LA POESÍA ÉPICA
Se
entiende por épica aquellas manifestaciones literarias de carácter narrativo
que cuentan con lenguaje solemne las hazañas legendarias de héroes o los
orígenes míticos de un pueblo. En un principio, estas composiciones fueron de
transmisión oral, siendo puestas más tarde por escrito. A partir de la “Ilíada”
y la “Odisea” de Homero surgió una épica culta que pasó a ser obra de un único
autor, manteniéndose la utilización de epítetos. En cuanto a los personajes,
estas obras se fundan en la existencia de un héroe que exalta los valores de
una nacionalidad. Las partes de las epopeyas son: proposición
(breve enunciado del asunto que ha de tratarse), invocación (se acude a
la divinidad) y narración (contiene el relato de los hechos). El estilo
épico es elevado y solemne, y se utiliza el hexámetro dactílico. La épica
romana tiene tres características: influencia homérica, utilización
de la historia nacional como argumento épico e influencia de la poesía
alejandrina.
En
la épica arcaica sobresalen tres autores:
Livio Andrónico (realizó una versión libre de la Odisea, dando a conocer
los poemas homéricos), Nevio (autor de “Bellum Punicum”, primera
epopeya nacional romana) y Ennio (es autor de “Annales” y en su
obra destaca un sentimiento de amor y admiración por Roma).
Con
respecto a la épica de la época de
Augusto, destacan dos obras: la “Eneida” de Virgilio y
las “Metamorfosis” de Ovidio. La “Eneida” es el poema
épico latino por excelencia. Narra las aventuras de Eneas desde la caída de
Troya hasta su asentamiento en Italia. Esta obra presenta características
políticas (glorifica a la familia Julia y es el gran poema nacional romano,
en el que toda Italia forma parte de los acontecimientos), literarias
(destaca la adopción perfecta del hexámetro, la imitación a Homero, la extraordinaria
perfección estilística y métrica, la cuidada selección de términos, y el gran
dramatismo) y religiosas (Eneas llega a Italia por voluntad divina y
destaca el enaltecimiento de sentimientos piadosos y religiosos). En la
“Eneida”, Virgilio logra unir el presente y el pasado, así como la historia y
la leyenda. Es una obra de gran humanidad en la que por vez primera se insertan
en la narración tonos literarios dramáticos y líricos. Aunque Virgilio imita a
Homero, se diferencia de él en que es un poeta erudito: su obra es producto del
estudio de diversas fuentes. Sin embargo, Virgilio ha sido criticado por el
tratamiento de los personajes, en especial el de Eneas, por considerarse fría y
atento solamente a la voluntad divina. Con respecto a las “Metamorfosis”
de Ovidio, diremos que es una obra épico-mitológica en la que se reúne una
selección de mitos en los que existe algún tipo de transformación (como las de
Dafne, Atlas, Narciso, Ícaro…). En ella se produce una negación del estilo
virgiliano, y destaca una total humanización de los dioses, que en ocasiones
son tratados con ironía. Sobresale también el análisis psicológico de los
personajes, rasgo de la nueva épica iniciado ya por Virgilio. El estilo de
Ovidio en sus “Metamorfosis” es barroco en su elaboración retórica.
Finalmente,
en la épica neroniana sobresale Lucano,
autor de “La Farsalia”, poema épico-histórico cuyo tema principal
es la guerra civil entre César y Pompeyo. Esta obra es exclusivamente
histórica, y en ella se renuncia a los elementos míticos tradicionales. Así, en
general, es una realización anticlásica, en la que los cambios respecto a la
tradición son: el ya comentado cambio temático, la ausencia de
dioses, la explicación de los acontecimientos de forma racional, el
hecho de estar dedicado a Nerón y la inexistencia de un héroe unívoco.
El estilo empleado por Lucano es retórico.
LA POESÍA LÍRICA
En
la literatura latina, la poesía lírica
se caracterizó por su carácter subjetivo (puesto que el poeta vierte sus
experiencias personales, surgiendo una poesía intimista) y por la gran
variedad de metros y estrofas (basados en el número de sílabas más que en
la alternancia de largas y breves). Estas composiciones empezaron a realizarse
a finales del siglo II a. C., agrupándose los primeros poetas en el
llamado círculo de Lutacio Catulo. En el segundo tercio del siglo I
a. C. surgió en Roma una corriente literaria que rechazó la poesía
tradicional y se decantó por el subjetivismo, apareciendo los “poetae novi”,
que reclamaban: poemas cortos, temas de mitología y amor (con aprecio por los
detalles familiares), perfección métrica (introducen los versos alejandrinos),
lenguaje selecto y terminología culta.
Entre
los autores líricos destacaron
Catulo y Horacio. Catulo fue el verdadero creador de la lírica romana y sobresalió
por “Carmina”, obra que consta de 116 poemas ordenados en tres
secciones: I – LX (son “nugae” o bagatelas, en las que trata temas de la vida
cotidiana), LXI – LXVIII (son poemas doctos de tema mitológico) y LXIX – CXVI (son
epigramas que tratan de la vida diaria). Entre estas composiciones destacan los
poemas amorosos que el autor dedica a Lesbia, con la que tuvo romances y
odios. En el lenguaje de Catulo destaca la mezcla de elementos cultos y
populares, la abundancia de diminutivos y la búsqueda constante de la
perfección. Con respecto a Horacio, diremos que escribió una poesía
refinada que influyó en poetas españoles del Renacimiento y en la que
sobresalen obras como: las “Odas” (104 composiciones de temas variados y
destinatarios diversos, en las que destaca la perfección estilística y la
presencia de ideas como la “aurea mediocritas” o el “carpe diem”), “Epodos”
(17 poemas de tono irónico) y las “Sátiras” (18 composiciones de
contenido diverso).
Otro
autor destacado fue Ovidio, cuya producción literaria es difícil de
clasificar por géneros. Entre sus obras amorosas destacan: “Amores”
(narra una fingida relación amorosa con Corina), “Ars Amandi” o “El arte
de amar” (obra en la que da consejos a hombres y mujeres para seducir a personas
del género opuesto), “Remedia amoris” o “Los remedios del amor” (es una
especie de antídoto contra la anterior obra) y “Medicamina faciei femineae”
o “Cosméticos para el rostro femenino” (pequeño poema sobre la cosmética).
Entre sus obras dolorosas sobresalen: “Tristia” o “Tristezas”
(narra su despedida de Roma y su triste exilio) y “Epistulae ex Ponto” o
“Cartas desde el Ponto” (cuatro libros de cartas en las que lanza súplicas para
conseguir su regreso a Roma).
LA ELEGÍA ROMANA
La elegía romana se caracterizó por la expresión
de sentimientos personales e incluso autobiográficos. Mientras que en Grecia
las elegías son composiciones menos personales y más objetivas, en Roma
encontramos un tono subjetivo y amoroso. Así, lo que verdaderamente definió la
elegía fue su métrica, es decir, la utilización del dístico elegíaco. En
época de Augusto surgió la gran elegía romana, de tema amoroso personal,
y, con Ovidio, apareció la elegía dolorosa (aunque en la obra de Catulo
ya aparecieran prefiguradas tanto la elegía amorosa personal como la elegía de
tipo doloroso).
Entre
los autores elegíacos latinos
destacan: Catulo (cuyo poema LXVIII ya puede considerarse una
gran elegía), Galo (considerado el inventor de la elegía romana), Tibulo
(al que se atribuyen tres libros de elegías, en los que destaca la
expresión sincera del amor, el gusto por el campo y la actitud
antimilitarista), Propercio (escribió cuatro libros de elegías:
en el primero trata su relación amorosa con Cintia, en la que hay deseos
insatisfechos, celos y lances amorosos;
y en el cuarto libro incluye elegías de tema patriótico en las que el
autor se pone al servicio de las ideas de la restauración) y Ovidio.
Podemos clasificar la producción elegíaca de este último en dos etapas, pues,
en su juventud, escribió elegías amorosas y, en su madurez, elegías dolorosas.
Entre sus elegías amorosas destacan: “Amores” (narra una fingida
relación amorosa con Corina), “Ars Amandi” o “El arte de amar” (obra en
la que da consejos a hombres y mujeres para seducir a personas del género
opuesto), “Remedia amoris” o “Los remedios del amor” (es una especie de
antídoto contra la anterior obra) y “Medicamina faciei femineae” o
“Cosméticos para el rostro femenino” (pequeño poema sobre la cosmética). Entre
sus elegías dolorosas sobresalen: “Tristia” o “Tristezas” (narra su
despedida de Roma y su triste exilio) y “Epistulae ex Ponto” o “Cartas
desde el Ponto” (cuatro libros de cartas en las que lanza súplicas para
conseguir su regreso a Roma).
EL TEATRO ROMANO
En
el origen del teatro romano
destacaron estos elementos: los “versos fescenninos” (de carácter
burlesco), la fábula Atellana (especie de drama improvisado), las danzas
imitativas y los cantos burlescos, las danzas etruscas (bailadas por
histriones), las saturae (espectáculos de “variedades”), y el teatro
griego. Aunque las primeras obras romanas fueron tan sólo traducciones de obras griegas, con el tiempo dejaron de
ser simples traducciones, manteniéndose los temas y ambientes griegos, pero
introduciéndose variaciones a través del contaminatio (superposición de obras).
Así, prescindieron de características griegas y añadieron otras, siendo los
dramas romanos producto de una imitación creadora.
Gran
parte de las representaciones tuvieron un carácter ritual, convirtiéndose muy
pronto en espectáculos públicos con un carácter eminentemente popular. Los
espectáculos eran vistos como algo efímero, interpretándose las obras sólo una
vez. Todos los tipos de
representaciones se denominaban “fabula”, existiendo cuatro tipos: fabula
cothurnata (tragedia de argumento griego), fabula praetexta
(tragedia de argumento romano), fabula palliata (comedia de ambiente
griego) y fabula togata (comedia de tema romano). En el siglo I a. C. se
puso de moda la fabula trabeata (drama de ambiente propio de la clase
media romana), representándose también la primitiva Atellana y el mimo.
La tragedia se caracterizó por: los
personajes son héroes; hay una tendencia hacia lo horrible y el melodrama; el
lenguaje es grandioso; no innova respecto a la estructura griega; y su
finalidad es conmover. La comedia,
por su parte, se caracterizó por: los protagonistas suelen ser esclavos; la
historia, llena de enredos, plasma los obstáculos que tiene que vencer el amor
de dos jóvenes; el lenguaje es coloquial y vulgar; innova respecto a la
estructura griega, desapareciendo el coro; y su finalidad es instruir y hacer
reír. El teatro latino siempre es en verso y abunda el senario yámbico.
Entre
los autores teatrales latinos,
destacaron primeramente tres dramaturgos primitivos que cultivaron tanto
comedia como tragedia: Livio Andrónico (tradujo una comedia y tragedia griegas),
Nevio (escribió fábulas palliatae y praetextae, creando la fabula
togata) y Ennio (fue más tardío). A partir de este, los autores se
especializaron en escribir o tragedia o comedia, destacando: Plauto
(autor de fabulas paliatae, caracterizados por: busca captar el favor del
espectador a través de la “captatio benevolentiae”; sus obras son “comedias de
enredo”; utiliza palabras vulgares y chistes; alude a costumbres e
instituciones latinas, satirizando a personajes tópicos; tiene un gran talento
poético y sentido del ritmo; y destaca por “Los cautivos”, “El soldado
fanfarrón” o “Comedia de los asnos”), Terencio (autor de comedias
caracterizado por: es más sensible, refinado y reflexivo; su lenguaje es más
cuidado y elegante; recurre a la contaminatio, dando a los personajes rasgos
personales; tiene una intención moralizante; y destaca por “El eunuco”, “La
suegra” y “Los hermanos”) y Séneca (autor de tragedias caracterizado
por: refleja sus ideas filosóficas y su moral estoica; su estilo resulta
excesivamente retórico; y destaca por “Agamenón”, “Edipo”, “Hércules
enfurecido”, “Medea” o “Fedra”).
HISTORIOGRAFÍA
La historiografía tiene como objetivo el
estudio y la narración de los hechos del pasado, siendo el género en prosa más
importante de Roma. Fue menor rigurosa que la griega y de intención más
moralizante, sirviendo como instrumento para transmitir un juicio o unas ideas políticas.
Así, emplearon no sólo la selección y presentación de los hechos, sino también
la manifestación de sus opiniones.
Como
fuentes para la historiografía,
existieron: textos públicos (como: los archivos de los colegios
sacerdotales o los documentos oficiales) y textos privados (como
archivos familiares o “laudationes fúnebres”). Polibio escribió varios
libros sobre la historia de Roma y las campañas de Escipión, sirviendo de
fuente para diversos historiadores romanos posteriores. De Tucídides,
los romanos tomaron el sentido moral de la historia.
En
la época de la República,
aparecieron los primeros historiadores romanos: los analistas, que
narraban los acontecimientos por orden cronológico y muchos de ellos en griego.
El historiador más antiguo fue M. Porcio Catón, llamado “el Censor” y
autor de “Orígenes”. Sin embargo, habría que esperar al siglo I a. C. para
encontrar a los primeros historiadores importantes: Julio César (es
autor de “comentarios” de finalidad política, como propaganda de sí mismo, destacando
“La Guerra de las Galias” y “La Guerra Civil”) y Salustio (en sus obras
adopta una actitud moralista, destacando sus retratos y sus discursos, y
escribiendo varias monografías históricas, como: “La Conjuración de Catilina” y
“La Guerra de Yugurta”).
En
la época imperial, se acentuó el
carácter político y moralizante de la historiografía latina. Los principales
historiadores del periodo fueron: Tito Livio (en su obra idealiza el
periodo de Octavio Augusto, destacando por “Ab urbe condita”, “Desde la
fundación de la ciudad”, una historia general de Roma que abarca desde su
fundación hasta la época de Augusto) y Tácito (en sus obras siguió el
procedimiento propio de la historiografía romana de exponer los hechos aña tras
año, siendo un historiador muy riguroso, quizás el mejor en Roma, y destacando
por “Los Annales” y “Las Historias”).
ORATORIA
La oratoria se define
como el “arte de hablar en público” y el dominio de dicho arte recibía el
nombre de “eloquentia”. Del mismo modo, la teoría en la que se basaba la
oratoria se llamaba “rhetorica”. Como características de este
género podemos enunciar: buscaba la corrección y la belleza para tratar
de agradar y persuadir; impregnaba gran parte de la vida pública en Roma;
en un principio, se basó en la improvisación; era utilizada como instrumento
educativo, pues permitía el desarrollo de la prosa y de la reflexión
teórica y retórica; y, en su evolución, tuvo una importancia decisiva la
progresiva helenización de la vida romana. En el mundo romano, la
oratoria comenzó a adquirir una importancia decisiva a mediados del siglo II
a. C., pues se convierte, junto con la gramática, en la base indispensable
de la educación y en elemento necesario en la preparación para la vida política
o el ejercicio de la abogacía.
La retórica convirtió la práctica de
la oratoria en un arte perfectamente reglado, cuyos principales principios fueron: la elaboración de
discursos siguiendo un determinado esquema (cuyas fases eran: la “inventio”
o investigación; la “dispositio” u ordenación; la “elocutio” o
redacción; la “memoria”; y la “actio” o actuación); la distinción
de tres géneros según la finalidad del discurso (estos eran: “genus
laudativum”, “genus deliberativum” y “genus iudiciale”); y la
adecuación del estilo y tono a los distintos géneros (dicho estilo podía
ser elevado, medio o elegante). En el ámbito de la retórica, destacaron tres escuelas: escuela ática
(propugnaba un tipo de oratoria espontánea, carente de artificio y completa en
la exposición de los hechos), escuela asiánica (se caracterizaba por
buscar la exuberancia y la imaginación) y escuela rodia (de estilo más
moderado que la asiánica).
La oratoria romana tiene a su
principal exponente en Cicerón, existiendo también una oratoria anterior y
posterior a este autor. Respecto a la oratoria
preciceroniana, diremos que la conocemos por escasos fragmentos y
referencias indirectas, que encontramos en obras de Gelio o del propio Cicerón.
Cicerón habla de Apio Claudio el Ciego como el primer orador del que
tenemos noticias, y Gelio habla de Publio Cornelio Escipión. Sin
embargo, fue Catón el Censor el primer orador conocido, que tuvo
diversos rivales, como Escipión Emiliano o Lelio. Otros
importantes oradores fueron los hermanos Gracos y, tras ellos, Marco
Antonio y Licinio Craso. Cicerón también nos habla de Hortensio,
su principal rival, y del propio Julio César, al que tiene en gran
estima.
Cicerón,
el más destacado orador romano, pronunció infinidad de discursos de todo tipo y
fue también destacado como teórico de la oratoria. Podemos diferenciar sus
discursos en dos tipos: discursos judiciales, que fueron pronunciados
por él como abogado tanto defensor (es el caso de “Pro Archia poeta”, “Pro
Roscio”, “Pro Murena” o “Pro Milone”) como acusador (destacan
las “Verrinas”, pronunciadas contra Verres); y discursos de tipo
político, que fueron pronunciados frente al Senado o la Asamblea del
pueblo, destacando “Las Catilinarias” (contra Catilina) y “Las
Filípicas” (contra Marco Antonio). Como teórico de la oratoria,
Cicerón fue la máxima autoridad en Roma. Entre sus tratados de retórica
destacan: “De oratore” (desarrolla sus ideas sobre la formación de un
orador) y “Orator” (afirma que el orador ideal es el que domine los tres
estilos y establece distintas partes para el discurso: “exordio” o
introducción, narración, confirmación y peroración o conclusión). Escribió
también una historia de la oratoria latina, titulada “Brutus”.
Por último, hay que destacar la
oratoria y la retórica de la época
imperial. Por una parte, la oratoria se convirtió en un mero
ejercicio para aprender a hablar bien y, más adelante, en un medio de
adulación hacia el emperador. Destacó Plinio el Joven y, al final
del Imperio, la oratoria brilló sobre todo en el ámbito eclesiástico,
gracias a los sermones de los llamados “padres de la Iglesia”. Por otro lado,
en el ámbito de la retorica abundaron las escuelas y los “rhetores” que
escribieron manuales sobre el asunto, destacando Séneca “el retórico” y Quintiliano,
autor de “Institutio oratoria”. También comenzó en el ámbito de la
retórica el historiador Tácito, autor de “Dialogus de oratoribus”.
Esta bien
ResponderEliminarEstá bien para resumir los temas a tope, pero a la hora de realizar un examen de latín te piden un poco más de contenido... ^^U, aquí esta lo más imxtante
ResponderEliminarDemasiado resumido.
ResponderEliminarMas que suficiente para lo que se pide en la PAU en el País Vasco, muchas gracias.
ResponderEliminarEse patxo un grande aqui estudiando para mañana (margarita aiudame)
EliminarAquí la peña diciendo que está demasiado resumido.
ResponderEliminarPero chavales no digáis na que margarita se viene arriba (como España 🇪🇸) y necesito aprobar.
Un like un cicople