a la sublevación; la división de las fuerzas de seguridad, incluida la Guardia Civil, permaneciendo leales a la República en bastantes lugares; y la reacción de las organizaciones de izquierda, que formaron milicias revolucionarias. Estas últimas tomaron el control de cada localidad, iniciando su propia revolución y no pudiendo el nuevo gobierno de José Giral responder con un frente común a los sublevados. Así, esta descoordinación de la zona republicana contrastó con la zona sublevada, donde todo quedó bajo el control de las autoridades militares. Gracias a la ayuda de la aviación italiana y alemana, en agosto, el grueso del Ejército de África se encontraba ya en la Península al mando del General Francisco Franco, el cual lanzó una ofensiva desde Andalucía que en octubre ya había alcanzado las puertas de Madrid.

            Desarrollo del conflicto: La estrategia de Franco en la primera etapa de la contienda se centró en el rápido avance antes mencionado hasta Madrid. Sin embargo, en este lugar, el ejército sublevado se encontró por vez primera con una resistencia firme, en la que destacaron: la combatividad de las milicias madrileñas, la presencia de unidades bien equipadas, y la llegada de material soviético y de los primeros voluntarios de las Brigadas Internacionales en apoyo de los republicanos. Todo esto hizo fracasar el ataque, produciéndose en los meses siguientes diversas batallas en torno a la capital, entre las que destacaron: la batalla del Jarama (primera gran batalla en campo abierto de la guerra) y la batalla de Guadalajara (famosa por el fracaso de las tropas italianas). Estos combates mostraron la solidez de la resistencia republicana, optando Franco por una nueva estrategia, poco brillante pero efectiva. En vez de lanzar grandes ofensivas capaces de decidir la guerra en pocos meses, optó por una lenta y metódica ocupación del territorio enemigo.

            Destacado de momento el ataque a Madrid, Franco centró sus esfuerzos en el frente norte, aislado del núcleo del territorio republicano. La campaña comenzó en primavera, con la ofensiva sobre Vizcaya, en el curso de la cual la aviación alemana incendió la pequeña ciudad de Guernica, y concluyó en octubre, con la toma de Asturias. El ejército republicano no pudo reforzar el frente norte, aunque lanzó ofensivas en otros frentes para aliviar la presión sobre el norte. La conquista de la cornisa cantábrica proporcionó a Franco importantes recursos industriales.

            A pesar de todo, el ejército republicano, aún siendo más débil, no se resignó a una estrategia defensiva, sino que lanzó ofensivas como las de Teruel y el Ebro, siendo las contraofensivas de Franco en el terreno elegido por el enemigo las que decidieron la suerte de la guerra. Respecto a la batalla de Teruel, diremos que, a finales de 1937, los republicanos atacaron y tomaron la ciudad. Sin embargo, la contraofensiva de Franco, apoyada por ayuda extranjera, dio lugar al hundimiento del frente republicano, alcanzando las tropas del General el Mediterráneo en Vinaroz en abril de 1938. En relación a la batalla del Ebro, decir que fue la última ofensiva republicana, posibilitada por los suministros soviéticos llegados a través de Francia. Fue el enfrentamiento más duro de la guerra y supuso un terrible desgaste para las tropas republicanas, lo que permitió a Franco dirigir una nueva ofensiva contra Cataluña, la cual apenas encontró resistencia. Así, a comienzos de febrero, los sublevados alcanzaron la frontera francesa.

            Caída de la República: Una vez fue sometida Cataluña y Franco fue reconocido por los gobiernos de Londres y París, Azaña, refugiado en Francia, dimitió como presidente de la República. Juan Negrín, presidente del gobierno, y los comunistas defendieron la continuación de la guerra, pero muchos jefes militares la daban ya por perdida. Así, el deseo de terminar una guerra sin esperanzas de victoria y la hostilidad hacia el Partido Comunista, acusado de pretender dominar la república, llevaron a que, en marzo de 1939, un grupo de militares republicanos, al mando del coronel Segismundo Casado, diera en Madrid un golpe de Estado contra el gobierno de Negrín. El intento triunfó y Casado formó un Consejo de Defensa, esperando obtener de Franco unas condiciones menos duras. Sin embargo, este sólo aceptó la rendición incondicional. De este modo, los principales líderes republicanos se exiliaron, lanzando Franco una última ofensiva que no encontró resistencia. El 1 de abril de 1939 concluyó la guerra.

            Fueron muchos los que emprendieron el camino del exilio. Entre enero y febrero de 1939 cruzaron la frontera francesa unas 400.000 personas, siendo este el mayor éxodo de la historia de España. En abril de 1939, había unos 430.000 refugiados en Francia y otros 20.000 en otros países. Durante el resto del año hubo un regreso masivo, pero a comienzos de 1940 aún había 180.000 españoles en el exilio. Ese mismo año, el número de presos en las cárceles españolas era de 270.000. Por último, decir que, según posteriores cálculos, el número de muertos durante la Guerra Civil Española fue de 350.000 personas.
13.6. La guerra civil: la dimensión política e internacional del conflicto. Las consecuencias de la guerra.

            Evolución política en el bando nacional: La Guerra Civil Española se inició en julio de 1936. La característica principal de los primeros días de la Guerra Civil fue el entusiasmo, que se vio convertido en eficacia militar. En la evolución política del bando nacional influyeron las razones por las cuales se sublevó cada uno de los elementos que lo formaban: militares (se presentaron como defensores de España, considerando que debían hacerse cargo del poder cuando los gobernantes traicionaban a la nación) y tradicionalistas (para los que la conjura comunista constituía un nuevo nombre para un enemigo ya antiguo). Así, lo que unió a este bando fue una idea negativa: la resistencia al comunismo y a la anarquía. Por ello, en los primeros meses no se definió el modelo de Estado que se quería establecer. Fue ante la perspectiva de una guerra larga cuando se hizo necesario unificar el mando, siendo nombrado Franco, en octubre de 1936, generalísimo y Jefe de Estado, por estar al mando del núcleo de la fuerza sublevada: el ejército marroquí. Franco siguió sin determinar el modelo de Estado a imponer con el objetivo de afianzar su jefatura sobre las diferentes propuestas. Fue Serrano Súñer quien propuso un Estado basado en un partido único y mandado por un solo hombre. Objetivo que pudo llevarse a cabo integrando carlismo y Falange (con preeminencia de Falange), y gracias a la autoridad militar sobre el resto de tendencias y al respeto a la jerarquía.

            Tres fueron las fuerzas que finalmente definieron el llamado “Nuevo Estado”: el sindicalismo vertical de Falange (que derivó en un mundo laboral paternalista y disciplinado, que, con los años, acabó siendo un problema ante el progreso de la justicia social en la Iglesia), los militares (que fueron los garantes de la organización y centralización política, y del respeto a la autoridad y a la jerarquía) y la Iglesia. El caso de esta última fue más complejo. La Iglesia se mantuvo prudente ante el nuevo Estado, y Franco fue también prudente a la hora de mostrar su apoyo a un Estado católico, pues debía tener presente el equilibrio de fuerzas en el interior y la actitud de Alemania, contraria a la religión. Sin embargo, la restauración jurídica de la Compañía de Jesús (1938), la colocación de Sainz Rodríguez en el Ministerio de Educación Nacional, y la entrada del conde de Rodezno en el Ministerio de Justicia, propiciaron la conversión de la Iglesia en guía espiritual de España, así como su influencia decisiva sobre la cultura y el pensamiento.

            Evolución política en el bando republicano: En la zona republicana, la reacción del gobierno hacia el golpe fue dimitir. Su sucesor, Martínez Barrio, trató de negociar con Mola, el cual se negó. La presión popular hizo que Martínez Barrio cayera, subiendo al gobierno Giral, que accedió a armar al pueblo. Los primeros en organizarse y en controlar la situación fueron los extremistas, lo que llevó a que en los primeros días se produjeran matanzas indiscriminadas. Los intentos del gobierno de organizar a los milicianos encontraron la oposición de la CNT-FAI, consciente de que su influencia descansaba en las milicias. La CNT, apoyada por la UGT, procedió a plasmar la revolución en la colectivización, lo que suponía una interrupción de la producción necesaria para la guerra.

            En contraposición a la revolución espontánea de la CNT, existió una política cautelosa de los socialistas Besteiro y Prieto, de los republicanos y de los comunistas. Estos, o eran hostiles a la revolución o consideraban que debía perpetrarse tras la victoria. Sin embargo, los republicanos no pudieron dar una respuesta, siendo los comunistas quienes asumieron la defensa de una priorización de la guerra sobre la revolución (el ministro Uribe detuvo la colectivización agraria). Así, aumentaron los afiliados del Partido, alcanzando los 250.000 en marzo de 1937. Esta es la explicación del predominio comunista en los gobiernos del Frente Popular desde la presidencia de Largo Caballero. Sin embargo, la imposición comunista de un férreo control policial contra cualquier disidente político, fomentó la oposición militar.

            El primer intento de concentración de las fuerzas existentes en la zona republicana fue del gobierno de Largo Caballero, en el que estaban presentes todas las fuerzas políticas menos el POUM y los puristas de la CNT. La entrada en el gobierno de la CNT llevó a un conflicto, en mayo de 1937, del POUM y la CNT contra el PSUC, que controlaba la policía del gobierno catalán. El orden fue restaurado cuando faltaron los alimentos y llegó la Guardia de Asalto. Sin embargo, estos conflictos llevaron a un mayor control comunista de la situación, que fue tomado por Largo Caballero como un intento de controlar el ejército al margen de él, que era ministro de Guerra. Así, el enfrentamiento de comunistas y Largo Caballero acabó con la victoria de los primeros y el fin de la colectivización, que fue sustituida por la planificación central y la nacionalización. El sucesor de Largo Caballero fue Negrín, cuyo gobierno no estuvo controlado por los comunistas, los cuales sí controlaron la policía secreta y el ejército, para lo que crearon el agitprop (organismo encargado de formar oficiales comunistas). Prieto, nombrado ministro de guerra, se opuso a este control, siendo destituido. En 1838 se logró una alianza entre la CNT y la UGT, volviendo la CNT al gobierno.

            Represión y conclusión: Durante los primeros años de la guerra, la represión política fue espontánea en ambos bandos, lo que llevó a que fuera entonces cuando se perpetraron la mayor parte de atrocidades. Posteriormente, dicha represión fue organizada, siendo la principal causa del rencor entre los españoles. En conclusión, diremos que la guerra evidenció las diferencias dentro de la izquierda española y su incapacidad de coexistencia política, obstáculo evitado en el bando nacional por el predominio de los militares.

            Participación internacional en la guerra: Por otra parte, respecto a la internacionalización del conflicto, si bien no fue una guerra iniciada por Alemania o la URSS, sí estuvo condicionada por factores externos. Puesto que ninguno de los dos bandos poseía armamento para sostener la contienda, buscaron ayuda en el extranjero. El 19 de julio de 1936, tanto Madrid como Franco pidieron ayuda a las potencias europeas afines. Franco solicitó apoyo a Hitler y Mussolini, que se mostraron favorables, pues la victoria de los militares modificaría el equilibrio de fuerzas en el Mediterráneo. Además, como la sublevación fracasa por la movilización del pueblo en armas, tanto Hitler como Mussolini pudieron argumentar que estaban impidiendo el triunfo de una revolución. Así, el apoyo de estas potencias fue fundamental (la aviación italiana cubrió el paso de Franco por el Estrecho).

            La República, por su parte, puso sus esperanzas en el gobierno socialista de Léon Blum en Francia, que, en un principio, accedió a la petición de armas y colaboración. Sin embargo, al hacerse pública esta decisión, se desató una crisis en Francia, pues las derechas francesas se opusieron a la entrega de armas a Madrid por dos razones: no se quiere apoyar la revolución que se percibe en el bando republicano y se teme a Alemania. Además, Blum se encontró con la posición neutral de Gran Bretaña, que compartía la idea de que se estaba produciendo una revolución a causa de la sublevación militar en España. En este momento, Londres está tratando de llevar a cabo una política de apaciguamiento, evitando cualquier motivo que pudiera causar una guerra. De este modo, Francia terminó colocándose en la misma línea que Gran Bretaña, pues en agosto de 1936 dejó claro que no iba a dar apoyo a la República. El Acuerdo de No Intervención en España fue firmado por todas las grandes potencias, estableciéndose un embargo de armas a los dos bandos de la Guerra Civil para que estos se vieran obligados a pedir mediación. No obstante, tras la fachada del acuerdo, las potencias fascistas siguieron con su apoyo a Franco. El Comité de No Intervención fue incapaz de evitar este hecho, y la República se vio sin suministros, teniendo que recurrir al mercado negro de armas.

            En septiembre de 1936, la URSS decidió ayudar a la República, siguiéndose la estrategia de Stalin y Molotov para evitar que Rusia fuera el primer país en ser atacado y, así, ganar tiempo. El apoyo soviético fue importante para la República, pero también insuficiente. Evitó la temprana caída de la República, donde existía la conciencia de que sin la ayuda de las democracias no se podía vencer. Sin duda, la política de apaciguamiento condenó a este régimen. Cuando en septiembre de 1938 se dio la crisis de los Sudetes y Chamberlain y Daladier cedieron ante Hitler, toda esperanza para la República desapareció. Así, el 1 de abril de 1939, Franco proclamó la victoria. Cinco meses después estalló la Segunda Guerra Mundial.

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